08 junio 2014

Homilías 2. La Santísima Trinidad, 15 junio

1.- CRISTIANISMO ES COMUNIDAD

Por Gabriel González del Estal

1.- Cristianismo es comunidad: este es, creo yo, el principal mensaje pastoral de esta fiesta. El misterio de la Santísima Trinidad nos habla de un Dios Trino, de un Dios familia y comunidad. Es cierto que la vivencia religiosa siempre se vive a solas, en el interior de uno mismo, pero no es menos cierto que la expresión comunitaria de nuestra fe se consolida y se acrecienta en una comunidad que se reúne en nombre de Cristo. Donde dos o más se reúnen en mi nombre, nos dice Jesús, allí estoy yo. Cuando expresamos comunitariamente nuestra fe en Dios Padre, es seguro que el Espíritu de Jesús está con nosotros.
El cristianismo es fundamentalmente amor: amor a Dios y amor al prójimo. No podemos querer amar y adorar a nuestro Dios, olvidándonos de los hermanos. El cristianismo no es solipsismo, ni relación exclusiva de mi yo con el Dios tres veces santo. La religión necesita, evidentemente, una vivencia y una experiencia interior y privada, pero la expresión y la celebración religiosa cristiana necesita, al mismo tiempo, una comunidad orante y participativa. Cristo le pedía al Padre que como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros. Es la conocida doctrina del cuerpo místico: todos los cristianos formamos una unidad con Cristo y, a través de Cristo, queremos vivir todos en comunión con el Padre. En esta fiesta de la Santísima Trinidad vamos a pedirle a Dios, nuestro Padre, que, a través de su Hijo, nos envíe siempre su Espíritu, para que vivamos nuestra religión con auténtico espíritu de amor y de comunidad.

2.- Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. La vida y la muerte de Cristo son producto y expresión de su amor a Dios y al prójimo. Cristo no murió para salvarse a sí mismo, sino para que nosotros fuéramos salvados por él. Dios Padre no envió su Hijo al mundo para condenarnos por nuestros pecados, sino para salvarnos de nuestros pecados. La vida de Cristo es un regalo de amor que nos hace nuestro Padre, Dios, para enseñarnos el verdadero Camino para llegar hasta Él, la verdadera Verdad que nos haga libres y la verdadera Vida que sacie nuestras ansias de felicidad e inmortalidad. Así nuestra vida, la vida de cada uno de nosotros, debe ser un regalo de amor que nosotros hagamos a los demás, no, principalmente, para denunciar y condenar sus pecados, sino para ayudarles a librarse del pecado y a encontrar la salvación.

3.- Que mi Señor vaya con nosotros, aunque éste es un pueblo de dura cerviz. Esta súplica que, prosternado en tierra, hizo Moisés a Dios, deberíamos hacerla nosotros todos los días. Somos personas de cerviz dura, que rompemos una y otra vez las tablas de la ley del amor a Dios y al prójimo. Sabemos que nuestro Dios es un Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Pero no pretendamos abusar egoístamente de la clemencia de Dios, porque Dios, además de ser clemente, es justo. Es seguro que él nos va a perdonar siempre que nosotros, con verdadero arrepentimiento, le pidamos perdón, pero también es cierto que él nos va a juzgar con justicia si nosotros no queremos doblegar nuestra cerviz dura y orgullosa, para arrepentirnos y pedirle perdón.

4.- La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos vosotros. Estas palabras de San Pablo, en su segunda carta a los Corintios, las seguimos diciendo nosotros muchos días al comenzar nuestra celebraciones eucarísticas. Son palabras bellas y profundas, que no deberíamos limitarnos a escucharlas al comienzo de la misa, sino que cada uno de nosotros deberíamos decirlas y rezarlas individualmente muchas veces a lo largo del día. Son palabras que expresan maravillosamente el misterio trinitario. ¡La gracia de Cristo, el amor de Dios, la comunión del Espíritu! ¡Qué felices seríamos si viviéramos siempre habitados por estas tres divinas Personas!

