15 junio 2016

Miércoles XI de Tiempo Ordinario

Hoy es 15 de junio, miércoles XI de Tiempo Ordinario.
Comenzamos la oración de hoy leyendo un texto en el que Jesús nos advierte del peligro de forma clara y contundente. Es una invitación a vivir para el interior y no para las apariencias. Lee con atención la propuesta de cambio:
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p style=”text-align:justify;”>Vosotros cuando oréis
no uséis muchas palabras, 
usad el corazón,
pues vuestro Padre
 sabe lo que necesitáis
antes de pedírselo.
 Entra en tu cuarto,
 ora en lo oculto,
 ora en lo escondido,
 y tu Padre,
 que está en lo escondido,
 te escuchará.
La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 6, 1-6.16-18):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
Se nos habla hoy de acciones muy buenas para cualquier persona. Buscar la justicia, dar limosna, ayunar y rezar. Pero antes del hacer está el ser. Jesús viene a convertir el corazón de cada uno de nosotros. No busca el quehacer, sino el cómo y desde donde. ¿Desde dónde actúo yo cuando se trata de practicar la justicia y hacer el bien?
Jesús habla de la verdadera recompensa, la que viene de Dios y no de los hombres. Opone ambas recompensas. Si recibimos la primera debemos esperar la de Dios. La tentación está en hacer y además recibir aplausos. Sin embargo lo que se nos pide es buscar la recompensa de servir a Dios. Hoy se me dice a mí: tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
Al leer el texto, hazlo en primera persona. Escucha a Jesús saltando el tiempo y el espacio hasta ti, aquí y ahora. E invitándote a desnudar tu corazón de dobles intenciones.
Puedes ahora hablarle al Padre que ve en lo secreto. Háblale de los momento duros en los que necesitas el aplauso y de la lucha de cada día en la que nos sentimos solos ante la injusticia. Pídele que su consuelo sea suficiente para hacer los pequeños sacrificios como el de callar aun teniendo razón. El de perder al lado del que está vencido. Pídele también gusto para perfumar tu vida, sólo para el Señor.
Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.

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