27 abril 2016

Domingo VI de Pascua: Comentario

Oración
“Tarde te amé, 
hermosura tan antigua y tan nueva, 
tarde te amé.
Tú estabas dentro de mí;
yo, fuera.
Por fuera te buscaba
y me lanzaba sobre el bien y la belleza, 
creados por ti.
Tú estabas conmigo
y yo no estaba contigo
ni conmigo.
Me retenían lejos las cosas. 
No te veía ni te sentía
ni te echaba de menos.
Mostraste tu resplandor
y pusiste en fuga mi ceguera. 
Exhalaste tu perfume
y respiré
y suspiro por Ti.

Gusté de Ti
y siento hambre y sed. 
Me tocaste
y me abraso en tu paz”.
(San Agustín)

Jn 14,23-29
«23Respondió Jesús y le dijo: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. 24El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que escucháis no es mía, sino del que me ha enviado, del Padre. 25Os he dicho estas cosas permaneciendo junto a vosotros.
26Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, el que el Padre enviará en mi nombre, ése os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.
27Os dejo la paz, mi paz os doy, pero no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. 28Habéis oído que yo os dije: ‘me voy y vuelvo a vosotros’. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo. 29Y os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».
¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO
Desde el capítulo 13 comienza “la hora de Jesús”, que contiene tres partes: la última cena de Jesús con los discípulos (cap. 13-17), la pasión (cap. 18-19) y la resurrección (cap. 20-21). Tras relatar el lavatorio de pies y el anuncio de la traición de Judas, el evangelio nos presenta un discurso de Jesús (“de despedida”), en el que van interviniendo algunos discípulos con preguntas (Simón Pedro: 13,36; Tomás: 14,5; Felipe: 14,8; Judas, no el Iscariote: 14,22) para presentar nuevos temas hasta el final, en 14,31. Después, el discurso continúa con el tema de la vid verdadera (15,1ss). El evangelio de hoy es la respuesta de Jesús a la pregunta de Judas, no el Iscariote: ¿Qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo? La vida habitada por Dios Trino es la marca de los discípulos de Jesús.

TEXTO
No está recogida toda la respuesta de Jesús, faltan los vv. 30-31. Teniendo esto en cuenta, el texto tiene tres partes: a) el amor a Jesús guardando sus palabras (vv. 23-25); b) la promesa del Espíritu Santo (v. 26); c) el don de la paz y la partida de Jesús (vv. 27-29). El texto está admirablemente construido. Tiene un término-clave, Padre, que aparece en las tres partes (2 en la primera, 1 en la segunda, 2 en la tercera) como origen (“el Padre envía”) y como meta (“al Padre vuelve”) de la persona de Jesús. Tiene condensado todo el misterio amoroso de Dios, Padre que envía a Jesús y al Espíritu, Hijo que dona su paz y su fortaleza, Espíritu que enseña y recuerda. Tiene también una lección ética para los discípulos: amar a Jesús, esto es, guardar su palabra. El objetivo final: creer, leer los acontecimientos, “lo que sucede”, con fe (= confianza en Jesús, fiabilidad de Jesús).

ELEMENTOS A DESTACAR
• La marca discipular: amar a Jesús, que significa guardar su Palabra; hemos de ser personas de palabra y de la Palabra. “Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo” recoge la Dei Verbum. ¿Qué papel juega la lectura atenta y orante de la Sagrada Escritura en nuestra vida de discípulos?
• La morada de Dios no es el templo, sino el discípulo: somos “morada de Dios”; ¿Nos sentimos, experimentamos, vivimos desde el “ser habitados” por Otro? ¿Qué consecuencias tiene para nuestra vida?
• Dios Padre es el origen y la meta de Jesús; una visión “teologal” de la vida: todo en nosotros debe tener su origen en el Padre y todo debe tener por meta al Padre: vivir como hijos y como hermanos, hijos del mismo Padre. ¿Cómo influye esto en nuestra ética discipular?
• Aprender del Espíritu de Dios: ¿en qué manera vivimos como seres espirituales? ¿Hemos experimentado el don de la paz? ¿Lo sabemos transmitir y desarrollar? ¿Qué cobardías ahogan la presencia de Dios en nosotros?

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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