2.- ESA BENDITA Y DESVAÍDA FOTO DE DIOS

Por José María Maruri, SJ

1.- Cuando uno tiene que ver y comentar unas de las fotos de un álbum de boda parece que el tiempo no acaba nunca. Otra cosa es ver fotos antiguas de la familia: mamá y tía Nima en la playa, se bañarían con pamela, papa de quinto en la mili, los pocos días que estuvo porque no había uniforme a su medida y lo licenciaron. Aquellos eran otros tiempos… aunque luego más recientemente desapareciera el servicio militar obligatorio… Yo a los tres años vestido de gitana y con pendientes. Porque mamá esperaba niña y salí niño y tuvo que conformarse con la foto. Y mi hermano Miguel, de Pierrot.

Pues hoy el día del álbum familiar que pone a ante nuestros ojos nuestra Madre Iglesia que quiere que, en lo que cabe, no vivamos toda la vida huérfanos sin conocer a nuestro Padre Dios, que aunque en una fotografía vieja de color sepia desvaído sepamos de cómo es para encontrárnoslo lo sepamos reconocer.

Claro que enseñarnos a hijos ciegos la cara de nuestro Dios es como tratar de explicar aun invidente el azul del cielo. Que Dios es uno solo pero no es un solitario. Es uno pero es tres… total el azul para un ciego de nacimiento.

2.- De siempre ha habido fotógrafos curiosos, que llaman teólogos, que se han empeñado en dar vida a esa fotografía antigua y que nos la aclaran diciendo que esos tres en Dios son relaciones transcendentales o más claro aún nos hablan de las procesiones de las divinas personas… ¿clarísimo, verdad? monaguillos, cruz alzada, cura con bonete y una charanga de pueblo. Bueno como las procesiones de antes, de mucho antes

Los místicos no son profesionales, pero en las notas de sus visiones, uno como San Ignacio dice que vio tres teclas. San Juan de la Cruz, un río dividido en tres caudales y San Pablo tiene un fogonazo como aquello de “ni oído oyó, ni ojo vio…

3.- Y sin embargo son estos no profesionales, los místicos, lo que más se han acercado a dar color al desvaído sepia de las fotos viejas de Dios.

San Juan de la Cruz tiene estos versos

Como amado en el amante

uno en otro residía

Tres personas y un amado

entre todas tres había,

y un amor en todas ellas,

que un amante les hacía

y el amante es el amado

en que cada cual vivía…

Por lo cual era infinito

el amor que las unía, 

un mismo amor tres tienen

que su esencia se decía,

que el amor cuanto más uno

tanto más amor se hacía

Con toda la oscuridad (para nosotros cegatos) de estos versos, tienen la lucidez de aquella frase de San Agustín. “entiendes la Trinidad, si vives en el amor”

4.- El que ama de verdad siente que con gusto se perdería en la otra persona, se disolvería gustoso en el otro como ser uno solo.

**es aquello de “serán dos en una sola carne, en un solo ser. Es la institución hindú que en el “Tú quien eres” que pregunta la novia encuentra la respuesta del novio “Soy Tú”

**Dios es amor y amor es darse, es entrega y unión y por eso Dios se abre en tres para unirlos en uno

**Dios es el amante de las tres personas y el amado de las tres. Son tres amantes y un solo amado porque todas se disuelven en ese solo ser que las atrae con su amor y las quiere convertir en Si misma, tendiendo a que cada una diga “Soy Tú”, sin dejar de ser cada una.

**Dios dejó su imagen trinitaria en el hombre y en la mujer que por amor deben llegar a ser uno sin dejar de ser dos.

Pues esta es la desvaída foto que nos muestra hoy nuestra Madre Iglesia. Es el rostro bendito de nuestro Dios que entre sombras de antigüedad nos deja entrever unos ojos llenos de cariño infinito que de desborda en si mismo y hacia los demás. Unos ojos en los que no cabe rencor, venganza, ni odio.

Conservemos esa bendita foto en nuestro álbum familiar aunque este desvaída, que un día cobrará su color y realidad.

3.- UNA DEMANDA PENDIENTE

Por Gustavo Vélez, mxy

“Dijo Jesús a Nicodemo: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”. San Juan, Cáp. 3.

