11 agosto 2014

Ideas para la homilía. Domingo XX del T.O. 17 de agosto

1.- EXTRANJEROS

Por Pedro Juan Díaz

1.- La Palabra de Dios de hoy tiene un hilo conductor común y es la apertura de la fe a los gentiles, a los extranjeros. No podía evitar recordar una canción de un cantautor religioso que se llama Migueli y que dice: “Extranjero, ¿qué será eso de extranjero? Será ser de otro color, será no estar en lo cierto, será no sentir pasión en las fiestas de los pueblos. Será no sentir calor, no tener amigos cerca, que te exploten sin problemas, que la frialdad te endurezca; tal vez, a tu alrededor, un cerco de indiferencia y fronteras de rechazo, de incomprensión, de impaciencia. No mirarte al corazón, que no valoren tus hechos, que el dolor te obligue a huir y a morir en el Estrecho, que sufras y te culpemos, de miserias en extremo, guerras, hambre, dictadores y no nos solidaricemos”.


2.- A veces pensamos que las cosas que les pasan a los demás, como no son de los nuestros, o son de fuera, o inmigrantes, que no les duelen, que no sienten lo mismo que nosotros, incluso nos preocupa menos un accidente donde muera gente de otro país, que uno donde mueran españoles. ¿No os habéis dado cuenta? Esa mentalidad estaba muy arraigada en el pueblo judío. Ellos eran los “buenos” y los demás unos “paganos asquerosos” que no creían en nada. Sin embargo hoy escuchamos al profeta Isaías decir: “A los extranjeros que se han dado al Señor…los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración”. Dios quiere una “casa” sin fronteras, pero las personas nos empeñamos en poner límites, vallas, pinchos, etc… Pero que tengamos claro que ese no es el proyecto de Dios, que su proyecto romperá algún día todos nuestros criterios reduccionistas.

3.- Hasta el mismo San Pablo se dio cuenta y se convirtió en “apóstol de los gentiles”, después de encontrar un continuo rechazo entre los de su misma religión, de su misma raza, de su misma sangre. Eso le hizo abrir su mente y su corazón y llevar el Evangelio a todas las personas, descubriendo que la salvación es universal y que Dios la quiere para todos, porque todos somos sus hijos.

4.- El último ejemplo lo pone Jesús, con su actitud hacia la mujer cananea. El evangelio de Mateo recoge la manera de pensar de aquella época: la salvación es solo para el pueblo judío, para el pueblo elegido, para el “pueblo de Dios”. Pero Jesús es un gran pedagogo y sabe sacar lo mejor de aquella mujer y dejarse “convencer” por su suplica y por su gran humanidad. Y acaba alabando su fe, que es capaz de todo: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”. ¡Qué bueno Jesús alabando la fe de una extranjera delante de sus discípulos! Imaginaos qué caras pondrían aquellos. Y que gran lección para nosotros, para no quedarnos con lo exterior de las personas, sino ver que hay dentro, en su corazón. Seguro que encontraremos al mismo Dios que nosotros tenemos, al que llamamos Padre y que nos hace hermanos. Que la Eucaristía nos ayude a vivir esta comunión con Dios y con los demás, sin fronteras, ni barreras.

2.- LA VOLUNTAD SALVÍFICA DE DIOS ES UNIVERSAL

Por Gabriel González del Estal

1. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Comenzamos hoy con el salmo responsorial: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Dios quiere que todos, sin distinción de pueblo, raza, o religión, se salven; su corazón justo y misericordioso no puede querer que alguien se condene. Por eso, si queremos seguir afirmando que fuera de la iglesia católica no hay salvación, hemos de entender la palabra en un sentido literalmente católico, es decir, universal, aplicada al mundo entero. Nuestra fe nos dice que Cristo murió por todos, que es redentor universal, incluidos los pecadores. No sólo en el evangelio de hoy, sino en otros muchos textos bíblicos se nos dice que es la fe la que nos salva, independientemente de la raza, o nación, o religión a la que pertenezcamos. La mujer cananea, de la nos habla el evangelio de hoy, no era judía, ni por raza, ni por religión y, sin embargo, Cristo le dice que su fe le ha devuelto la salud a su hija. La voluntad universalmente salvífica de Cristo es una verdad que nos la repiten san Pablo y san Juan en muchas ocasiones. Por supuesto que la fe no es una simple creencia racional, es fidelidad a una alianza, es compromiso, es seguimiento amoroso de nuestro Salvador Jesucristo. Leído, en este contexto, el texto del evangelio de hoy, nos parece consolador y magnánimo. La mujer cananea no era judía, era pagana, un perro para los judíos integristas, pero su fe en la salvación católica que le ofrecía el profeta judío Jesús de Nazaret era una fe profunda y verdadera. Por eso, su fe en Jesús curó a su hija y expulsó el demonio malo que tenía dentro del cuerpo y del alma.

