20 enero 2015

Guión litúrgico 3. Domingo 3º del T.O. 25 enero

Queridos hermanos, celebramos el domingo tercero del tiempo ordinario y hoy iniciamos la lectura del Evangelio de san Marcos, que iremos leyendo a lo largo de este año. Y en el Evangelio de san Marcos, la Buena Noticia es la persona misma de Jesús; y se caracteriza por una constante llamada a creer y seguir a Jesucristo en un verdadero acto de fe.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
Hoy el Señor nos llama a una sincera conversión interior, conversión que va seguida de una adhesión a Cristo en la fe, ya que estas son dos actitudes que van íntimamente unidas entre sí. El Señor nos llama a una misión concreta, a la que debemos prestar nuestra obediencia si queremos ser realmente sus discípulos; obediencia que debemos demostrar en un seguimiento libre de condicionamientos, ya que no disponemos de tiempo para demorar nuestra misión.
1ª. LECTURA: (Jon 3, 1-5. 10
) (Ver texto)

La historia de Jonás, que nos presenta el Antiguo Testamento, nos muestra, por un lado, cómo el Señor da fuerzas para cumplir la misión que Él encomienda, y por el otro, el ejemplo de los habitantes paganos que se convierten por la predicación.
SALMO RESP.:
(24, 4-5b. 6. 7b-9) (Ver texto)
R. Muéstrame, Señor, tus caminos.
2ª. LECTURA: (1 Co
7, 29-31) (Ver texto)
Prosiguiendo la lectura de Pablo que hemos escuchado el domingo pasado, vemos cómo él nos invita a vivir con un convencimiento total de que lo verdaderamente importante es el Reino de Dios.
EVANGELIO: (Mc 1, 14-20 ) (Ver texto)
En este inicio del Evangelio de Marcos, escuchamos a Jesús que da inicio a su predicación con un serio llamado a la conversión y a seguirlo, ya que el Reino de Dios está cerca.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Queridos hermanos, oremos a nuestro Padre bueno, presentándole estas intenciones en las que le pedimos por las necesidades de la Iglesia y las de toda la familia humana.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
“PADRE, ESCUCHA NUESTRA ORACIÓN”
v Por la Santa Iglesia, para que guiada por nuestro querido Papa Francisco, continúe el camino de renovación iniciado en el Concilio Vaticano II, oremos…
v Por nuestra Iglesia diocesana, para que junto a nuestro Obispo y nuestros sacerdotes, avance en la tarea de anunciar la Buena Noticia y podamos formar una comunidad verdaderamente evangelizada y evangelizadora, oremos…
v Por la paz del mundo, para que se pongan fin a las guerras fraticidas y todos los pueblos alcancen una a paz real y permanente, oremos…
v Por tantos hermanos nuestros que se encuentran sufriendo, para que encuentren en nosotros el gesto y la palabra oportuna que les ayude en la búsqueda de una justicia tan largamente esperada, oremos…
v Por toda nuestra comunidad, para que escuchando la llamada a la conversión que nos hace tu Hijo, seamos en nuestros ambientes, verdaderos anunciadores de su mensaje de salvación, oremos…
CELEBRANTE:
Padre bueno, junto a estas intenciones que hemos puesto en tu presencia, te suplicamos nos concedas la gracia de ser fieles, en cada momento de nuestra vida, al seguimiento de tu Hijo. Te lo pedimos por Él, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Estos dones que ahora presentamos en la mesa del altar, deben ser un signo de nuestra entrega para convertirnos en una oblación al Padre.
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de “El Señor esté con vosotros”)
El Padre celestial nos ha mostrado la plenitud de su amor en la entrega de su Hijo, por eso es necesario que ahora, unidos a Él y movidos por su Espíritu, le elevemos nuestro canto de acción de gracias.
COMUNIÓN:
El unirnos a Jesucristo por medio de la Eucaristía, es una expresión de nuestro propósito de conversión, de fidelidad, de respuesta a la llamada que él nos hace.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
Al retornar ahora a nuestras tareas diarias debemos tener presente que hemos de ser fieles a la llamada del Señor y proclamar su mensaje de Salvación a todos aquellos que con nosotros se relacionen.

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