1.- Cursa en el cielo una demanda contra un grupo de bautizados. Ellos se han defendido alegando que son teólogos. Pero san Lucas, fiscal para estos temas, les ha dicho: El oficio que a ustedes compete, más que complicar el evangelio, es explicar las cosas de Dios en lenguaje simple y llano.

Todo ocurrió cuando se introdujo en la liturgia de la Santísima Trinidad un párrafo muy singular: “Eres un solo Dios, un solo Señor, no en la singularidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. De modo que al confesar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos lo que es propio de cada persona divina y también la unidad de la esencia y la igualdad de su majestad”. La demanda continúa pendiente, hasta que la corte celestial dicte un fallo.

Los peritos señalan que esta curiosa fórmula viene de tiempo atrás, cuando la experiencia cristiana se vertió en moldes griegos. Sin embargo, cuando regresamos al Evangelio, descubrimos que para encontrarnos con Dios, más que las tareas del entendimiento, valen las pesquisas del amor. A través de la historia, muchos grupos humanos comprendieron que el universo no se explica sin la existencia de un ser superior. Y se preguntaron enseguida: ¿Dónde habitará ese Creador, quiénes le acompañan, cuáles son sus costumbres, qué pretenderá hacia nosotros? De tales inquietudes surgieron las diversas religiones con sus desatinos y aciertos.

3.- En un contexto judeocristiano la búsqueda religiosa se ilumina por la palabra de los profetas y luego por la presencia de Dios entre nosotros. Jesús de Nazaret, a quien confesamos Dios y hombre, nos dio un curso completo, que disipa toda incógnita sobre quiénes somos y adónde nos dirigimos.

En repetidas ocasiones el Maestro enseñó que Dios es Padre, no sólo por su poder sino por su capacidad de perdón y su ternura. Que se hizo visible en Jesucristo, su enviado, su palabra, su Hijo unigénito. Igualmente que Jesús nos ha dejado su Espíritu, su fuerza y su luz que empujan la historia hacia metas de equilibrio, de realización, de plenitud.

La Iglesia primitiva, acunada sobre la enseñanza de los apóstoles fue descubriendo la grandeza de Dios, que no se agota en una sola persona. Y desde siglos atrás los cristianos de a pie aprendimos a rezar: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”.

4.- Cuenta además san Juan, cómo el Maestro en una larga entrevista con cierto rabino de Jerusalén, le descubrió en palabras sencillas, algo que responde a aquellas preguntas iniciales: ¿Dónde habitará ese Creador, quiénes le acompañan, cuales son sus costumbres, qué pretenderá hacia nosotros?: “Dijo Jesús a Nicodemo: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”.

Era de noche sobre Jerusalén y Nicodemo, de cara a Jesús y lleno de asombro, empezaba a sacar las consecuencias: Dios es amor. Amor sustancial, dirían más tarde los teólogos, Amor en comunidad. Y su proyecto sobre el mundo no es de ninguna manera condenarnos. Es salvarnos a todos.

4.- MISTERIO DE AMOR

Por Antonio García-Moreno

1.- El camino del desierto quedó como paradigma, como ejemplo que sería recordado muchas veces. Fueron momentos inolvidables en los que Dios estuvo cerca de su pueblo como nunca. El desierto se convertía así en una mística, un vivir en soledad y silencio, en intimidad entrañable con Dios. Por eso, a lo largo de la Historia hubo quienes buscaron, y buscan, el desierto o la montaña como lugar de encuentro con el Señor.

No es cierto que para encontrar a Dios tengamos que huir del mundo. Algunos así lo deben hacer por vocación divina. Pero los demás no. Sin embargo todos podemos y debemos buscar el silencio y la soledad para estar con Dios. De ordinario dedicando un rato cada día, unos días cada año. Y siempre entrando en lo interior de nuestro corazón, donde Dios nos espera y nos ama. Aunque fuera haya polución y ruidos, dentro de nosotros puede haber aire limpio y silencio apacible.

