Domingo cuarto del tiempo ordinario
La Presentación del Señor
Fiesta
Color: blanco
Presentación del Señor en el Templo, encuentro de Cristo y su pueblo en la persona del anciano Simeón, purificación ritual de María, Candelaria o Fiesta de la luz: tales son los temas de esta celebración que, cuarenta días después de Navidad, cierran las solemnidades de la manifestación de Dios a los hombres, en la persona del Verbo hecho carne.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Sal. 47, 10-11
En tu santo templo, Señor, evocamos tu misericordia; la gloria de tu nombre llega hasta los confines de la tierra. Tu derecha está llena de justicia.
GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, te pedimos humildemente que así como tu Hijo unigénito, hecho hombre, fue presentado hoy en el templo, también nosotros podamos presentarnos a ti con un corazón puro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Entrará en su templo el Señor a quien ustedes buscan.
Lectura de la profecía de Malaquías 3, 1-4
Así habla el Señor Dios:
Yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino delante de mí. Y en seguida entrará en su Templo el Señor que ustedes buscan; y el Ángel de la alianza que ustedes desean ya viene, dice el Señor de los ejércitos.
¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién permanecerá de pie cuando aparezca? Porque Él es como el fuego del fundidor y como la lejía de los lavanderos.
Él se sentará para fundir y purificar: purificará a los hijos de Leví y los depurará como al oro y la plata; y ellos serán para el Señor los que presentan la ofrenda conforme a la justicia.
La ofrenda de Judá y de Jerusalén será agradable al Señor, como en los tiempos pasados, como en los primeros años.
SALMO RESPONSORIAL 23, 7-10
R/. El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos.
¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria!
¿Y quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los combates.
¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria!
¿Y quién es ese Rey de la gloria? El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos.
SEGUNDA LECTURA
Debió hacerse semejante en todo a sus hermanos.
Lectura de la carta a los Hebreos 2, 14-18
Hermanos:
Ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, Jesús también debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquél que tenía el dominio de la muerte, es decir, al diablo, y liberar de este modo a todos los que vivían completamente esclavizados por el temor de la muerte.
Porque Él no vino para socorrer a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham. En consecuencia, debió hacerse semejante en todo a sus hermanos, para llegar a ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.
Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, Él puede ayudar a aquéllos que están sometidos a la prueba.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Lc 2, 32
Aleluya.
Luz para iluminar a los paganos y gloria de tu pueblo Israel. Aleluya.
EVANGELIO
Mis ojos han visto la salvación.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2, 22-40
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación de ellos, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
“Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre:
“Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”.
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años.
No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él.
CREDO
ORACIÓN DE LOS FIELES
Que nuestra oración, hermanos, se eleve a Dios Padre todopoderoso, por el bien de toda la humanidad a la que Cristo ha venido a iluminar con su presencia y salvar por medio de la Iglesia.
- Por la santa Iglesia de Dios: para que, por la vida de sus fieles y el ministerio de sus sacerdotes, haga brillar ante los hombres la luz de Cristo, salvador de las naciones, roguemos al Señor.
- Por los que rigen los destinos de los pueblos: para que su labor sea siempre de servicio, de justicia y de paz, roguemos al Señor.
- Por los que están al fin de sus días: para que alcancen un tránsito feliz en la paz y en los brazos de Dios, roguemos al Señor.
- Por las madres de familia: para que reciban en sus hogares el honor, la ayuda y la gratitud que merecen sus afanes por el bienestar de su familia, roguemos al Señor.
- Por nosotros mismos y por todos los miembros de nuestra comunidad: para que la manifestación del Señor en la carne sea causa de edificación y vida, y no ocasión de caída y escándalo, roguemos al Señor.
Dios todopoderoso y eterno, que recibiste hoy en tu templo a tu Unigénito, que se ofrecía por nosotros: te pedimos humildemente que escuches nuestras oraciones. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira con agrado, Dios nuestro, la ofrenda de tu Iglesia desbordante de alegría, tú que aceptaste el sacrificio de tu Hijo único, ofrecido como Cordero inmaculado para la vida del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque tu Hijo eterno, al ser presentado hoy en el templo, es proclamado por el Espíritu, gloria de Israel y luz de los pueblos.
Por eso nosotros, llenos de alegría, salimos al encuentro de nuestro Salvador y junto con los ángeles y santos te alabamos sin cesar:
Santo, Santo, Santo …
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Lc 2, 30-31
Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre, por estos sacramentos recibidos, completa en nosotros la obra de tu gracia, y así como colmaste el anhelo de Simeón de contemplar al Mesías antes de morir, concédenos recibir la vida eterna saliendo al encuentro del Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
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