15 junio 2014

Hoy es 15 de junio, domingo de la XI semana de Tiempo Ordinario

Hoy es 15 de junio, domingo de la XI semana de Tiempo Ordinario. Celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad.
Orar es acercarnos a un misterio. Con el solo hecho de tomarnos el tiempo para ello, nos reconocemos dependientes, amigos, referidos a ese Dios que es comunión. En medio del ritmo distinto del fin de semana, Dios sale en este momento a mi encuentro, para habitarme, sostenerme y lanzarme a la misión. Me preparo para ese encuentro, para recibir su llamada y su invitación.
La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 3, 16-18)
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Esta fiesta de la Santísima Trinidad nos habla del Dios en el que creemos. Porque los cristianos no creemos simplemente en Dios, sino que creemos en un Dios que es familia trinitaria, comunidad de Amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un Dios Padre que nos ama. Y que nos ha amado tanto que, como dice el evangelio de hoy,  nos ha dado a su Hijo único: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.”. Y el Hijo, en su amor, no sólo ha dado su vida por nosotros, sino que, a la hora de irse de este mundo ruega al Padre para que nos envíe el Espíritu Santo, que nos re-crea y nos hace criaturas nuevas, comunicándonos la propia vida de Dios y haciéndonos hijos, de modo que nos hace clamar “Abba”, es decir, “Padre”. Gracias, Señor Jesús, por habernos dado a conocer  que nuestro Dios no es un Dios frío y solitario, sino un Dios-familia, un Dios con calor de hogar.
El Génesis nos dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Y si Dios es familia, comunidad de amor, lo nuestro como cristianos es vivir como familia. Construir y vivir la familia de los hijos de Dios y vivir el amor filial al Padre y el amor fraternal a los hombres. De modo que podríamos decir, que mostramos cómo es el Dios en el que creemos, cuando vivimos el amor, la solidaridad, la fraternidad, la entrega, la unidad. ¿Nuestra vida lo muestra? San Agustín decía: “Creer en la Trinidad es vivir la caridad.” Sólo “contagiados” de la enfermedad del amor, de la amistad, de la fraternidad universal, del respeto al otro, de la entrega, de la comprensión, del perdón, del servicio…, y no viviendo, por tanto, para nosotros mismos, sino gastándonos por los demás, mostraremos cómo es nuestro Dios, seremos para el mundo “rostro” del Dios en el que creemos. Señor Jesús, tú, que moriste de esa maravillosa enfermedad, contágianosla  a nosotros.
Señor, somos débiles, vivir nuestra vocación de creyentes en el Dios trinitario, sobrepasa nuestras fuerzas. Danos el Espíritu, que es Amor y que es Fuerza. Con su fuerza sí podremos cargar con nuestra vocación de testigos de la Trinidad. Con la liturgia de hoy oremos:
Cantad y alabad al Señor, / él nos ha dicho su nombre:
Padre y Señor para el hombre. /Vida, esperanza y amor.
Cantad y alabad al Señor, / Hijo del Padre, hecho hombre:
Cristo Señor es su nombre. / Vida, esperanza y amor.
Cantad y alabad al Señor, /divino don para el hombre:
Santo Espíritu es su nombre. / Vida, esperanza y amor.
Cantad y alabad al Señor, / él es fiel y nos llama,
él nos espera y nos ama. / Vida, esperanza y amor. Amén.
(Himno de la liturgia de hoy. Breviario Hispano-americano.)
La fiesta de la Trinidad nos invita a descubrir a ese Dios que no ha querido encerrarse en sí mismo. Que es apertura, comunión, un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu. Y que cuenta también con cada una de sus criaturas. Al leer de nuevo el texto, déjate envolver por ese Dios que promete su presencia hasta el fin del mundo.
Ser uno mismo
y estar en los otros.
Vivir en una soledad
Forjar vínculos
Abrazar sin invadir.
Amar sin anular.
Comunicar sin agotar.
Ser uno mismo
Ser nosotros.
Crear mundos,
inspirar sueños,
restañar heridas.
Desplegar la vida
en el tiempo.
hablar en el trueno
y el susurro,
ser batalla sin muertos.
Somos imagen
del Dios de los encuentros.
José María Rodríguez Olaizola, sj
Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, dice Jesús. También ahora, en este rato de oración, él está presente. Habla con él, con la seguridad de saberte escuchado y pídele para ti y para todas sus criaturas: Señor, ayúdanos a sentir tu presencia.
Que esta oración te pueda acompañar a lo largo de la semana, repitiendo en tu interior, una y otra vez ese anhelo: Señor, ayúdanos a sentir tu presencia…., Señor, ayúdanos a sentir tu presencia….

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