2. A los extranjeros… que perseveran en mi alianza los traeré a mi monte santo, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios, porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos. Debemos tener en cuenta que este texto de la primera lectura, del profeta Isaías, es un texto escrito en el siglo sexto antes de Cristo y dirigido a un pueblo judío en el que abundaban en aquel momento los grupos racistas y xenófobos. El profeta les dice que Dios salva a todo el que practica el derecho y la justicia, a los extranjeros que se den al Señor para amarlo y servirlo los traerá a su Monte Santo, los alegrará en su casa de oración. Es un texto claramente universalista, en el que el profeta habla de un Dios que ofrece su salvación a cualquier persona que crea en él y quiera servirle, independientemente de la raza o nación que sea.

3. Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. San Pablo, en este fragmento de su carta a los Romanos, insiste en la misma idea que venimos comentando. Él es el apóstol judío que ha llevado la fe en Cristo Jesús a los gentiles y es esta fe la que les salva. Ahora quiere que sean los gentiles los que devuelvan al pueblo judío la verdadera fe que este pueblo no ha querido aceptar aún. San Pablo está hondamente desconsolado, porque ve que su pueblo está excluido de la salvación, al rechazar tozuda y violentamente la fe en Cristo que él una y otra vez les ha ofrecido. Su gran esperanza es que ahora sea la verdadera fe de los gentiles la que devuelva al pueblo judío la posibilidad de una verdadera salvación.

Podríamos nosotros, los europeos, aplicarnos el texto de Pablo. Nosotros, los europeos principalmente, hemos sido los que hemos llevado la fe cristiana a América y a otras partes del mundo. Ahora que Europa está perdiendo esta fe, bien podrían ser los americanos, o los africanos, o los asiáticos, los que ahora tengan que venir a evangelizarnos a nosotros. Dios ofrece su salvación a todos y se vale, en cada momento, de aquellas personas fieles que están dispuestas, con su palabra y con su ejemplo, a predicar en el mundo la verdadera ve en la salvación de nuestro Señor Jesucristo. Que así sea.

3.- ¡LA FUERZA DE LA FE!

Por José María Martín OSA

1. -"Que todos los pueblos te alaben". La Palabra de Dios de este domingo tiene para nosotros una gran actualidad. Dos son las enseñanzas de este domingo: la necesidad de la acogida en nuestra comunidad cristiana y la importancia de la fe incondicional en Cristo Jesús. A la vuelta del destierro de Babilonia el profeta Isaías plantea la posibilidad de acoger a los extranjeros que han venido con los judíos exiliados. Según la legislación antigua plasmada en el Deuteronomio ni los extranjeros ni los eunucos podían pertenecer a la asamblea pueblo de Israel. Eran discriminados por su sangre o por su condición. El profeta se decanta claramente hacia la acogida si cumplen la condición de amar al Señor, servirle, guardar el sábado y perseverar en la alianza. En el fondo está diciendo que lo importante es la fe en Dios, no el origen ni la condición, ni la raza. Es la misma idea transmitida en el salmo 66: "que todos los pueblos te alaben". ¿Es así entre nosotros?, ¿somos de verdad acogedores con el que viene de fuera?, ¿tienen sitio en nuestra comunidad los marginados, los inmigrantes, los excluidos por la sociedad?

2. - Jesús pone en evidencia la falsedad. Pocas veces vemos a Jesús traspasar las fronteras de Galilea o de Judea. En esta ocasión se encuentra en Tiro y Sidón, ciudades costeras del mediterráneo al norte de Israel, en el actual Líbano. Sus habitantes son llamados "cananeos". El evangelista sitúa la acción después del duro ataque de Jesús a los letrados y fariseos. Estos habían cuestionado a Jesús por qué sus discípulos no se lavan las manos antes de comer. Jesús les llama hipócritas porque dicen que cumplen la ley, pero lo hacen sólo por el interés. No mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca. Jesús pone en evidencia la falsedad de decir que honran a su padre y a su madre porque ofrecen sus dones al templo, cuando su obligación sería sostener a su padre y a su madre. Muchos de sus preceptos son leyes humanas que no hay que absolutizar. Pero lo peor de todo es cuando se olvida el espíritu de la ley y se justifican actitudes antihumanas y anticristianas. Jesús sin duda escandalizó a los fariseos al poner en evidencia sus hipocresías, pues es lo que sale del corazón, las malas ideas, el deseo de apropiarse de los bienes ajenos, el odio, las rencillas, lo que mancha al hombre. Podemos interpretar que este viaje por Tiro y Sidón es un gesto significativo con el que Jesús trata de demostrar que la salvación no está restringida a ningún pueblo, ni ninguna raza. Es para todo aquél que acepta su Palabra.