3.- Uno de los ritos en la celebración de una alianza era el banquete sagrado. Los pactantes comían un mismo alimento. De ese modo, la fuerza vital contenida en el alimento pasaba a los comensales, que así se unían estrechamente. A veces el rito se hacía a través de la sangre, mezclándola mediante incisiones en las palmas de la mano en cada pactante, que se estrechaban para que la sangre de uno pasara a la del otro.

En Israel se celebró el rito de la Alianza del Sinaí derramando parte de la sangre del animal sacrificado sobre las esquinas del altar, mientras que el resto se asperjaba sobre el pueblo. De ese modo una misma sangre entraba en contacto con Dios, representado en el altar, y sobre el pueblo asperjado con esa sangre. Son ritos que laten en la cena pascual cuando el Señor instituye el Sacramento de la Eucaristía. Por eso en la Comunión de Cuerpo y la Sangre de Cristo quedamos unidos al Señor y también con cuantos participan en la Eucaristía.

3.- El capítulo VI es uno de los más extensos, y también más densos en los relatos del Evangelio de San Juan, y pletóricos de rico sentido teológico. Este versículo que hemos señalado es el gozne que une este texto con la primera parte de los discursos pronunciados, según refiere San Juan, por el Señor en la sinagoga de Cafarnaún. Primero ha insistido en la necesidad de la fe para alcanzar la vida eterna.

Luego el Maestro expone la doctrina de la Eucaristía, insistiendo en la necesidad de comer su carne y de beber su sangre para alcanzar esa vida eterna. Sus palabras provocan una reacción de escándalo y rechazo. Tanto que incluso los discípulos le abandonan. Ante esa actitud Jesús no suaviza sus afirmaciones, ni aminora sus exigencias. A los apóstoles les pregunta si también ellos se quieren marchar. Pedro, en nombre de todos, hace un acto de fe y de confianza en Jesús... Sólo así, con una fe rendida y firme, podremos aceptar el Misterio de Amor que supone que el Señor se haga pan para que le podamos comer.

5.- REFLEJO DE LA TRINIDAD EN NUESTRA VIDA

Por José María Martín OSA

1.- Es muy conocida la leyenda de San Agustín meditando el misterio de la Santísima Trinidad en la playa: un niño trata de meter toda el agua del mar en un pequeño pozo. San Agustín le advierte que es imposible conseguir eso que se propone. El niño le responde que es todavía más difícil que el obispo de Hipona llegue a desentrañar el misterio en el que está pensando. Es muy probable que este suceso no ocurriera en realidad y que se trate de una leyenda piadosa. San Agustín escribió un inmenso tratado titulado “De Trinitate”. Tras una profunda y extensa reflexión llegó a la conclusión de que vemos estas cosas en espejo y en enigma, sólo podemos decir que “se nos presenta en el Padre el origen, en el Hijo la natividad, en el Espíritu Santo del Padre y del Hijo la comunidad, en los tres la igualdad”,

2.- Dios es amor. En el Libro del Éxodo Moisés pronuncia el nombre del Señor. Los israelitas no se atrevían a pronunciar el nombre de Dios, pero aquí muestra su cercanía a Moisés y proclama que “Dios es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad”. Dios no es desde ahora un Dios distante, sino cercano al hombre. Juan en su evangelio proclama que “tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en El, sino que tengan vida eterna”. Cuando vino Jesús al mundo se presentó como un nuevo Moisés, pero con la diferencia de que conocía a Dios como nadie hasta ahora le había conocido…. Jesús nos enseñó a llamar a Dios con una confianza que es todo un atrevimiento. Nos dijo que cuando invocáramos a Dios le llamáramos “Abbá”, es decir papaíto. Lo que reveló Moisés en el Sinaí, cuando Dios dice de sí mismo que es compasivo, paciente y lleno de amor, se hace realidad en Jesús, el Hijo de Dios. Siendo nosotros injustos y pecadores Cristo murió por nosotros. Esta es la mayor prueba de amor. Esta revelación debe llenarnos de confianza ante la muerte, pues Dios mandó a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por El.

