otead el horizonte y daos cuenta del momento.
Abrid todos los sentidos, aguzad el oído.
Captad los gritos y susurros, el viento y la vida...
Empezamos Adviento,
y una vez más renace la esperanza en el horizonte.
Al fondo, clareando ya, la Navidad.
Una Navidad sosegada, íntima, pacífica,
fraternal, solidaria, encarnada;
también superficial, desgarrada, violenta...
mas siempre desposada con la esperanza.
Es Adviento esa niña esperanza
que todos llevamos, sin saber cómo, en las entrañas;
una llama temblorosa, imposible de apagar,
que atraviesa el espesor de los tiempos;
un camino de solidaridad bien recorrido;
la alegría contenida en cada trayecto;
unas huellas que no engañan;
una gestación llena de vida;
anuncio contenido de buena nueva;
una ternura que se desborda...
Lleno de esperanza grita Isaías:
"Caminemos a la luz del Señor".
Con esperanza pregona Juan Bautista:
"Convertíos, porque ya llega el reino de Dios".
Con sorpresa inaudita
acoge José a su hijo y Mesías.
Con la esperanza de todos los pobres
susurra María su palabra de acogida:
"Hágase en mí según tu palabra".
Alegraos, saltad de júbilo.
Poneos vuestro mejor traje.
Perfumaos con perfumes caros.
¡Que se note! Viene Dios..
Preparad el camino.
Ya llega nuestro Salvador.
¡Despertad a la vida!
Florentino Ulibarri
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Preparad vuestros corazones,
y Dios los llenará con su alegría.
Allanad vuestros caminos,
y el Señor os conducirá hacia la verdad.
Abrid vuestros hogares,
y Jesús, los inundará con su presencia.
y Dios los llenará con su alegría.
Allanad vuestros caminos,
y el Señor os conducirá hacia la verdad.
Abrid vuestros hogares,
y Jesús, los inundará con su presencia.
¡Es Adviento!
Viene el Señor y, tal vez,
no nos preguntamos por qué ni para qué viene.
Aparecerá, el Señor, por y para los hombres
de buena voluntad.
Para todo aquel que, mirando hacia el cielo,
desee nueva vida y un amor de infinito valor.
Viene el Señor y, tal vez,
no nos preguntamos por qué ni para qué viene.
Aparecerá, el Señor, por y para los hombres
de buena voluntad.
Para todo aquel que, mirando hacia el cielo,
desee nueva vida y un amor de infinito valor.
¡Es Adviento!
Preparad vuestros corazones,
y Dios los llenará con su alegría.
Allanad vuestros caminos y,
el Señor, os conducirá hacia la verdad.
Abrid vuestros hogares y,
Jesús, los inundará con su presencia.
Preparad vuestros corazones,
y Dios los llenará con su alegría.
Allanad vuestros caminos y,
el Señor, os conducirá hacia la verdad.
Abrid vuestros hogares y,
Jesús, los inundará con su presencia.
¡Es Adviento!
Dios y el hombre, por iniciativa del primero,
están llamados a fundirse en un Jesús humanado.
Dios, en búsqueda del hombre,
desciende a su encuentro si sabe esperarle.
Dios y el hombre, por iniciativa del primero,
están llamados a fundirse en un Jesús humanado.
Dios, en búsqueda del hombre,
desciende a su encuentro si sabe esperarle.
¡Es Adviento!
Y, sólo velando, meditando, reflexionando,
divisando el inmenso horizonte,
podremos descubrir y añorar la llegada del Salvador.
Sólo estando atentos, sin distracciones,
sin excusas…en permanente vigilancia,
podremos comprender que, más pronto que tarde,
el Señor se presenta en la puerta.
Y, sólo velando, meditando, reflexionando,
divisando el inmenso horizonte,
podremos descubrir y añorar la llegada del Salvador.
Sólo estando atentos, sin distracciones,
sin excusas…en permanente vigilancia,
podremos comprender que, más pronto que tarde,
el Señor se presenta en la puerta.
¡Es Adviento!
Es Dios que llama al hombre a la LUZ.
Es Dios que llama al hombre a la LUZ.
P. Javier Leoz
Fuente : Camino Misionero
Fuente : Camino Misionero
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Os anuncio que comienza el Adviento.
Alzad la vista, restregaos los ojos, otead el horizonte.
Daos cuenta del momento. Aguzad el oído.
Captad los gritos y susurros, el viento, la vida...
Empezamos el Adviento,
y una vez más renace la esperanza en el horizonte.
Al fondo, clareando ya, la Navidad.
Una Navidad sosegada, íntima, pacífica,
fraternal, solidaria, encarnada,
también superficial, desgarrada, violenta...;
mas siempre esposada con la esperanza.
Es Adviento esa niña esperanza
que todos llevamos, sin saber cómo, en las entrañas;
una llama temblorosa, imposible de apagar,
que atraviesa el espesor de los tiempos;
un camino de solidaridad bien recorrido;
la alegría contenida en cada trayecto;
unas huellas que no engañan;
una gestación llena de vida;
anuncio contenido de buena nueva;
una ternura que se desborda...
Estad alerta y escuchad.
Lleno de esperanza grita Isaías:
«Caminemos a la luz del Señor».
Con esperanza pregona Juan Bautista:
«Convertíos, porque ya llega el reino de Dios».
Con la esperanza de todos los pobres de Israel,
de todos los pobres del mundo,
susurra María su palabra de acogida:
«Hágase en mí según tu palabra».
Alegraos, saltad de júbilo.
Poneos vuestro mejor traje.
Perfumaos con perfumes caros. ¡Que se note!
Viene Dios. Avivad alegría, paz y esperanza.
Preparad el camino. Ya llega nuestro Salvador.
Viene Dios... y está a la puerta.
¡Despertad a la vida!
Ulibarri, Fl.
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