30 noviembre 2015

II Domingo de Adviento, 6 diciembre. Moniciones



MONICIÓN DE ENTRADA

Encendemos hoy la segunda vela de nuestra corona de Adviento. El camino hacia Belén va estando más cerca y nuestro corazón se llena de alegría, porque el Niño de Belén nos trajo paz, según cantaban los ángeles. Y nosotros, aquí y ahora, tenemos el semblante algo triste, porque el desamor y la violencia siguen muy presentes en nuestro mundo. ¡Cuánto daríamos porque toda la humanidad se reconciliase y se amara!, Pero, ¿acaso creéis que esto es cosa de otros, que los que estamos aquí –en la Iglesia-- no tenemos nada que hacer? Debemos ayudar a todos sus miembros a ser hombres y mujeres de fe, de paz, de amor, de alegría, de esperanza. Eso es lo que nos debe traer el Adviento. Y personaje fundamental de ese advenimiento es Juan el Bautista, el que lucho por preparar el camino del Salvador. ¡Ojalá nosotros seamos capaces de llevar la palabra y la obra de Jesús a los hermanos que, aún no lo conocen! Y decir que las lecturas de hoy son un grito a la alegría, a la esperanza, a la liberación. ¡Quita el luto que envuelve tu corazón! ¡Deja ya de hacer duelo y andar con esa seriedad por la vida! Escuchad en paz la Palabra de Dios. El salmo que enlaza las dos lecturas nos dice: “La boca se nos llenaba de risas”. Hagamos todos lo mismo; ¡sonriamos!, pero de verdad.



MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS

1.- Nuestra primera lectura procede del Libro de Baruc y nos da un mensaje de amor para la ciudad de Dios. Jerusalén debe abandonar su vestido de luto y abrirse a la gloria que el Señor envía. Vamos a escuchar un texto muy bello, profecía mesiánica plena de esperanza, de fiesta, de alegría.

S.- Este salmo, el 125, es un canto de los judíos que volvían del destierro de Babilonia, todavía sorprendidos por tanta alegría y con el deseo de reconstruir Jerusalén. Para algunos el salmo 125 es un resumen, en forma de canto, del Libro de Nehemías. Para nosotros es símbolo de alegría total. Y de esperanza.

2.- El texto de nuestra segunda lectura de hoy –sacada de la Carta de Pablo a los Filipenses--, guarda bastante semejanza con el fragmento la Epístola a los Tesalonicenses que escuchábamos el domingo pasado. El apóstol de los gentiles nos recomienda permanecer limpios e irreprochables ante la inminente venida del Señor Jesús.

3.- El Evangelio de Lucas nos va a dar noticia histórica del nacimiento de Juan, el Bautista. Y también del anuncio de la llegada del Mesías. El mismo Juan se hará llamar como la frase pronunciada muchos años antes por el profeta Isaías: la voz que clama en el desierto. Y el mensaje del antiguo profeta es el auténtico pan de acción del Bautista.

Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Los himnos de la Liturgia de las Horas son siempre fuente de reflexión para todos. Por eso recitamos uno de ellos en estos momentos de paz, quietud y acción de gracias.

VIRGEN DEL ADVIENTO

Ruega por nosotros,

Madre de la Iglesia.

Virgen del Adviento,

esperanza nuestra,

de Jesús la aurora,

del cielo la puerta.



Madre de los hombres,

de la mar estrella,

llévanos a Cristo,

danos sus promesas.



Eres, Virgen Madre,

la de gracia llena,

del Señor la esclava, 

del mundo la reina.

Alza nuestros ojos

hacia tu belleza,

guía nuestros pasos

a la vida eterna

Exhortación de despedida

Juan el Bautista aceptó el encargo de limar las desigualdades del camino para que mejor avanzara el Salvador. Nosotros, hoy, cuando salgamos de aquí, del templo, hemos de hacer lo mismo. Pero los riscos y los baches del camino están en el corazón de nuestros hermanos. Y eso es lo que debemos intentar cambiar con la ayuda de Dios.

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