08 septiembre 2013

Festividad de la Virgen de San Lorenzo, 8 septiembre



 La historia de la Virgen de San Lorenzo, cuya festividad como patrona de Valladolid se celebra el 8 de septiembre, es una de tantas leyendas marianas referidas al tiempo de la Reconquista. Según la tradición, hacia el año 1091 llegó a Valladolid un religioso procedente de la población toledana de Consuegra, que huyendo de los ataques musulmanes portaba a lomos de una mula una imagen de la Virgen con el Niño que había preservado del saqueo y destrucción y que escondió en una pequeña cueva a orillas del Pisuerga.
Años más tarde, en 1125, fue descubierta por un pastor cuando su rebaño pastaba junto a la ribera, en una zona próxima a la puerta de la muralla llamada de los Aguadores, por ser donde los trabajadores de este gremio bajaban al río a por el agua que después distribuían con carros y animales por la ciudad. La imagen, cuya aparición fue calificada de milagrosa, estuvo colocada presidiendo aquella puerta y comenzó a ser venerada como Virgen de los Aguadores.

     A mediados del siglo XII, gozando la imagen de gran veneración popular, fue trasladada a una cercana y pequeña ermita, localizada a extramuros, que estaba dedicada a San Lorenzo. Ante el aumento de su devoción y la propagación de su fama milagrosa, en 1485 el regidor y merino don Pedro Niño decidió construir sobre la ermita una iglesia de nueva planta con la misma advocación, tomando la imagen desde entonces la denominación de Virgen de San Lorenzo.
     Un simple análisis del tipo iconográfico de la escultura permite datarla a partir de la segunda mitad del siglo XIV, por lo que la leyenda piadosa y romántica pierde consistencia, siendo fiable únicamente el final del relato, a partir de presidir la vieja ermita donde era venerada por el pueblo en general y especialmente por los aguadores, siempre temerosos de las amenazantes crecidas del Pisuerga.
     En la nueva parroquia de San Lorenzo tuvo la imagen su acomodo y la veneración propia de aquella sociedad sacralizada, compartiendo su fama como intercesora en acontecimientos extraordinarios con la Virgen del Pozo, una pintura colocada en un caserón contiguo a la iglesia a la que también se atribuyeron prodigios. Lo cierto es que la Virgen de San Lorenzo, que siempre ha estado ligada a los problemas del agua en la ciudad, siendo requerida tanto en casos de inundaciones como de sequía y objeto continuo de rogativas y procesiones, fue invocada como patrona de Valladolid desde 1637, aunque su proclamación oficial no se produjo hasta 1916, celebrándose un año después la coronación canónica de la imagen por el cardenal Cos. Asimismo, sería honrada como patrona con su declaración como Alcaldesa Honoraria de Valladolid, motivo por el que lleva incorporado permanentemente el bastón de mando y la medalla de la ciudad.

     A partir del año 2003 la patrona ha reforzado su protagonismo en Valladolid, después de que la Hermandad de Nuestra Señora de San Lorenzo, fundada en 1781, recuperase la tradicional procesión de su festividad, después de permanecer interrumpida durante cincuenta años, y del acuerdo del Ayuntamiento por el cual las tradicionales Ferias y Fiestas de San Mateo han pasado a celebrarse en honor de la Virgen de San Lorenzo. A estos actos, para los que devotos y cofrades de la Hermandad han dotado a la patrona de unas andas de plata con templete para treinta y dos portadores, cuatro grandes faroles y un relicario de San Lorenzo en su parte frontal, se suma la restauración de las mazas de 1819, un nuevo estandarte realizado por un orfebre sevillano y la confección de una espectacular alfombra de arena de colores y flores que discurre por los tramos de la calles Ferrari y Fuente Dorada en su camino a la catedral, donde se celebran solemnes actos litúrgicos cada 8 de septiembre, fecha elegida por coincidir con la Natividad de la Virgen.

     A pesar de todo, no hay que olvidar los años de desidia y especulación en los que la iglesia gótica de tres naves, en lugar de conocer una restauración, fue derribada y convertida en viviendas en cuya planta baja se construyó un nuevo templo, conservándose tan sólo la portada y la torre cuadrada, ahogada entre una arquitectura supuestamente vanguardista. Su rico patrimonio fue diseminado por el contiguo convento de Santa Ana y en la propia iglesia, en cuyo altar recibe culto como patrona de Valladolid.

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