20 mayo 2016

Comentario Domingo de la Santísima Trinidad

Santísima Trinidad (Juan Pablo II para el Jubileo del 2000)
Bendito seas, Padre,
que en tu infinito amor nos has dado a tu Unigénito Hijo, hecho carne por obra del Espíritu Santo
en el seno purísimo de la Virgen María.
Él se ha hecho nuestro compañero de viaje
y ha dado nuevo significado a la historia,
que es un camino hecho juntos, en el trabajo y en el sufrimiento, en la fidelidad y en el amor,
hacia aquellos cielos nuevos y hacia aquella tierra nueva,
en la que Tú, vencida la muerte, serás todo en todos.

Sostén, Padre, con la fuerza del Espíritu,
el empeño de la Iglesia en favor de la evangelización
y guía nuestros pasos por los caminos del mundo
para anunciar a Cristo con la vida,
orientando nuestra peregrinación terrena hacia la Ciudad de la luz.
Haz, Padre,
que brillen los discípulos de tu Hijo por su amor
hacia los pobres y oprimidos;
que sean solidarios con los necesitados,
y generosos en las obras de misericordia,
e indulgentes con los hermanos
para obtener ellos mismos de Ti indulgencia y perdón.
¡A Ti, Padre omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el Viviente, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu que santifica el universo,
la alabanza, el honor, la gloria, hoy y en los siglos sin fin.
¡Amén!

Jn 16,12-15
«12“Todavía muchas cosas tengo que deciros a vosotros, pero no podéis con ello ahora.
13Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará a vosotros en la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que todo lo que oiga hablará, y lo que está por venir os anunciará a vosotros. 14Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.
15Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso dije que de lo mío recibe y os lo anuncia a vosotros”».
¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO
Nos situamos en el último gran discurso de Jesús, previo a la Pasión (Juan 13-17). Comienza, tras la escena del lavatorio de pies, un larguísimo y denso discurso bien organizado en diversas partes temáticas, que son introducidas normalmente por preguntas de los discípulos. Con el cap. 18, escena del prendimiento, comienza la Pasión de Jesús, momento que en Juan equivale a la Glorificación de Jesús. La segunda parte del cap. 15 (vv. 18-27) y el comienzo del 16 (vv. 1-4) contienen sombrías previsiones de persecución. De modo que “el Paráclito”, el Espíritu Santo, emerge con fuerza en la sección 16,7-15), de la que forma parte nuestro texto. El Espíritu es, pues, fuerza frente a la persecución y consuelo frente a la ausencia física de Jesús. Otro texto magnífico para hacernos reflexionar sobre la Trinidad es el evangelio del domingo VI de Pascua (Jn 14,23-29).

TEXTO
El texto tiene tres pequeñas partes: a) Jesús anuncia a los discípulos que aún quedan más cosas por decir (v. 12); b)
Jesús hace referencia al Espíritu Santo y su acción en los discípulos (vv. 13-14); c) Jesús hace referencia al Padre (v. 15). Jesús ocupa un lugar central porque dirige el discurso y por los pronombres y adjetivos personales y posesivos referidos a él (me, mío). El Espíritu Santo tiene también un papel importante: guiar, anunciar (¡tres veces!), glorificar. El Padre tiene, en este texto, un papel menos estelar, aunque se le presenta como dueño de todo (compartido con Jesús). Lo más destacado a nivel textual es la presencia del “vosotros”, los discípulos de entonces y de ahora, que están-estamos fuertemente interpelados en este texto (término 5 veces repetido).

ELEMENTOS A DESTACAR
• La historia de relación con Jesús no ha terminado ni parece ser fácil. Nos plantea la cuestión de lo que aún esperamos de Jesús, si esperamos algo, y la capacidad que tenemos para afrontar con decisión las consecuencias de nuestro seguimiento.
• Un reto fundamental de la vida cristiana es “vivir en el Espíritu”, sentirse habitados por él, dejarse conducir por él. Sus previstas acciones tienen en el anunciar una importancia decisiva. Él nos hace conocer la verdad completa acerca de Jesús. ¿Somos personas espirituales? ¿Cómo y en qué sentido?
• La “verdad completa” parece ser un itinerario espiritual. El Espíritu Santo “recibe de lo de Jesús” y así nos lo anuncia. Relacionado con la fuerte implicación del “vosotros” puede indicar también el “estilo discipular”: recibir de Jesús, sólo de Jesús, para anunciar (ofrecer) a los demás. Así completamos nuestra verdad de discípulos. ¿Es Jesús la fuente y motor de lo que vivimos y anunciamos? ¿Qué anunciamos y ofrecemos a los demás?

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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