17 octubre 2014

Laudes 17 de octubre

17 de octubre de 2014, viernes de la semana XXVIII del Tiempo Ordinario. Del común de un mártir por san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir. (Memoria). 
Oración de la mañana (laudes) 



V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO
"Quien entrega su vida por amor, 
la gana para siempre",
dice el Señor.


Aquí el bautismo proclama 
su voz de gloria y de muerte.
Aquí la unción se hace fuerte
contra el cuchillo y la llama.

Mirad cómo se derrama
mi sangre por cada herida.
Si Cristo fue mi comida,
dejadme ser pan y vino
en el lagar y en el molino
donde me arrancan la vida.

Antífona 1: Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.

SALMO 50: Misericordia, Dios mío
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, 
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.

Antífona 2: Alégrate, Jerusalén, porque en ti se reunirán todos los pueblos.

CÁNTICO: Acción de gracias por la liberación del pueblo
Que todos alaben al Señor
y le den gracias en Jerusalén.
Jerusalén, ciudad santa,
él te castigó por las obras de tus hijos,
pero volverá a apiadarse del pueblo justo.

Da gracias al Señor como es debido
y bendice al rey de los siglos,
para que su templo 
sea reconstruido con júbilo,

Para que él alegre en ti
a todos los desterrados,
y ame en ti a todos los desgraciados,
por los siglos de los siglos.

Una luz esplendente iluminará
a todas las regiones de la tierra.
Vendrán a ti de lejos muchos pueblos,
y los habitantes del confín de la tierra
vendrán a visitar al Señor, tu Dios,
con ofrendas para el rey del cielo.

Generaciones sin fin
cantarán vítores en tu recinto,
y el nombre de la elegida
durará para siempre.

Saldrás entonces con júbilo 
al encuentro del pueblo justo,
porque todos se reunirán
para bendecir al Señor del mundo.

Dichosos los que te aman, 
dichosos los que te desean la paz.

Bendice, alma mía, al Señor,
al rey soberano,
porque Jerusalén será reconstruida
y, allí, su templo para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Alégrate, Jerusalén, porque en ti se reunirán todos los pueblos.

Antífona 3: Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.

SALMO 147: Acción de gracias por la restauración de Jerusalén
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

El envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

Hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.

LECTURA BREVE (2Co 1,3-5)
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo.

RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi fuerza y mi energía.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Él es mi salvación.
R. Y mi energía.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.

Antífona Benedictus: Todo mi deseo y mi voluntad están puestos en aquel que por nosotros murió y resucitó.

CÁNTICO DE ZACARÍAS
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. 
Para concedernos que libres de temor,
arrancados de la mano de nuestros enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días. 
Y a ti, niño, te llamaran Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados. 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas,
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Todo mi deseo y mi voluntad están puestos en aquel que por nosotros murió y resucitó.

PRECES
Celebremos, amados hermanos, a nuestro Salvador, el testigo fiel, y, al recordar hoy a los santos mártires que murieron a causa de la palabra de
Dios, aclamémoslo, diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de los santos mártires, que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,
—concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires, que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,
— concédenos, Señor, la integridad y la constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires, que, soportando la cruz, siguieron tus pasos,
— concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión de los santos mártires, que lavaron su manto en la sangre del Cordero,
— concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

PADRE NUESTRO

ORACIÓN:
Dios todopoderoso y eterno, tú que has querido que el testimonio de tus mártires glorificara a toda la Iglesia, cuerpo de Cristo; concédenos que, así como el martirio que ahora conmemoramos fue para San Ignacio de Antioquia causa de gloria eterna, nos merezca también a nosotros tu protección constante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

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