3. - Es impresionante la actitud de la mujer cananea. Primero se puso a gritar pidiendo compasión para su hija que tiene un demonio muy malo. Confiesa su fe en Jesús al llamarle "Señor, Hijo de David". Jesús pone a prueba su fe cuando le dice que sólo le han enviado a las ovejas descarriadas de Israel. Pero ella se arrodilló delante de Jesús y de nuevo le pide: "Señor, socórreme". Nuevamente Jesús tantea su fe con unas palabras que nos parecen demasiado fuertes: "no está bien echar a los perros el pan de los hijos". Es un recurso que utiliza para que la mujer reafirme su fe, pues para Jesús todos somos hijos de Dios. Quiere demostrar que no hay diferencias entre unos hombres y otros, a pesar de que algunos crean que los gentiles son perros y no hijos. La mujer, como buena madre, sigue luchando por su hijo y, confiando plenamente en que Jesús puede curar a su hija, le dice que se conforma con las migajas. Ante esta confesión de fe, Jesús cura a su hija y destaca delante de todos, la gran fe de esta mujer. También los gentiles, como dice la Carta a los Romanos, alcanzan la misericordia. La adhesión a Jesús y el seguimiento de su Evangelio es lo que importa. Jesús acoge, no rechaza. ¿Cuál es nuestra actitud con los que no son de los nuestros? ¿No estaremos rechazando y condenando a los que no cumplen leyes que son preceptos humanos?

4.- "MUJER, QUÉ GRANDE ES TU FE", DICE EL SEÑOR

Por Antonio García-Moreno

1.- ¿JUSTICIA SIN DERECHO?- El hombre tiende de por sí a la anarquía. Sobre todo el hombre de hoy, sensibilizado especialmente en contra de cuanto pueda suponer un límite a su libertad, algo que le ate y le sujete. Por eso hay en algunos sectores de la sociedad una especie de fobia a cuanto signifique derecho, orden preconcebido.

Por otra parte, existe también un deseo vivo de justicia. Tanto que ha venido a ser uno de los "leit motiv" más usados en todos los campos, sea el político, el social, el cultural, o el religioso. Aunque menos, sigue estando de moda el hablar de justicia, hasta convertir el tema en algo manido y rutinario, en un tópico.

Es una evidente contradicción, una de esas extrañas paradojas que suelen darse en la vida de los hombres. Porque es evidente que para que haya justicia ha de existir un derecho que regule las relaciones de los hombres, una norma que encauce y señale las respectivas obligaciones y los correspondientes derechos. Sin una ley, los hombres, está clarísimo, se convierten en unos "sin ley".

Libertad, sí, pero para todos. Para los fuertes y para los débiles. Además, de qué sirve ser libres si, en el ejercicio de su libertad, los hombres se destruyen a sí mismos. Los hombres no son islas, no son piezas sueltas. Todos formamos un racimo, un engranaje, un conjunto de ruedas dentadas y engranadas. Por eso sólo servimos si estamos bien ensamblados los unos con los otros, bien ajustados.

Ajustados, que no es lo mismo que esclavizados. Uno no se puede sentir maniatado por el hecho de abrocharse el cinturón de seguridad al conducir, ni se puede pensar que uno está coartado por tener a lo largo del camino unas señales que limiten la velocidad o prevengan, simplemente, un determinado peligro... Somos libres, Dios nos quiere libres, Cristo nos ha liberado de la auténtica esclavitud, la del pecado, y nos ha transmitido la libertad de los hijos de Dios. Una libertad racional y no animal, una libertad que se conjuga perfectamente con la ley, con el derecho. Una libertad serena y responsable, que realiza el maravilloso prodigio de un orden de cosas en donde reina de verdad la justicia.

