18 noviembre 2017

Eres un empleado fiel y cumplidor

¿A quien dices, Señor Jesús, esta alabanza?
¡Qué contentos nos ponemos
cuando se reconoce nuestro esfuerzo,
nuestra entrega, nuestro trabajo
bien hecho,
nuestra buena obra, etc!
Somos humanos y eso refuerza
nuestra autoestima.
A lo mejor incluso llegamos a descubrir
la presencia de Dios en nosotros
que nos ha empujado.
Normalmente solemos fijarnos más
en lo negativo
que hacen las personas
que los gestos positivos,
así somos.
Tú, Señor Jesús, lo valoras todo.
Tú. Señor Jesús,
nos dices que lo tendrás todo en cuenta
por pequeño que sea lo que hacemos,
como ya hiciste con aquella viuda
que puso en el cepillo del templo
una pequeña moneda, la única que llevaba.
Pero hoy, Señor Jesús,
Tú nos estás diciendo
que hemos sido unos agraciados,
nos ha tocado la lotería.
Hemos sido colmados de muchos dones.
Dios Padre nos ha enriquecido:
nos ha dado la vida, ha creado el mundo
y lo ha hecho para nosotros.
Dios Padre te ha mandado a Ti, Jesús,
al mundo
para ser Luz del mundo, nuestra Luz
y hacernos hijos de Dios,
miembros de la familia de Dios.
Tenemos además la Palabra de Dios
a nuestro alcance, los Sacramentos…
y qué decir de tantos dones, cualidades…
con las que Dios Padre nos ha enriquecido:
inteligencia, bondad, compasión, amistad,
capacidad para trabajar y la fe
que es lo más grande…
Gracias, Señor Jesús,
por tantos dones
con que nos habéis enriquecido.
No siempre pienso en ello,
pero ahora, hoy, te quiero dar las gracias por todos
y cada uno de los dones
con que Tú nos has enriquecido.
Según tu parábola, Señor Jesús,
no basta con reconocer que hemos sido agraciados,
que tenemos unos dones.
Es preciso que eso que Tú nos has dado
lo sepamos aumentar.
Es preciso que trabajemos
para dar crecimiento a todo lo que Tú
has puesto en nosotros.
Es preciso que lo que Tú nos has dado
lo pongamos al servicio de la humanidad.
Es sólo entonces cuando,
llegado el momento, nos dirás
“ Empleado fiel y cumplido,
por haber sido fiel en lo poco,
te daré una recompensa…”.
Ayúdame, Señor Jesús,
a saber descubrir, reconocer,
los dones que Tú me has dado.
Y a darte gracias por todo
y cada uno de esos dones.
Ayúdame a no ser perezoso
y a saber incrementar todo lo que Tú,
Señor Jesús, has depositado en mi persona,
en mi familia, en mi comunidad,
en mi barrio, en mi pueblo,
en mi Asociación…
Perdón, Señor Jesús,
porque a veces soy como el siervo
que esconde bajo tierra lo que ha recibido de su Señor.
¡Cuántas veces me dejo llevar por la pereza
y no coopero con lo que Dios ha sembrado
en mi persona!
Perdón Señor, por mi falta de cooperación
en tu Proyecto y por no incrementar
los dones, gracias, talentos…
que Tú me has dado.
Ten misericordia de mí.
Perdóname, Señor Jesús.

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