Cristo, he oído predicar tu Evangelio
a un sacerdote que vivía el Evangelio.
a un sacerdote que vivía el Evangelio.
Los pequeños, los pobres,
quedaron entusiasmados;
los grandes, los ricos,
salieron escandalizados;
y yo pensé que bastaría predicar
sólo un poco el Evangelio
para que los que frecuentan
las iglesias se alejaran de ellas
y para que los que no las conocen
las llenaran.
Yo pensé que era una mala señal
para un cristiano
el ser apreciado por la “gente bien”.
quedaron entusiasmados;
los grandes, los ricos,
salieron escandalizados;
y yo pensé que bastaría predicar
sólo un poco el Evangelio
para que los que frecuentan
las iglesias se alejaran de ellas
y para que los que no las conocen
las llenaran.
Yo pensé que era una mala señal
para un cristiano
el ser apreciado por la “gente bien”.
Haría falta -creo yo-
que nos señalaran con el dedo
tratándonos de locos y revolucionarios.
Haría falta -creo yo- que nos armasen líos,
que firmasen denuncias contra nosotros,
que intentaran quitarnos del medio.
que nos señalaran con el dedo
tratándonos de locos y revolucionarios.
Haría falta -creo yo- que nos armasen líos,
que firmasen denuncias contra nosotros,
que intentaran quitarnos del medio.
Esta tarde, Señor, tengo miedo,
tengo miedo
porque sé que tu Evangelio es terrible;
es fácil oírlo predicar,
es todavía relativamente fácil
no escandalizarse con él,
pero vivirlo…
vivirlo es bien difícil.
tengo miedo
porque sé que tu Evangelio es terrible;
es fácil oírlo predicar,
es todavía relativamente fácil
no escandalizarse con él,
pero vivirlo…
vivirlo es bien difícil.
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