2.- TAMBIÉN LOS PERROS.- Esta es una de las pocas veces en que Jesús sale de los límites de Palestina. Con ello se iniciaba la evangelización de los gentiles, que más tarde llevarán a cabo los apóstoles, especialmente san Pablo. Tiro y Sidón estaban al norte de Galilea. Eran antiguas ciudades fenicias que se distinguían por la riqueza de su comercio marítimo. Hasta allí había llegado la fama de Jesucristo, como lo confirma el hecho de que una mujer de aquellas regiones acuda al Señor para rogarle por la curación de su hija enferma.

Pero Jesús parece no oírla siquiera. Los discípulos interceden para que la atienda. Y el Señor afirma entonces que sólo ha sido enviado para atender a las ovejas descarriadas de Israel. Ante esta respuesta los apóstoles no insisten, pero la mujer sí. Se acerca más aún a Jesús y, de rodillas, le implora que cure a su hija. La contestación de Cristo es dura, desconcertante y casi cruel: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos". Pero ella no ceja en su empeño, en su humilde petición. No se molesta por las palabras hirientes de Cristo. También los perros, Señor, comen de las migajas que caen de la mesa. Su respuesta, tan llena de fe y humildad, acaba por desarmar al Señor, que con su actitud de repulsa estaba probando el amor y la fe de aquella sirofenicia.

Para que los elegidos de Israel aprendieran de aquella cananea el modo de pedir y de confiar, de insistir y de humillarse. "Mujer, qué grande es tu fe", le dice Jesús. Y el milagro se produjo. No fueron las migajas sobrantes y caídas al suelo lo que el Señor dio a la mujer aquella, sino el pan tierno y blanco de su amor y poder infinitos. Fue un hecho más de los que anunciaban que la salvación se extendería a todos los pueblos. Las fronteras no existirían para la difusión de la Palabra que, como semilla alada que el viento arrastra hasta los lugares más recónditos, se dejaría escuchar por todos los rincones del mundo, y así será por todos los siglos que dure la Historia.

5.- CUANDO LA FE VENCE TODO OBSTACULO

Por Javier Leoz

Con la oración, Dios, hace que se haga más grande nuestro deseo de anhelar y buscar lo que pretendemos. Metidos de lleno en este tiempo veraniego, puede que el evangelio de este día – la madre que pide insistentemente a Jesús- no nos sugiera nada o muy poco. Pero, la oración (insistente y persistente) es como la brisa a orilla del mar: sin darnos cuenta, sin percatarnos el sol hace de las suyas y broncea nuestro rostro.

1. Cada domingo, y sobre todo en este Año Eucarístico, la Palabra de Dios va operando en lo más hondo de nuestras entrañas. Puede que, en más de una ocasión, nuestra presencia obedezca más a una obligación que a una necesidad, a un mandamiento más que a un encuentro añorado y apetecido semanalmente. El interior de cada uno, como la tierra misma, se va haciendo más fructífera y más rica, cuando se trabaja.

¡Ya quisiéramos la fe de la mujer cananea! Sabía que, Jesús, podía colmar con creces sus expectativas. Era consciente que, detrás de una oración confiada y continuada, se encontraba la clave de la solución a sus problemas. La grandeza de esta mujer no fue su oportuno encuentro con Jesús. La suerte de esta mujer es que su fe era nítida, inquebrantable, confiada, transparente, lúcida y sencilla. No se dejó vencer ni por el cansancio ni, mucho menos, por el recelo o recelo de los discípulos.

2. A muchos de nosotros, en la coyuntura que nos toca vivir, puede que estemos tan acostumbrados a la acción/respuesta que no demos espacio a que las cosas reposen y se encaucen. Dicho de otra manera; no podemos pretender que nuestra oración alcance la respuesta deseada en el mismo instante en que la realizamos.

--La fe cuando es sólida y verdadera se convierte en una poderosa arma capaz de vencer todo obstáculo.

--La fe cuando es confiada, sabe esperar contra toda esperanza

--La fe cuando es insistente, se convierte en un método que nos hace pacientes y no desesperar.

Todos, incluidos los que venimos domingo tras domingo a la eucaristía, necesitamos un poco del corazón de la cananea. Un corazón sea capaz de contemplar la presencia de Jesús. De intuir que, en la Palabra que se escucha y en el pan que se come, podemos alcanzar la salud espiritual y material para nuestro existir.

En cierta ocasión un espeleólogo descendió a unas cavernas con sus alumnos. Uno de éstos, admirado por las diversas formas de las rocas, preguntó: ¿Cómo es posible esta belleza? Y, el espeleólogo, dirigiéndose a él le contestó: sólo el paso de los años y la suave persistencia del agua han hecho posible este milagro.

