PENTESCOSTÉS es: Plenitud Pascual. Porque «Si yo no me voy -dice Jesús- no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy os lo enviaré» (Jn. 16,7). Jesús se está refiriendo a su muerte necesaria para la Pascua Gloriosa. Cristo tiene que morir y resucitar para enviar el Paráclito a los discípulos. «Os conviene que yo me vaya». El Espíritu santo viene después de Él y gracias a Él, para continuar en el mundo por medio de la Iglesia la obra de la Buena Nueva de salvación.
2.- Pentecostés es: La Hora del Espíritu. Porque «todos quedamos llenos del Espíritu Santo» (Hechos 2,3). No tenemos un retrato del Espíritu. La Escritura lo presenta siempre en acción. No tiene rostro, ni siquiera un nombre que pueda evocar una figura humana. Es como el viento que sopla donde quiere
Como el aliento de vida que penetra la carne. Como el agua que purifica, fecunda la tierra, calma la sed. Como aceite que impregna las piedras más duras. Conocer el Espíritu es experimentar su acción, dejarnos invadir por su influencia, hacernos dóciles a sus impulsos.
3.- Pentecostés es: Don de Dios. Si conocieras el «Don de Dios», dijo Jesús a la mujer samaritana (Jn. 4,10). Es tan inmenso ese don, es tan infinito, nos sobrepasa tanto que nosotros necesitamos, en cierta manera, abordarlo como por partes, aunque no tenga partes, como por puntos, aunque no tenga puntos. Son los dones del Espíritu. No son dones aislados. Es don con su irradiación en cada uno de nosotros.
¡Tus sagrados siete dones, la plenitud!
4.- Pentecostés es: Amor y Consuelo. «Porque ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que se nos ha dado» (Roma 5,5). Como un perfume que se desprende la unión del Padre y del Hijo y se difunde hasta nosotros.
El mayor gozo y consuelo que podemos encontrar, no está fuera de nosotros mismos, sino dentro. Viene del Espíritu que está en nosotros como «dulce huésped del alma» y «fuente del mayor consuelo».
5.- Pentecostés es: «Fuerza de lo alto». Porque «vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo» (Hechos 1, 1-8). Hay quienes tienen fuerza de músculos y de voluntad, pero no tienen fuerza espiritual y ceden a los impulsos de las pasiones internas y a las pasiones que sobre ellos ejerce el ambiente que les rodea. El Espíritu de Pentecostés sostiene la voluntad y la hace fuerte, operativa y perseverante para enfrentarse con las dificultades y sufrimientos, incluso hasta el martirio.
6.- Pentecostés es: Unidad y Universalidad. Unidad por que «cada uno los oía hablar en su propia lengua» (Hechos 2,6). En Babel como consecuencia del pecado se quebró la unidad del género humano. En Pentecostés todos los pueblos de la tierra, aún hablando lenguas diferentes, se unen en la inteligencia, en la fe y el amor.
Lo más disperso se une. Es la universalidad del Espíritu que derriba todo muro de separación dentro y fuera de la Iglesia y une en su misión a todas las lenguas, pueblos y naciones.
7.- Pentecostés es: Fuego Purificador. «Vieron aparecer unas lenguas como llamaradas» (Hechos 2,2). Tenemos el peligro de saber mucho, de tener muchas ideas
Pero están frías, vivir apagados, quedarnos en la mediocridad o la indiferencia. Necesitamos el fuego irresistible de Pentecostés que ha encendido y enardecido a los Santos.
Los discípulos de Emaús sintieron que ardía su corazón en el encuentro con Cristo. Nuestra alma encendida y purificada podrá interrogar e iluminar a los hombres.
8.- Pentecostés es: Viento incontenible. Porque «llenó toda la casa donde estaban» (Hechos 2,2). Para el Espíritu no hay obstáculos. Tan inútil e imposible es querer encadenar el viento del Espíritu como contener el agua del mar en nuestras manos. «El sopla donde quiere» (Jn. 3,8), no donde queremos nosotros. Él nos guiará donde él quiere y como él quiere, no donde y cómo nos gustaría a nosotros, gracias a la nueva vida de Dios que está generando constantemente en nosotros.
9.- Pentecostés es: Luz y Verdad. Que «escruta las profundidades de Dios» (1Cor. 2-10). Sin esta luz sobrenatural no puede el hombre remontarse a lo alto para contemplar, penetrar y entender los misterios de la fe.
A veces los más rudos e ignorantes se levantan sobre los más 'sabios' del mundo y pueden entender más a Dios que los más renombrados filósofos y doctores, porque el Espíritu «nos guía hasta la verdad plena» (Jn. 16.13), haciéndonos profundizar en ellas.
10.- Pentecostés es: Testimonio Evangelizador. Porque «seréis mis testigos... hasta los confines de la tierra» (Hechos 1,8). Jesús prometió a los discípulos el Espíritu Santo que da la fuerza para anunciar el Evangelio aún en medio de la persecución.
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