12 octubre 2014

Una historia de superación

A veces se producen circunstancias que dan un vuelco a nuestra vida: una enfermedad o accidente, la pérdida del empleo, una ruptura… provocan que lo que hasta ese momento nos hacía sentir seguros y confiados desaparezca de repente, y nos sentimos vulnerables, con miedo, a merced de los acontecimientos. No queremos sentirnos así, quisiéramos recuperar la estabilidad en nuestra vida; quizá escuchemos “historias de superación”, sobre personas que en situaciones muy difíciles han seguido adelante con la ayuda de otras personas, pero a menudo esas historias de superación no nos sirven, porque nos sentimos incapaces de hacer lo mismo y recuperar la confianza perdida.

Por eso creo que a todos nos gustaría poder decir, de verdad, las mismas palabras que san Pablo nos ha dicho en la 2ª lectura: Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Parece que san Pablo sea el protagonista de una de esas “historias de superación”, y en cierto modo es así, como él mismo reconoce en sus cartas.
Pero también reconoce que si llega a afirmar esto, no es por sus propios méritos y capacidades, porque por sí mismo nunca lo habría logrado. San Pablo ha experimentado la ayuda de Cristo: Todo lo puedo en Aquél que me conforta.
El encuentro con Cristo ha sido lo que ha hecho que san Pablo haya vivido una verdadera “historia de superación”, más allá de lo humanamente esperable. Y nos está indicando que también nosotros podemos vivir nuestra propia “historia de superación”. La fe en Cristo no es un escapismo, “el opio del pueblo”, una ilusión para no afrontar la realidad. San Pablo nos dice que Cristo le conforta, y confortar es dar vigor, espíritu y fuerza.
La fe en Cristo no nos convierte en personas infantiles o inmaduras, todo lo contrario: nos da vigor, espíritu y fuerza para ir más allá de lo que humanamente podríamos esperar de nosotros mismos, nos hace vivir una verdadera historia de superación.
Y Dios nos conforta, nos da vigor, espíritu y fuerza, de muchas formas: en la 1ª lectura nos recuerda que debemos mantener viva la esperanza en que el mal, el dolor, el sufrimiento… no tienen la última palabra, que la última palabra la tiene Él, que enjugará las lágrimas de todos los rostros.
También, como hemos escuchado en el Salmo, el Señor nos conforta recordándonos que es nuestro Pastor, y por eso seguimos caminando en nuestra vida aunque camine por cañadas oscuras, porque tú vas conmigo… Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida.
Y sobre todo nos conforta cuando prepara una mesa ante mí; y esa mesa que prepara para mí, para nosotros es la Eucaristía, el banquete que Él mismo nos prepara, como hemos escuchado en el Evangelio, y se nos da como alimento para acompañarnos, para darnos su vigor, su Espíritu y su fuerza, para que podamos vivir nuestra propia historia de superación. Pero debemos reconocer que a veces, como los convidados de la parábola, no valoramos lo suficiente la Eucaristía, no hacemos caso de lo que supone, y ponemos excusas, o damos prioridad a otras actividades o intereses.
¿He atravesado alguna situación que haya dado un vuelco a mi vida? ¿Cómo me he sentido? ¿Conozco alguna “historia de superación”? ¿Podría hacer mías las palabras de san Pablo? ¿Y las del Salmo? ¿Siento que Cristo me conforta? ¿Soy un buen “convidado” a la Eucaristía? ¿Qué excusas pongo?
Dios quiere que cada uno vivamos nuestra propia “historia de superación”, y nos conforta, nos da esperanza, vigor, espíritu y fuerza para lograrlo. La promesa de la 1ª lectura continúa vigente; sean cuales sean las circunstancias, las cañadas oscuras, podemos seguir caminando por nuestra vida porque Él va con nosotros, porque Cristo prepara una mesa para nosotros. A pesar de nuestros desplantes, Él sigue invitándonos a la Eucaristía, así que pongámonos el vestido de fiesta, sea cual sea nuestra situación personal, y vivamos la Eucaristía para que como san Pablo seamos protagonistas de nuestra historia de superación, y podamos decir de verdad y dar testimonio a otros: Todo lo puedo en Aquél que me conforta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario