30 julio 2015

Comentario al Evangelio de hoy, 30 julio

Queridos amigos:
«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran”. 
Esta es una de esas imágenes del Evangelio que pueden ponerte en crisis con mucha facilidad… Pero bueno, ¡que es esto! El buen Dios que a todos cuida y quiere, ¡al final va a elegir los peces buenos y va a tirar al mar a los malos! ¿Por qué? ¿Acaso tiene el pobre pez responsabilidad alguna en no ser del agrado de tal pescador? Algo no cuadra, ¿verdad?
Vamos a completar el comentario con un párrafo de San Pedro Crisólogo a quien la Iglesia celebra hoy:
“Hombre, ¿por qué te consideras tan vil, tú que tanto vales a los ojos de Dios? ¿Por qué te deshonras de tal modo, tú que has sido tan honrado por Dios? ¿Por qué te preguntas tanto de dónde has sido hecho, y no te preocupas de para qué has sido hecho? ¿Por ventura todo este mundo que ves con tus ojos no ha sido hecho precisamente para que sea tu morada? Para ti ha sido creada esta luz que aparta las tinieblas que te rodean; para ti ha sido establecida la ordenada sucesión de días y noches; para ti el cielo ha sido iluminado con este variado fulgor del sol, de la luna, de las estrellas; para ti la tierra ha sido adornada con flores, árboles y frutos; para ti ha sido creada la admirable multitud de seres vivos que pueblan el aire, la tierra y el agua, para que una triste soledad no ensombreciera el gozo del mundo que empezaba”.
Creo que nos hace bien recordar que el mismo Dios, ese pescador que echa la red para toda clase de peces, nos valora a cada uno muchísimo más de lo que pensamos. Que nos cuida y embellece el mundo para nosotros, para que seamos felices. Pero nada es automático, no hay tiempos marcados para todos. Cada uno de estos peces vive su momento y su historia. Tú y yo también. Y nuestros tiempos no siempre coinciden. A veces estamos en disposición de “pasar al cesto” de Dios. Otras, aún tenemos que ser devueltos al mar para seguir creciendo, bregando, y aprendiendo a ver en nosotros tanto bien como Dios ve cuando nos mira.
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, misionera claretiana

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