3.- Dios es comunión entre personas. El misterio de unidad y comunión de Dios debe reflejarse también en nuestra vida. Somos muchos y distintos, pero estamos llamados a la unidad y comunión. Unidad no es uniformidad, sino riqueza de dones y carismas. Ninguna persona que quiera alcanzar la unión con Dios puede caer en la tentación de vivir aislado y dominado por su egoísmo individualista. Necesitamos la conexión con los otros, pues nadie puede llegar a Dios si no está en comunión con los hermanos. Quien dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso. El misterio de Dios unidad y comunión debe trasladarse a nuestra manera de organizar justamente la sociedad. Nuestra fe en la Trinidad tiene consecuencias para la existencia del hombre en la tierra.

6.- SANTISIMA TRINIDAD: ¡NO A LA DISPERSION!

Por Javier Leoz

Hablar del Misterio de la Santísima Trinidad es comprometido. Sobre todo si lo intentamos hacer desde nuestros pobres esquemas y con el ansia de llegar al fondo mismo de Dios.

1.- Pero, ante todo, la Santísima Trinidad, nos da una gran lección: como mejor se llega a buen puerto, es en familia, unidos, en común unión, trabajando en la misma dirección. La unidad de criterio, algo tan impensable en la política, en la educación, en la sociedad, en los amigos, etc., –de repente- es visible (aunque sea incomprensible) en el Misterio de la Santísima Trinidad.

12.- Un buen día, un padre, se levantó con las primeras luces del alba. Llamando a sus dos hijos que estaban descansando, inició el traslado desde un inmenso granero de 100 sacos de trigo. Uno a uno, con la ayuda de sus hijos, los fue colocando encima de un carro tirado por una yunta de tres bueyes. Llegado un momento, y en una gran cuesta, fue necesario el auxilio de los tres (padre e hijos) para que la carga no se desparramase y llegase hasta su destino.

Pues bien, la Santísima Trinidad, lejos de ser una especie de yunta de bueyes, si que son tres personas desvelándose y velando en común. Con un mismo pensamiento. Con idéntica naturaleza. Los tres, Padre, Hijo y Espíritu, tienen los ojos puestos en el mismo horizonte y, sobre todo, valoran y cuidan su íntima comunión.

Cuando llegan las elecciones solemos escuchar aquello de “no a la dispersión de voto”. La Santísima Trinidad es fuerte, indivisible porque están ensambladas tres personas, estrechamente acopladas. Tan fundidas en un abrazo que es imposible ver una fisura en sus ideales divinos.

3.- Hoy, en este día de la Santísima Trinidad, damos gracias al Padre porque, desde muy antiguo, se manifestó de diversas maneras y de modo admirable patriarcas, profetas y reyes. Porque, en un momento determinado, la Palabra la vimos nacer Hombre y Dios en Belén y, porque al final de caminar la Palabra Encarnada por los senderos del mundo, se hizo Espíritu. Un Espíritu que acompaña, anima y fortalece las entrañas y las iniciativas de toda la Iglesia. ¿Se puede pedir más a este Dios Trinitario?

Impresiona el deseo de Dios de hacerse con el hombre. Es admirable el empeño de Dios de encontrarse con la persona. Podía haberse quedado, perfectamente y sin miramiento alguno, bien acomodado en el cielo. Contemplando el devenir (positivo o negativo) de aquellos seres creados a su imagen y semejanza. ¡Pero no! Dios, desplegando toda su creatividad e ingenio, no tuvo mejor cosa que convertirse en una gran familia trinitaria para alcanzar, en distintas sensibilidades, al género humano: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu.

4.- Que este Misterio de la Trinidad nos ayude a trabajar por poner el amor en todo lo que somos, hacemos y expresamos. Sólo así, lejos de dispersarnos, podremos ofrecer a Dios lo que, a cambio, nos pide en su afán de hacerse el encontradizo con nosotros: ser amado.

Dios Trinitario es grande, pero se manifiesta en las cosas más sencillas. Cuentan que una vez un hombre susurró: Dios, dime algo, Y un árbol cantó. Pero el hombre no escuchaba. Luego, el hombre habló más alto pidiendo: ¡Dios, háblame! Y el viento silbó a su alrededor. Pero el hombre no oía. El hombre miró a su alrededor y gritó: ¡¡ Dios, déjame que te vea!! Y una estrella se encendió con fuerza en el cielo. Pero el hombre no veía. Entonces, el hombre gritó: ¡Dios, muéstrame un milagro! Y en ese momento un niño nació. Pero el hombre no se enteró.

