08 junio 2014

Moniciones 1. La Santísima Trnidad, 15 junio

MONICIÓN DE ENTRADA

Al comenzar la segunda parte del Tiempo Ordinario celebramos el domingo de la Santísima Trinidad. Y ante ello –ante la Trinidad Santa--, hoy, además de leer y escuchar la Palabra de Dios en la Eucaristía, deberíamos abrir un silencio gozoso en nuestras almas, pues solamente con esta actitud podremos comprender que la Santísima Trinidad no es una verdad pasada de moda, sino un misterio que nos hace vivir. Silencio y calma, éstas son las palabras que nos llevan a la intimidad de ese Dios cercano, que regala al hombre la inmensidad de su amor. En esta fiesta fraterna dominical, que es la Eucaristía, aparece la Trinidad Santa continuamente. Por ello hemos de estar, también, muy atentos a la revelación fehaciente que, en torno a la Trinidad, se nos presenta en todas las Misas.



MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- En la primera de las lecturas, sacada del Libro del Éxodo, se nos presenta a Moisés subiendo al monte para encontrarse con el Señor que baja en la nube para encontrarse con él. Dios siempre toma la iniciativa y hace que el hombre suba para descender Él a su encuentro. Los grandes acontecimientos siempre suceden en un monte: Moisés, las Bienaventuranzas, la Transfiguración, la Ascensión...Y es que cuando se va al encuentro de Dios hay que ascender en la vida, sin cansancio, sin equipaje, sin seguridades materiales.

2.- San Pablo en el fragmento de la segunda carta a los fieles de Corinto, que conforma nuestra segunda lectura de hoy, va a construir una de las oraciones litúrgicas más notables de las que hacen referencia a la Trinidad y que definen los dones de cada una de las personas divinas. Hemos de prestar especial atención al mensaje que ofrece Pablo de Tarso.

S.- Hemos de hacer especial mención, hoy, del Salmo responsorial, no está sacado del Salterio, como suele ser habitual, sino que procede de la oración de Daniel contenida en el capítulo 2 de su Libro y que constituye un vibrante ejercicio de bendición a Dios.

3.- San Juan en el evangelio, condensa la voluntad de Dios, respecto a la Redención. Y en ello es similar a la acción relatada en la primera lectura y en la que Moisés experimenta la intimidad de Dios, sus consejos para mejor vivir en la Tierra. Juan explica que el amor de Dios nos ofreció a su Hijo Único para que todos fuésemos felices y nos salváramos.



Lectura de Postcomunión

HIMNO DE LA TRINIDAD

El Dios uno y trino

misterio de amor,

habita en los cielos

y en mi corazón.



Dios escondido en el misterio,

como luz que apaga estrellas;

Dios que te ocultas a los sabios,

y a los pequeños revelas.



No es soledad, es compañía,

es un hogar tu vida eterna, 

es el amor que se desborda

de un mar inmenso sin riberas.



Padre de todos, siempre joven,

al Hijo amado eterno engendras,

y el Santo Espíritu procede

como el amor que a los dos sella.



Padre, en tu gracia y ternura,

la paz, el gozo y la belleza,

danos ser hijos en el Hijo

y hermanos todos en tu Iglesia.



Al Padre, al Hijo y al Espíritu,

acorde melodía eterna,

honor y gloria por los siglos

canten los cielos y la tierra.

EXHORTACIÓN DE DESPEDIDA

Somos un pueblo unido, no individualidades solitarias e insolidarias. Ese ejemplo de unidad en el amor, de cercanía, de familia, nos lo da la Trinidad Santa, el Dios único y verdadero, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Salgamos, también, unidos a proclamar por calles y plazas la esencia y la naturaleza de nuestro Dios.

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