25 febrero 2016

Domingo III de Cuaresma: Moniciones 3



MONICIÓN DE ENTRADA 

Muy buenos días (tardes, noches) queridos hermanos que este día nos reunimos  para celebrar la Santa Eucaristía Saludos en este templo santo. Sean bienvenidos. Nos unimos también en oración con los hermanos que nos sintonizan a través de la radio.

La figura de Moisés y el episodio de la higuera, con la llamada a la conversión en el evangelio de hoy, resaltan en la liturgia de la que participaremos en este Tercer Domingo de Cuaresma. Y en el evangelio de Lucas leeremos también en los próximos domingos esa invitación a la conversión, asegurándonos el amor misericordioso y el perdón de Dios.

Con esta Eucaristía seguimos preparándonos para celebrar dignamente las fiestas pascuales, y comenzamos cantando...




PRIMERA LECTURA (Éxodo 3, 1-8a. 13-15)

El Libro del Éxodo nos presenta la misteriosa experiencia de la zarza ardiente: Dios misericordioso, que ha escuchado el clamor de su pueblo y ha visto sus sufrimientos, decide la liberación usando a Moisés como su instrumento. La Misión de Moisés va unida a la revelación de la identidad de Dios como un Dios cercano y liberador.

SALMO (Salmo 102)

El Salmo 102 nos presenta a un Dios compasivo y misericordioso, como una de las mejores definiciones de Dios que se dan en el Antiguo Testamento, y que escucharemos varias veces a lo largo del año.

SEGUNDA LECTURA (I Corintios 10, 1-6. 10-12)

El Pasaje de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, que escucharemos a continuación, es como una explicación de la primera lectura que ya escuchamos, y una introducción, en cierto modo, al evangelio de hoy. La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.

EVANGELIO (Lucas 13, 1-9)

En el evangelio de San Lucas nos encontramos con el llamado que Jesús nos hace a la conversión en este tiempo de Cuaresma. Jesús saca una lección de acontecimientos recientes en la historia de su pueblo para advertir de las consecuencias del mal comportamiento; y con la parábola de la higuera nos da una gran esperanza: Dios siempre nos brinda una oportunidad para el arrepentimiento.

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