5.- Luego el hombre, ya desesperado, pidió a voces: ¡Tócame Dios! ¡Hazme saber que estás aquí! Dicho esto, Dios bajó y le tocó. Pero el hombre, sin darse cuenta, espantó la mariposa que volaba a su alrededor y continuó caminando.

Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, está muy cerca de nosotros, pero tenemos que darnos cuenta para que no pase desapercibido.

6.- HAZME COMPRENDER, OH DIOS

Que hay cosas que nunca entenderé,

y en las que, sé, que siempre estarás Tú.

Que el amor, puro y radical como el tuyo,

es la fuente de la unión.

Que el amor, simple y egoísta del ser humano,

es, muchas veces, inicio de muchos sufrimientos

HAZME ENTENDER, OH DIOS

Que en lo aparentemente inexistente para mis ojos

residen muchas verdades de tu amor y de tu poder

Que en amor, gratuito y que por tres canales me das,

te puedo amar como Padre, Hijo y Espíritu

Que en el secreto de ese triple anillo trinitario

puedo beber yo el agua de la comunión 

que se respira y se vive en el cielo.

HAZME ENTENDER Y COMPRENDER, SEÑOR

Que siendo invisible como eres

te hiciste como nosotros en Belén

sin más pretensión que el poder tocarnos

sin más deseos que el amarnos más y mejor

sin más intenciones que compartir nuestra existencia

sin más derecho que integrarte en medio de nosotros.

HAZME ENTENDER Y COMPRENDER, MI DIOS

Que, sin ser demasiado conscientes,

yo también soy imagen de tu amor trinitario

Que en mi mano está el amar, o el odiar

Que en mi corazón está la fuerza para la comunión

o la inclinación hacia la división

Que mis pies pueden caminar hacia el bien común

o hacia mi propio egoísmo.

¡GRACIAS, SEÑOR!

Porque, al ser demasiado grande,

ya que hay ciertos misterios que no entiendo ni comprendo

doblo mis rodillas y te digo: ¡TE AMO y TE QUIERO!

Amén

7. - UNO Y TRINO EN TODO Y PARA TODO.

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Yo creo que se llega al convencimiento de lo que es la Trinidad por intuición o por gracia. No creo que haga falta entenderlo sobre una base completamente racional. ¿Para qué? Partiendo de la dificultad humana para poner límites a la condición divina pues ya todo es posible. Pero, realmente, el mejor argumento sea el del amor, el de Dios Familiar. Luego seguiré un poco más por ahí.

Es inevitable, de todos modos, buscar alguna imagen. El ser humanos tiene tendencia a “fotografiar” todo. En cuanto a las representaciones gráficas es verdad que hay algunas notables como, por ejemplo, las tres teclas de Ignacio de Loyola. Una vez aquí en Betania escribí yo que la Trinidad sería parecida a una nave de investigación espacial en la que el módulo principal se queda en órbita, otro, el de investigación, baja al planeta a hacer su labor y que hay un contacto entre ambos mediante un sistema de transmisión de datos que une ambos y los comunica. El módulo “de arriba” sería el Padre, la cápsula que aterriza sería el Hijo y el fluido constante de relación e información (amor) sería el Espíritu. Esta definición le llamó mucho la atención al Padre Leoz –ya hace años—que me parece que la utilizó en algún lugar. ¿Pero hace falta esa comparación? No lo sé. La cuestión es que, como decía antes, si no limitamos las posibilidades de Dios todo es posible.