Constancia, hábito, petición, acción de gracias, súplica, confianza es el agua con la que vamos golpeando, no a Dios, sino a nuestro mismo interior para moldearlo y darle la forma que Dios, cuando quiera y como quiera, dará.

3.- ¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi vida:

creer sin desfallecer

Un deseo para mi gente:

que te quieran como yo te  quiero

Un deseo para mis enemigos:

que podamos darnos la mano



¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi cuerpo,

que sea fuerte y con mi voz

y mi garganta, con mi  corazón y mis manos

con mis pies y todo mi ser…

te pueda seguir dando  gloria.



¿ME  LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi alma,

que el maligno no habite en  ella

Un deseo para mis días,

que no busque lo que no me  corresponda

Un deseo para mi Iglesia,

que nunca se canse de mirar  hacia Ti

Un deseo para mis ojos,

que sepan descubrirte en  todo y sobre todo



¿ME  LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi pobre  oración,

que sea sincera y no  interesada

Un deseo para mi caridad,

que sea grande y no una  farsa

Un deseo para mi esperanza,

que espere y nunca te deje  de lado

¿ME  LO CONCEDES, SEÑOR?

6.- JESÚS NOS LLAMA A TODOS

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Hay en la definición litúrgica de la misa de cada domingo una enorme sabiduría y una gran sentido profético que, desde luego, nos sirve especialmente a nosotros hoy, en este domingo de agosto, igual que ya servía a los primeros fieles cristianos cuando leían con admiración y sorpresa a Isaías. La profecía es un asunto corriente y está en los textos sagrados y muchas veces en los hechos cotidianos. No hemos de considerarla como algo lejano o esotérico. Es una realidad constante. Y así la excesiva xenofobia de los líderes judíos de tiempo de Jesús no tenía sentido alguno. El profeta Isaías ya enseñaba el camino que después llevaría la expansión prodigiosa de la Palabra de Dios ante el anuncio que Jesús hizo de la Buena Nueva. La cuestión de afinidad con Dios no es la raza, ni la nacionalidad, es el cumplimiento de su voluntad y lo que lo hacen son pueblo elegido. De ahí surge la idea fundamental de la catequesis de este domingo: la salvación es para todos, para todos los pueblos de todas las épocas.

2.- Maravilla, sin duda, la extraordinaria conversación entre Jesús de Nazaret y la mujer cananea. Jesús, sin duda, ya sabía que iba a decir ella, pero quiere como en otros muchos casos, ejemplos y momentos producidos en su vida pública que la persona que tiene enfrente se manifieste. Y así, Jesús y la mujer cananea parece que tienen un enfrentamiento dialéctico. El Señor parece que no acepta la petición de la mujer y pone límites a su misión, pero es solo un planteamiento para que ella luche y se exprese en profundidad, con todo su corazón. Y en efecto, si los perrillos se comen las migajas que caen de las mesas de sus amos, ¿cómo no van a tener sitio en ellas los hijos de Dios?, pero hacía falta que eso se manifestara ante toda la multitud para que se produjera la enseñanza que Cristo deseaba. Y como en el caso de lo que dijo Isaías muchos años antes se descubre la universalidad del mensaje cristiano, que como decíamos antes es para todos y de todas las épocas.

3.- San Pablo nos ha dicho que finalmente sus hermanos de raza de salvaran por gracia de los gentiles, por los trabajos de los extranjeros seguidores del Evangelio. Y sobre ello podríamos plantear dos consideraciones de importancia. Hay autores de importancia –y entre ellos el teólogo Romano Guardini—que señalan que la dirección del trabajo salvador de Jesús pudo cambiar ante la resistencia del pueblo judío o de una parte de ello. Guardini afirma que Jesús de Nazaret inició su misión pensando que se podría llegar a la felicidad completa narrada por Isaías y en la que las lanzas se convertían en podaderas y el león y el cabrito pastaban juntos. Pero el Enemigo, el Malo, se interpuso y hubo que cambiar los planes. Por eso, podría suponerse que Jesús quiso, en principio, dejar su mensaje solo al Pueblo de Israel y que luego este, también como decía el profeta, expandiera la salvación de Dios a todos.

