03 diciembre 2015

II Domingo de Adviento: Comentario Domingo II de Adviento

Oración
Ven a nosotros, Espíritu Santo.
En este tiempo de adviento, haznos comprender la palabra de esperanza de tus profetas de Israel, anunciando un “cielo nuevo y una tierra nueva”, y la palabra de Jesús de Nazaret.
Escuchando su palabra, concédenos orar con perseverancia capaz de espera.
Concédenos crecer en una esperanza consistente y activa. Concédenos vivir una esperanza resistente a todo pesimismo y
desánimo, fuerte para trabajar por una sociedad más justa según el corazón de Dios Padre.
AMEN.


Lc 3,1-6
«1En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y la región de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; 2en el pontificado de Anás y Caifás, aconteció la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
3Y fue por toda la región del Jordán, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados,
4como está escrito en el libro de palabras del profeta Isaías: „Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas, 5todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado; lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. 6Y toda carne verá la salvación de Dios‟.»
¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO
Este evangelio forma parte de la presentación de la misión y destino de Juan Bautista (Lc 3,1-20), del que ya habíamos conocido su nacimiento y vida oculta (Lc 1,1-25.57-80: Lucas presenta en paralelo las figuras de Juan Bautista y Jesús, algo propio del evangelista). Lc 3,1-6 es la „presentación pública‟ de Juan, a la que seguirá su proclamación (vv. 7- 18) y su destino (vv. 19-20). Es, pues, la primera parte de un tríptico en el que se inserta la entrada en acción del Jesús adulto, que comienza con su bautismo (Lc 3,21-22), su genealogía (Lc 3,23-38) y las tentaciones (Lc 4,1-13). Juan es el punto de inserción de la misión de Jesús. Juan no eligió ser proclamador: lo eligió Dios; Juan no eligió lo que tenía que decir: Dios le dio la palabra, el mensaje y la enseñanza; Juan no buscó el aplauso de los hombres, simplemente preparó el camino del Salvador.

TEXTO
Tres partes forman el evangelio de este domingo: a) la irrupción de la palabra de Dios sobre Juan, en un momento y en un lugar determinados de esta historia (vv. 1-2); b) el inicio de la proclamación (“proclamar”: término técnico de la actividad de Juan y de Jesús) del Bautista (en la Iglesia oriental el adjetivo principal de Juan no es „Bautista‟ sino „Precursor‟, más en sintonía con los evangelios); c) la referencia profética de Isaías, como prefiguración de esta nueva y definitiva etapa de salvación (también Jesús comenzará su misión citando al profeta Isaías: cf. Lc 4,18- 19). El elemento central es la proclamación de Juan: un bautismo de conversión para perdón de los pecados. El tiempo de Adviento supone abrir nuestra mente, nuestro ser, a lo que se anuncia, dejar atrás una vida vieja (cifrada en los „pecados‟ de los que somos perdonados) y estar expectantes a lo que viene, Al que viene.

ELEMENTOS A DESTACAR
• En un tiempo bien determinado, en un lugar bien preciso, en una persona bien concreta: la historia de Jesús se entronca en la de un hombre concreto (Juan, hijo de Zacarías), y ésta en un tiempo concreto (el año 15 del emperador Tiberio) y un lugar concreto (el desierto). Responde al estilo de Lucas (cf. Lc 1,1-4), pero nos reta para concretar en tiempo, lugar y personas el anuncio de salvación y los pasos que damos para hacer concreta esa salvación.
• La presencia del desierto y de Dios en las partes extremas del texto (a y c). No todos los lugares son escogidos por Dios para manifestar su voluntad: frente a la lista de autoridades, y de lugares asociados a ellas, es el desierto el espacio privilegiado, del que surge y se multiplica la presencia salvadora de Dios (su palabra viene en el desierto a una persona, pero toda carne verá la salvación de Dios).
• La proclamación de Juan exige dejar atrás una determinada forma de vivir, o de entender la vida, y es un punto de partida para abrazar algo nuevo. ¿Cómo se puede sustanciar ese mensaje en tu vida hoy?
• Las palabras proféticas son el inicio del Deuteroisaías (Is 40-55): palabras dirigidas a un pueblo derrotado que, sin embargo, vuelve a su tierra. A un pueblo así, Isaías pide que se le den todas las facilidades para que su camino no sea costoso ni largo. Más que una interpretación moral personal, es una llamada urgente al compromiso por hacer llegar, cuanto antes, la experiencia de salvación de Dios a, en palabras de JPII, „los heridos de la vida‟.

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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