18 marzo 2014

Comentario al Evangelio de hoy, 18 marzo

Queridos amigos y amigas:
Sólo hay una cosa que saca a Jesús de sus casillas: la hipocresía. Él puede entender todas las debilidades humanas porque ha descendido al pozo de la debilidad. Lo que no soporta es el doble juego, el cultivo de la simple apariencia.

El evangelio de hoy nos lo hace ver con claridad. Jesús no pertenecía a la tribu de Leví, de la que salían los sacerdotes. Tampoco era miembro de ningún grupo religioso como el de los fariseos. Observa la realidad desde su condición de hombre del pueblo llano. Su profunda experiencia religiosa no puede tolerar la conducta de los que dicen hablar “en nombre de Dios”.
Lo que Jesús dice de las autoridades religiosas de su tiempo conserva su fuerza en relación con las autoridades religiosas de todos los tiempos:
  • Los maestros de la ley se han sentado en la cátedra de Moisés. La tendencia a pontificar, a identificar nuestra opinión con lo que Dios pide, es una tentación que nos afecta a todos los creyentes. Puede que en ocasiones esta tentación afecte más al magisterio, pero ninguno de nosotros estamos exentos. En español tenemos una expresión muy clara: “sentar cátedra”. ¿Cuántas veces “sentamos cátedra” en nuestros análisis de la sociedad, en nuestros juicios sobre personas y situaciones, en apuntar a Dios a un bando o a otro?
  • Haced lo que dicen. El mal ejemplo no desautoriza la fuerza de la Palabra de Dios, que nunca se confunde con nuestras pobres mediaciones humanas. Me cuesta entender esas reacciones apasionadas de quienes, tras algún escándalo eclesial, deciden no participar en la eucaristía o no contribuir económicamente a la comunidad, o incluso borrarse del anágrafe parroquial. ¡Como si la inabarcable soberanía de Dios quedara reducida por la mediocridad de nuestros dirigentes!
  • No os dejéis llamar maestro. En nuestra sociedad actual un maestro no es necesariamente un modelo de conducta. Más aún: hoy se defiende una neta separación entre la vida profesional (que tiene que ser impoluta) y la vida personal (que queda al arbitrio de cada uno). Pero en otras sociedades, el maestro no es un simple transmisor de conocimientos sino un modelo de vida. Jesús nos invita a no darnos demasiada importancia porque todos, incluidos los que tienen fama de buenos, andamos cojeando. En su comunidad todos somos discípulos. Lo importante es mirar al único Maestro.
Vuestro hermano en la fe:
Fernando González

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