13 octubre 2013

Por quién estamos aquí??

A lo largo de los años que llevo como cura, me he encontrado bastantes veces con personas que hace años se alejaron de la Iglesia debido a que tuvieron algún encontronazo o desavenencia con un cura. También me he encontrado con personas que cambian de parroquia porque “este cura no me cae bien”, o “no me gusta cómo habla”. Otras veces, el motivo del cambio se debe a que “aquí no estoy cómodo”, “en la otra parroquia tienen aire acondicionado”. Y ante estas respuestas, aunque desde el punto de vista “humano” a veces puedo comprenderlas, como cura me surge la pregunta: ¿Qué es lo que en realidad nos mueve a estar aquí? ¿Tenemos claro por Quién venimos?
La Palabra de Dios en este domingo nos recuerda por Quien venimos, o por Quien deberíamos venir. En la 2ª lectura hemos escuchado: Haz memoria de Jesucristo el Señor, resucitado de entre los muertos. Si estamos aquí es por Jesucristo, el Señor resucitado; si venimos, ha de ser por Jesucristo, el Señor resucitado. Por eso, aunque humanamente pueda ser comprensible, cristianamente no son justificables esas respuestas que a veces damos, no vale decir: “como con aquel cura no me llevaba bien, ya no voy más a la Iglesia”. Tampoco vale decir: “vengo aquí por éste o aquel cura, por éste o aquel grupo, porque aquí la misa es ‘más divertida’, o porque estoy más fresquito o calentito.”
La 1ª lectura también lo deja claro: el importante no es quien en un momento pueda estar representando a Dios, sino Dios mismo. El profeta Eliseo, que indica de parte de Dios a Naamán lo que debe hacer para curar su lepra, no es el importante, por eso no acepta ningún presente de Naamán. El importante es Dios, lo importante es que Naamán se haya encontrado con Dios y haya dicho: Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel… en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios de comunión a otro dios que no sea el Señor. Esto es lo único importante.
Y en el Evangelio, Jesús también deja patente que lo importante es la fe en Dios. Lo importante para Jesús es que el leproso, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos. Y aunque el leproso se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias, Jesús le responde: Levántate, vete: tu fe te ha salvado, haciéndole ver que lo importante es que se ha encontrado con Dios y por eso ha obtenido algo mucho mejor que la curación física: ha obtenido la salvación.
Y cuando tenemos claro por Quien venimos, cobran pleno sentido las palabras de san Pablo en la 2ª lectura: Por eso lo aguanto todo… El importante es Dios, venimos aquí por Jesucristo, el Señor resucitado, por Él formamos parte de esta comunidad parroquial, y por Él posponemos los gustos y apetencias personales, ya sea respecto a personas o a otras circunstancias.
Reflexionemos este aspecto que la Palabra de Dios nos propone, y hagámoslo con sinceridad: ¿cuál es mi motivación para formar parte de esta comunidad parroquial, y para participar en la Eucaristía? ¿Alguna vez me he alejado de la Iglesia por desavenencias con algún cura? A la hora de participar en la Eucaristía, ¿para decidirme tengo en cuenta quién la preside, o qué grupos o personas estarán también presentes? Y lo más importante: ¿Tengo claro por Quien vengo? ¿Puedo decir como San Pablo: Por eso lo aguanto todo…?
Dentro de la nueva evangelización, un elemento para hacer más creíble nuestro testimonio de fe será aprender a superar los gustos, disgustos, afectos, desafectos… para dejar bien patente Quién es el que nos mueve, para dejar patente que la vida de fe, de la cual la dimensión comunitaria y la participación en la Eucaristía son elementos esenciales, no es algo “nuestro”, que no nos anunciamos a nosotros mismos, que el centro es Jesucristo el Señor resucitado, por Él aguantamos todo lo que haga falta para que otros también alcancen su salvación.
Ojalá ofrezcamos un testimonio de fe tan creíble que quienes no conocen a Cristo, quienes sufren tantas “lepras” hoy en día, quienes están en la periferia de la Iglesia, se encuentren con Jesucristo, el Señor resucitado, el único importante, y por la fe alcancen la salvación.

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