Queridos amigos y amigas:
En ciertos momentos de la vida nos cansa casi todo: el ruido, los cambios, las visitas, los viajes. Aspiramos a disfrutar de pocas cosas esenciales. La sabiduría consiste en esto. ¡Lástima que las “cosas esenciales” que nos presenta el libro del Levítico se entiendan a menudo como la retahíla de preceptos que Dios nos “impone” para aguarnos la fiesta! Decir la verdad, no engañar, pagar el salario justo al obrero, no guardar rencor ... son caminos de vida. La ley del Señor –como canta el salmo 118– es siempre portadora de vida.
Jesús lo dice de una manera más esencial y llamativa: quien da de comer al que tiene hambre (o de beber al que tiene sed) ha hecho todo lo que tiene que hacer. Amar es cumplir la ley entera. Las demasiadas explicaciones nos alejan sutilmente de este centro de felicidad. ¿Cuántas idas y venidas se necesitan para empezar a percibirlo?
Vuestro hermano en la fe:
Fernando Gonzalez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario