29 mayo 2016

El nuevo domingo

El domingo ya no es lo que era hace unos años. En poco tiempo ha crecido y se ha convertido en el ‘fin de semana’, que comienza ya el viernes por la tarde y en el que gran parte de la población puede vivir de manera diferente escapando de las obligaciones del trabajo, de los horarios impuestos y de la rutina diaria. 
No todos vivimos este ‘nuevo domingo’ de la misma manera. Para algunos es una verdadera suerte; tienen iniciativa, posibilidades y fantasía para disfrutar a su gusto de estos días. Para otros es un tiempo cruel, pues sienten con más fuerza su soledad, enfermedad y vejez; el domingo sólo despierta en ellos tedio y nostalgia. Otros temen el domingo, no saben qué hacer con él, se aburren; si no hubiera fútbol sería insoportable. 

Teólogos y liturgias se preguntan hoy cómo será en el futuro el domingo cristiano. ¿Se reducirá a una celebración de la misa, aislada y sin conexión alguna con el fin de semana de la gente? Por el contrario, «¿no será posible una integración dinámica de los valores humanos del fin de semana en la mística del domingo?». El liturgista de Mutriku ofrece en su libro Para vivir el domingo algunas pistas. 
El domingo cristiano puede ser el alma del fin de semana, que ayude a los creyentes a experimentar mejor su libertad de hijos de Dios, sin imposiciones ni fines utilitaristas. La Eucaristía podría ayudar a recuperar el sosiego y reavivar el aliento interior. El fin de semana podemos ser un poco más ‘nosotros mismos’. 
Por otra parte, se podría recuperar el sábado como fiesta de la creación; de esta manera se podría conseguir el domingo con la celebración de la salvación. Así piensan algunos liturgistas. La fe ayudaría a vivir el fin de semana como una celebración al Creador y un encuentro con la naturaleza, no por medio del trabajo sino del disfrute y de la contemplación. 
Por último, la celebración de la ‘asamblea eucarística’ puede animar y dar un sentido más hondo a esa otra dimensión del fin de semana que es la comunicación entrañable y gratificante con amigos y familiares o el encuentro con otras personas y otros pueblos. El fin de semana puede ser experiencia de encuentro y comunión de hermanos. ¿Crecerá el domingo cristiano hasta ser ‘fermento y sal’ del fin de semana de la actual cultura? En cualquier caso podemos hacernos una pregunta en esta fiesta de la Eucaristía: ¿Sabemos los cristianos extraer de la Eucaristía dominical aliento y alegría para vivir el nuevo domingo?
José Antonio Pagola

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