2.- La Trinidad es más que básica y fundamental para nuestra fe. Así podemos entender mejor a Dios. Hemos recelado, a veces, de la bondad del Padre al pensar que ha permitido la terrible muerte de Hijo en la Cruz. La idea sacrificial se inscribe más en ideas que se aproximan a la sociología del Antiguo Testamento. La muerte de Jesús se entiende mejor con la parábola de los viñadores asesinos y, sobre todo, al ser Uno y Trino, también el mismo Padre sufrió el tormento de la Cruz. Algunos de los prisioneros de los nazis, en los campos de concentración, preguntaban también donde estaba Dios cuando se producían esos crímenes. Dios estaba junto a los ajusticiados y sintiendo esa misma muerte. Es un Dios de amor que engendró un día por amor al Hijo y que el flujo de ese amor era –y es—el Espíritu Santo. Uno y Trino en todo y para todo. No obstante es bueno aplicar una buena dosis de humildad a todo esto. Es obvio que la teología cristiana, muy emparentada con la filosofía de origen greco-latino, ha querido encontrar respuestas precisas y notables. Por eso decía yo –eso sí con una cierta prevención y mucha humildad—que en estos casos es mejor la intuición, que otra es otra cosa que algo que sale de tu corazón.

3.- La fiesta de la Santísima Trinidad entra en el calendario romano en 1331. Pero la devoción a la Trinidad comenzó a incrementarse de manera notable en el siglo X. Es cierto, además, que las alusiones trinitarias en la liturgia son muy frecuentes desde los primeros momentos de la Iglesia. Las lecturas de la misa de hoy son muy adecuadas a lo que estamos celebrando. Así hemos escuchado en la primera lectura del Libro del Éxodo la narración de la presencia de Dios en el monte Sinaí ante un Moisés echado en tierra que espera que el Señor perdone a un pueblo de dura cerviz. Habréis reparado en la brevedad del fragmento proclamado de San Pablo y procedente de la segunda carta a los fieles de Corinto. No hace falta que sea más largo. Dice. “La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros”. Es una frase de honda definición trinitaria, además de ser una frase presente en los textos litúrgicos de la Misa. También, obviamente, es breve el fragmento del capitulo tercero del evangelio de San Juan, que se acaba de proclamar y ha definido la esencia de la Redención: el envío y misión de Jesús, desde el Padre para se salve el mundo.

4.- Estamos ante una fiesta de amor, ante una realidad familiar del propio Dios, basada también en el infinito amor que fluye y circula entre las tres Personas. Dios es amor y esa circunstancia es la que da forma e ilustra todo lo demás. Y lo que es completamente cierto es que si no estamos dispuestos a amar a Dios sobre todas las cosas, muy difícilmente entenderemos el misterio de la Trinidad. No sirve ni la ciencia, ni el método científico, ni la filosofía y si me apuráis ni siquiera la teología. Solo ayuda el amor. Y a partir de ver en las criaturas el amor de Dios, nos acercaremos mucho más a esta realidad esplendida del Dios Familia, de la Santísima Trinidad.

Nota.- La Carta del Editor contiene tambien reflexiones sobre la Trinidad Santísima

LA HOMILIA MÁS JOVEN

TRINIDAD SANTA

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Seguramente se os ha ocurrido en alguna ocasión, mis queridos jóvenes lectores, que esto del misterio de la Santísima Trinidad, no aparece en la Biblia. Probablemente también, habréis pensado que no os interesa para nada, que es suficiente con la fe y confianza en Jesús, el maestro y amigo de Nazaret.

Tal vez, en alguna ocasión, podéis ser interpelados por personas que desde dos extremos, os atacan, increpándoos por aceptar la Trinidad. Os pueden decir que para qué sirven tantos dogmas, y este en especial, que la fe religiosa debe ser sencilla y simple, que es suficiente creer en Dios y basta. Os pueden decir también que sois politeístas, es decir, que creéis en tres dioses y en cambio ellos, poseen unas creencias más evolucionadas y perfectas: creen en un solo Dios. Os pueden decir otros, que es perder el tiempo, preocupándose de cosas de fuera. O también que conseguir la paz interior, el dominio de sí mismo, es la tarea fundamental de cualquier persona.

