25 enero 2015

Comentario al Evangelio de hoy, 25 enero

Julio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
El domingo pasado vimos como se unían a Jesús los primeros discípulos dejando a Juan el Bautista. El evangelio de hoy nos da una versión bastante distinta, la escena es en Galilea, y es el mismo Jesús quien exige el abandono de las redes a cuatro pescadores que conformarán el primer grupo de apóstoles.
El anuncio es claro: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia”. Ha llegado el tiempo, estamos en el momento decisivo del parto, hay que nacer de nuevo, lo que supone una total renuncia y desprendimiento de sí, y ¡cuánto nos cuesta morir a lo viejo que está dentro de cada uno de nosotros! Ese tiempo nuevo se caracteriza por la presencia del Reino de Dios, el Reino es el mismo Jesús y desde la humildad la Iglesia debe anunciar la proximidad del Reino. A partir de Cristo, el Reino ha dejado de ser una utopía o un sueño; es una realidad que “ya está, pero todavía no”, a un paso de todo hombre sincero que desea cambiar de vida. Por eso la conversión, el Reino de Dios, entra en nuestra vida en la medida en que nos abrimos al anuncio de la Buena Noticia (la Palabra) y la ponemos en práctica.

Qué este anuncio supone una ruptura total con lo anterior lo confirma la llamada de Jesús mientras paseaba por el lago de Galilea. Parece no preocuparle la barca, las redes, o los padres de los pescadores, Él llama y su oferta es lo único importante. Dice: “Venid conmigo” y los cuatro le entienden, pues: “Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”. Se los llama para “ser pescadores de hombres”, es decir: para invitar a todos los hombres a entrar en el Reino. Todos nosotros fuimos y somos llamados cada día al seguimiento y no es fácil convertirse cada día e ir dejando ciertas cosas. ¿Y el camino? El camino es el mismo Jesús: seguirlo es beber sus palabras, empaparse de su espíritu, vivir conforme a su estilo de vida. Está claro que el único modo de vivir la autenticidad como personas es el seguimiento de Cristo, él es el Reino. Y hay algo más: se nos invita a ser una comunidad, en Galilea Jesús inicia la formación de la comunidad cristiana que tendrá un largo y lento proceso.
La primera lectura de hoy nos cuenta algo parecido: Jonás es elegido para anunciar la conversión de Nínive “(Nínive era una ciudad enorme; tres días hacían falta para atravesarla)”. Puede que después de nuestra llamada nos preguntemos como Jonás ¿qué podemos hacer para llevar a nuestras ciudades modernas y tan paganas, el Reino de Dios? ¿Cómo ser en ellas pescadores de hombres? Y en ocasiones suena ridículo seguir a Jesús en un mundo que prefiere a sus ídolos de masas, sus espectáculos, el poder del dinero y las promesas fascinantes de una vida mejor. Pero Él empezó junto a un pequeño lago con cuatro pescadores a anunciar el Reino y eso dura hasta hoy. Liberémonos de nuestra cobardía y de la falta de confianza en el Evangelio, no podemos pensar que la Buena Noticia, el Reino, sea sólo una utopía y no tenga fuerza alguna en un mundo moderno tan lleno de falsas ideologías y mesianismos. ¡Es tiempo de ser misioneros!
Bien lo vivieron y entendieron Simón, Andrés, Santiago y Juan, gente sencilla y anónima. Tuvieron la suerte de encontrarse con Jesús y recibir esa noticia que les cambio la cabeza, el corazón y la vida, dejaron atrás todo lo que les ataba “y se marcharon con Él”. En este domingo celebramos la Infancia Misionera, los más pequeños desde el principio, deben estar decididos a construir un mundo mejor, a ayudar a quien lo necesite y a compartir con otros niños; quizás por ahí debe empezar nuestra tarea misionera.
PD: en la homilía si se ha celebrado significativamente la Semana de la Unidad, al ser hoy también la conversión de San Pablo, se puede hablar de su llamada e instar a ver que lo que anunciamos todos los cristianos, es el mismo Reino, el mismo Evangelio, en definitiva: el mismo Jesús.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario