Hoy es domingo, 22 de diciembre.
Vamos llegando al final del Adviento, tiempo en el que nos preparamos para la llegada de Jesús. en este rato de oración, me preparo para que Jesús nazca también en mi interior. Y para permitirle que me haga instrumento de su amor. Las palabras de Juan de la Cruz en el cántico espiritual, pueden ayudar a sentirme como ese amante que busca al amado. También yo te busco, Señor y te pido que vengas a mi vida, a mi mundo. Dame una señal, también hoy, Señor, que te busco.
La lectura de hoy es del profeta Isaías (Is 7, 10-14):
En aquellos días, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
A Dios se le conoce por sus obras, que ante todo son justicia. Para restablecerla, Dios interviene continuamente en la marcha del mundo a través de cada uno de nosotros. Como lo hizo con María y como pretendió hacerlo con Acaz. ¿Deseo ser instrumento de Dios para la construcción del reino?
Acaz reza a otros dioses y reniega de Dios. Sin embargo, Dios no le abandona. De ahí que el mensaje central de esta lectura, sea que Dios está siempre con el pueblo que confía en él. Me pregunto en qué medida confío en Dios y en qué medida pongo más las fuerzas en mí que en él.
Acaz recibe una señal. El anuncio del nacimiento de un Rey que será una bendición de Dios. Una presencia del Señor en su pueblo. Por eso se le llama Enmanuel, Dios con nosotros. Es una oferta generosa de Dios, donde lo esencial es la fidelidad y la confianza en el Señor. ¿Cómo me preparo para esa llegada de Jesús?
Vuelvo a leer el texto, reconociendo la generosidad y la fidelidad de Dios para con su pueblo. Atiendo a esa promesa que también se cumple hoy para mí. El Señor os dará una señal. Acojo a ese anuncio y le pido que me enseñe a mirar con los ojos abiertos para percibir las señales de su reino, de ese Dios con nosotros que está tan cerca.
Me alegro tanto...
Me alegro
por quien sale del lodo
y recobra la esperanza.
Por el hombre
que aprende a amar,
escribiendo una historia
llena de cotidianeidad
y algún que otro instante mágico.
Por ti,
que das a Dios
una oportunidad.
Y por ella,
que no se deja vencer
ante lo injusto.
Me alegro por aquel
que planta cara al miedo;
por ese otro,
que perdona
y sigue adelante.
Por mí,
porque amo, y río, y lloro,
y creo, y dudo,
y estoy vivo.
Y porque nunca estamos solos,
me alegro contigo,
Dios-con-nosotros.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
Ante un Dios tan generoso y fiel, me muestro con todo lo que soy y lo que tengo y me abro a su venida ofreciéndole todo lo que soy para que se haga presente en mi familia, en mi trabajo, en mi día a día. Rezo con confianza en el Señor. Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.
Que esta oración te pueda acompañar a lo largo de la semana, repitiendo en tu interior, una y otra vez, ese anhelo: Señor, que sepa acogerte en mi vida…; Señor, que sepa acogerte en mi vida…
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