2.- Os he dicho que se trataba de dos extremos y no quiero dejar de dar algunos detalles y darles nombre. El primer interlocutor muy bien pudiera ser de religión musulmana. La Trinidad, para ellos, significa admitir tres dioses (para nosotros nuestra Fe perdería enteros, si así lo fuera). El segundo interlocutor lo hace desde el otro extremo. Lo deberíamos incluir en el conjunto de las espiritualidades orientales, que crecen en torno al budismo.

3.- Creer en un solo Dios es un gran adelanto. Religiones hay que aceptan más de mil. Pero creer en Dios no es como saber que en un determinado lugar de la galaxia, existe una estrella. Dios no nos deja indiferentes, porque está en el origen de nuestra existencia, lo intuimos y es la razón de nuestra continuidad, lo reconocemos. Existe otro motivo supremo. Dios nos ama y desea ser amado y, si alguna vez habéis estado enamorados sabréis que el que ama desea conocer detalles de aquel a quien ama. Puede fascinarle en el primer momento la belleza de su cuerpo, pero enseguida deseará descubrir detalles de su vida, de lo que sabe, de cómo es. Los amores grandes siempre son un misterio. Puede un matrimonio pasar muchos años de feliz convivencia y siempre querrá cada uno enterarse de alguna cosa nueva de su consorte. Y por mucho que se cuenten, siempre quedará del otro un rinconcito desconocido. Algo semejante pasa con Dios, pero a lo grande.

Buscar en exclusiva la serenidad, la paz interior, el conocimiento místico, puede parecer suficiente, pero no pasa demasiado tiempo para desear imperiosamente no sentirse sólo, por perfecto que uno se crea. Una persona repleta de paz difiere de otra persona que también se crea poseedor de ella. Somos diferentes y aspiramos al diálogo. A comunicarnos para conocernos y enriquecernos del otro. Dios lo sabe y por eso se adelantó a hablarnos y explicarnos.

4.- Por Jesucristo hemos sabido muchas cosas, hemos aprendido a comportarnos y hemos avanzado en el conocimiento de nosotros mismos. Pero la mayor prueba de amor que puede tenerse, la expresión de la suprema confianza, es la confidencia. Cuando siente amor, se da y se recibe, se cuenta al amado aquello que de uno mismo los demás no saben. Normalmente eso se hace en secreto. Se dice al oído: no se lo cuentes a nadie, pero yo sé… o a mí me pasó un día… en mí familia ocurrió… Es un acto de confianza y nos satisface ser depositario de estas confidencias. Algo así podemos afirmar de Dios. Amó tanto a los hombres que empezó un día a hablarles de sí mismo. Poco a poco y con emoción lo fue comunicando. Nunca dijo: “Yo soy Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas distintas y un solo Dios verdadero”, como rezaba el catecismo. No encontraréis esta frase en la Biblia, no. Pero si leéis, si hoy habéis escuchado y asimilado las lecturas de la misa, deduciréis que Dios es Padre, más aun “papaíto”. Dios es Hijo y Hermano mayor nuestro. Nos llega su Espíritu a nuestro interior y en algún momento nos parece explotar de júbilo.

La actitud de los que pretenden despreocuparse de si existe Dios o de cómo es, diciendo que uno debe perfeccionarse con sus propias fuerzas y es suficiente, es una concepción muy restringida. Nosotros nos sentimos individuos. Queremos mantener nuestra originalidad. No deseamos disolvernos anónimamente. Somos así, es muy difícil, yo creo imposible, negarlo. Dios ha acudido para responder a este anhelo y sin decirnos que abandonemos la labor de perfeccionarnos, nos ha dicho que está a nuestro lado, que nos acompaña, que nos protege, porque nos ama. Las confidencias se hacen en secreto, os lo recuerdo. Seguramente cuando recibisteis alguna se os dijo: no se lo cuentes a nadie. Las confidencias de Dios pueden ser anunciadas y contadas. De todos modos, por mucho que lo oigamos, si no lo meditamos en el silencio y soledad de nuestra interioridad, no avanzaremos espiritualmente. Por mucho que sepas, aprendido en libros o conferencias, lo mejor te será comunicado en tu soledad, para que te convenzas que no estás nunca solo y te sientas feliz y satisfecho de serle a Dios honestamente fiel.

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