18 marzo 2014

Fichas lecturas para niños, 19 marzo




Foto: Miércoles 19 de Marzo  -  2° del Tiempo de Cuaresma  
Santoral: San José, esposo de la V. María 

Lecturas del día: 
2Samuel  7, 4-5a. 12-14a. 16: “El Señor Dios le dará el trono de David su padre” 

Salmo Responsorial  88, 2-5.27.29: “Su linaje será perpetuo”. 

Romanos  4,13.16-18.22: “Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza” 

Lucas  2, 41-51a: “Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”









Foto: Miércoles 19 de Marzo - 2° del Tiempo de Cuaresma 
Santoral: San José, esposo de la V. María 

Salmo Responsorial 88, 2-5.27.29: “Su linaje será perpetuo”

El salterio nos ofrece hoy un salmo en el que la angustia de su autor alcanza la más despiadada de las aflicciones: «Mi alma está llena de desgracias, y mi vida está al borde de la tumba. Me ven como a los que bajan a la fosa, me he quedado como un hombre in fuerzas, tengo mi cama entre los muertos, como las víctimas que yacen en el sepulcro, de las que ya no te acuerdas, porque fueron arrancadas de tu mano». 

Oímos al salmista invocar a Dios casi como advirtiéndole de que, en el lugar de la muerte y tinieblas, donde cree que esta a punto de yacer, no podrá alabarle ni cantar su misericordia y su lealtad: «Yo te invoco todo el día, extiendo mis manos hacia ti: ¿Harás maravillas por los muertos? ¿Se levantarán la» sombras para alabarte? ¿Hablarán de tu amor en la sepultura, y de tu fidelidad en el reino de la muerte?». 

Si es cierto que sobre el crucificado se cernieron todas las tinieblas de las que hemos oído hablar al salmista, más cierto aún es que, en su muerte, su Padre abrió los cielos para recogerle resucitándole. El Señor Jesús vivió las mismas angustias del salmista, pero su fe de que volvía al Padre, como así lo proclamó a lo largo de su vida, actuó como una espada que, al mismo tiempo que abría los cielos, golpeó mortalmente a las tinieblas.

Foto: Miércoles 19 de Marzo - 2° del Tiempo de Cuaresma 
Santoral: San José, esposo de la V. María 
 
2Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16: “El Señor Dios le dará el trono de David su padre” 

Esta primera lectura nos habla, con acentos históricos y teológicos, de la descendencia de David, que reinará para siempre. Seguramente, la profecía de Natán alude a Salomón, hijo de David y constructor del templo. Sin embargo, las palabras «consolidaré su reino» (v. 12) indican una larga descendencia sobre el trono de Judá. Esta descendencia tuvo un final histórico, y entonces el oráculo recibió fuerza profética con una velada alusión referente al Mesías, descendiente de David. El reinará para siempre en su reino, un reino que no será de este mundo, sino espiritual, según el designio de Dios para la salvación de la humanidad. La tradición cristiana ha releído siempre este fragmento como profético y mesiánico, aplicándolo a Jesús, Mesías descendiente de David, y, de modo indirecto, también a José, último eslabón de la genealogía davídica y transmisor de la herencia histórica de la promesa divina hecha a Israel.

Tomado de Facebook: catequesis niños

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