4.- La otra consideración es el uso consciente de la paradoja por parte de Jesús. Es como si quisiera que esa disyuntiva trajese mejor la verdad a las almas de quienes le escuchaban. ¿No es cierto que supo desde mucho antes de producirse que la hemorroisa iba a curarse al tocar su manto? ¿No dejó gritar un poco más de la cuenta al ciego que le esperaba a la vera del camino? ¿Estaba verdaderamente dormido mientras la tempestad arreciaba contra la barca de los apóstoles? ¿No hace lo mismo con nosotros, en nuestra vida de ahora, en lo que nos ocurre cada día? ¿No está esperando que, mediante la paradoja, nosotros nos demos cuenta de que Él sigue a nuestro lado? Y sería bueno que no olvidemos una cosa principal. Las enseñanzas contenidas en la Palabra de Dios tienen, por supuesto, un destino comunitario, dirigida a toda la Asamblea del Pueblo de Dios, pero también son una llamada personal e individual a todos y cada uno de nosotros. Y así, hoy, podríamos pensar que las enseñanzas que Jesús nos ofrece en esta Eucaristía son solo para un grupito elegido, mientras que nos está diciendo que salgamos a evangelizar, a que nuestra base de conocimiento de la doctrina cristiana sea el principio de la conversión de todos los que están a nuestro alrededor y alejados de Cristo. Y es una llamada personal que el Señor nos hace.

LA HOMILÍA MÁS JOVEN

VIAJE, TAL VEZ TURISMO, SIN IR DE INCOGNITO

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Delimitar territorios y atribuírselos, viene de antiguo. Tal vez la costumbre hunda sus raíces en instintos animales. Muchos de estos últimos, lo primero que hacen al llegar a un lugar, es con sus orines, marcar terrenos de dominio. Poblados, naciones o estados, han tenido mucha importancia en la historia humana. Lo difícil es encontrarles a estos conceptos sus fundamentos antropológicos. Fueran como fuesen las normas jurídicas de entonces, el caso es que en tiempos de Jesús y en su tierra, mandaban los ejércitos de la ciudad de Roma. En lo que llamamos genéricamente Tierra Santa, se distinguían tres territorios: Galilea, Samaría y Judea. En su entorno otras comunidades.

2.- En el norte desde antiguo habitaban gente del Líbano, montañeros y pastores unos y gente de mar, navegantes otros. Con estas entidades podía haber guerra o pacífico comercio. La perversa Jezabel, extranjera de origen y de práctica religiosa, casada con el calzonazos rey Acab, llegada del norte, dominó a su antojo en Israel. Salomón consiguió buenos contratos de tala y trasporte de cedros, para edificar el Templo en Jerusalén, tal como le había encargado su padre David, de Jirán rey de Tiro. Aquellas tierras, pues, eran extranjeras, pero sin que existieran en aquellos tiempos rivalidades peligrosas. De aquí que fronteras, sí, visados y pasaportes, no. Comercio y cierta antipatía también.

3.- Jesús está por estas tierras, próximo a las ciudades independientes de Tiro y Sidón. ¿a qué fue? ¿qué está haciendo? No se preocupan de contárnoslo los evangelistas, no tendría importancia. Aparece de sopetón esta mujer inoportuna y pedigüeña. Una pelma, así la consideran los discípulos. Que se largue, dicen. El Maestro no piensa lo mismo y la atiende atentamente. Aflora un cierto nacionalismo, semejante a lo ocurrido con la mujer samaritana de junto al pozo de Jacob. Es una excusa sin fundamento, de inmediato escucha a la mujer siro-fenicia. El lenguaje es espontaneo, pueblerino, muy sincero, es una mujer sin entretelas. Muy decidida, eso sí.

5.- El perro en aquel tiempo, con el burro, formaban parte del conjunto familiar. La mujer juega con estas vivencias suyas sincera y astutamente. A Jesús su manera de expresarse le hace gracia. Admira su Fe y quiere que los demás sepan que fuera de Israel también hay gente buena. La mujer marcha habiendo conseguido la curación de su hija. Los discípulos quedaron admirados y este sencillo episodio lo recoge el evangelio.

6.- Reclamar y exigir derechos, sin tener fundamentos seguros y de valor, como casi siempre ocurre, acudir a la violencia física o verbal, siempre hace mella. Os invito, mis queridos jóvenes lectores a que analicéis el fenómeno tan actual de las rivalidades entre estado, naciones o como se quiera llamar un territorio. Lo que pasa en la franja de Gaza y en Irak, lo que pasa en otros lugares, sin que exista tanta violencia. Podrán conseguir lo que solicitan, tendrán su independencia o sus derechos, lo difícil será que desaparezca los odios que se han sembrado y que perduran durante mucho tiempo.

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