Después de un largo viaje, Jesús y sus discípulos llegada a la casa de unos grandes amigos: los hermanos Marta, María y Lázaro, quienes gustosos los reciben. Como son tantos, Marta, que es muy trabajadora, se afana en atenderles como se merecen. María, en cambio, se dedica a escuchar las enseñanzas de Jesús. Marta reclama que no le ayude su hermana, y Jesús le responde con palabras amorosas y profundas: “muchas cosas te preocupan (…) pero sólo una es necesaria.” Para Jesús, María escogió la mejor parte: escucharle.
Con estas palabras, Jesús no quiso decir que el trabajo de Marta fuera malo, sino que el trabajo de María era mejor. No es malo que nos ocupemos de nuestros quehaceres y diversiones, lo malo es que nos dediquemos tanto a ellos, que nos olvidemos de lo más importante: dedicarle tiempo a platicar con Cristo y llenarnos de su palabra, es decir, que nos olvidemos de orar.
Cuando en medio de nuestros quehaceres, también le dedicamos tiempo a la oración, todo lo que hacemos toma más sentido porque lo hacemos con amor, para servir a quienes nos rodean y de esta manera glorificar a Dios.
Por supuesto que trabajar no es malo, pero es mucho mejor cuando el trabajo es una oración a través de la cual conversamos con Cristo y le decimos cuánto lo amamos, hacemos las cosas muy bien y las hacemos para hacer felices a los que nos rodean.
Pero para lograr esto, hemos de dedicarle tiempo todos los días, a hacer oración con respeto, concentración y humildad.
¿Le dedico todos los días el mejor de mi tiempo y mi mayor disposición a platicar con Cristo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario