30 septiembre 2015

Domingo 4: Guión Litúrgico 2



4 DE OCTUBRE DE 2015
Liturgia de las Horas - Tercera Semana del Salterio.

R I T O S    I N I C I A L E S
CANTO DE ENTRADA.
Juntos como hermanos, miembros de una Iglesia, vamos caminando al encuentro del Señor.

Unidos al rezar, unidos en una canción, viviremos nuestra fe con la ayuda del Señor.   
   
SALUDO Y  MONICIÓN.

ACTO PENITENCIAL.

GLORIA.

ORACIÓN COLECTA.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro del Génesis 2, 18-24.

El Señor Dios se dijo:
“No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.”
Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía.  Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera.
 Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase.
Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió.  Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre.
El hombre dijo: “¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!
Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre.
Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.”
     PALABRA DE DIOS


SALMO RESPONSORIAL. Salmo 127.
Antífona: Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.  Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.  Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!  

SEGUNDA LECTURA. 
Lectura de la carta a los Hebreos 2, 9-11.

Hermanos:
Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte.
Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos.
Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo.
Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.
PALABRA DE DIOS

ALELUYA.
Antífona: Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.       

EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10, 2-16

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?”
Él les replicó: “¿Qué os ha mandado Moisés?”
Contestaron: “Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.”
Jesús les dijo: “Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto.  Al principio de la creación Dios ´´los creó hombre y mujer.  Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne``.  De modo que ya no son dos, sino una sola carne.  Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.”
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo: “Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera.  Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.”
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: “Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios.  Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.”
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. 
PALABRA  DEL SEÑOR

HOMILÍA.

CREDO.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

LITURGIA EUCARÍSTICA

OFERTORIO.
Canto:
En tus manos divinas de Padre hemos puesto, Señor, nuestro mundo.

Estos brazos que elevan alegres las ofrendas de vino y de pan.

Nuestro mundo camino hacia el cielo, nuestras almas hambrientas de Ti.     

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

PREFACIO Y SANTO.

PLEGARIA EUCARÍSTICA.

RITO DE LA COMUNIÓN

PADRE NUESTRO.

RITO DE LA PAZ.

CORDERO DE DIOS.

COMUNIÓN.
Canto:
Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra, en toda la tierra.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado.  Qué es el hombre, para que te acuerdes de él; el ser humano, para darle poder.  Qué es el hombre, para que te acuerdes de él; el ser humano, para darle poder.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies.

Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, todo lo sometiste bajo sus pies. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Señor, haz de nuestro hogar un sitio de tu amor;
que no haya injuria porque Tú nos das comprensión;
que no haya amargura, porque Tú nos bendices;
que no haya egoísmo porque Tú nos alientas;
que no haya rencor porque Tú nos das el perdón;
que no haya abandono porque Tú estas con nosotros:
que sepamos marchar hacia Ti en nuestro diario vivir.

Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio.
Que cada noche nos encuentres con más amor de esposos.
Haz, Señor, de nuestras vidas, una página llena de Ti.
Haz de nuestros hijos, lo que Tú anhelas; ayúdanos a educarlos.

Haz que nos esforcemos en el consuelo mutuo;
que hagamos del amor un motivo para amarte más
y que demos lo mejor de nosotros, para ser felices en el hogar.

ORACIÓN.

RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN Y DESPEDIDA
Canto:
Gracias, Señor, por nuestra vida; gracias, Señor, por la ilusión; gracias, Señor, por la esperanza; gracias, de todo corazón.

Gracias, Señor, por cada hora; gracias Señor por cada flor; gracias, Señor porque esperamos a que mañana brille el sol; gracias, Señor, porque esperamos a que mañana brille el sol.

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