05 septiembre 2013

Discípulos de Jesús

Nos mantenemos todavía en el “Año de la Fe”, el Año que inició el papa Benedicto XVI. Ahora lo, prosigue –sin ruptura posible- un nuevo papa, llamado simplemente “Francisco”. Pero, en este curso que termina, damos un paso más en las sugerencias que os indicamos, para estos domingos pasados, sobre el “Año de la Fe”: pasamos de la FE al DISCIPULADO. Creer en Jesús es hacer un camino de seguimiento de Jesús, como decía ya José Antonio Pagola el curso pasado: «el seguimiento de Jesús es lo único que nos hace cristianos». Este es, pues, el plan de este curso: doce pasos en el camino del discipulado, desde este domingo 23ª al domingo 24ª: aprendiendo a caminar... 
DISCÍPULOS DE JESÚS
Comenzamos nuestro curso (8 de septiembre) para quienes ha pasado el tiempo del verano, o proseguimos nuestro curso, simplemente, llevados de la mano del “Año de la Fe”. En ambos casos, todo cuanto organicemos tiene un único centro para quienes somos discípulos: Jesús de Nazaret. Ésa es nuestra apuesta radical. Esa es la prioridad absoluta, lo que más cuenta. No hay otro centro que Jesús de Nazaret. Siguiendo sus pasos tomaremos el bordón de nuestro camino de discipulado.
UN TEXTO
1. Sólo JESÚS
«Pasemos a la segunda pregunta: ¿Cómo podemos comunicar hoy eficazmente la fe?Os diré sólo tres palabras. La primera, Jesús. Él es lo más importante. Si vamos tirando con la organización, con otras cosas, bonitas, pero sin Jesús, la cosa no funciona. Jesús es lo importante. Y ahora quisiera regañaros un poco, fraternalmente. Todos gritáis:Francisco, Francisco. A mí me gustaría que gritaseis Jesús, Jesús, que justamente está entre nosotros. A partir de ahora, nada de Francisco, sino Jesús» (Palabras del papa Francisco en la Vigilia de Pentecostés, 23 de mayo de 2013) 
2. Más que la familia
«Hay una palabra de la Escritura de la que extraigo sin cesar nuevas fuerzas. La cito de memoria: “Si me amáis, debéis dejar a vuestros padres”. Ayer por la noche, luchando una vez más para no dejarme consumir de piedad por mis padres, una piedad que me paralizaría por completo si cediera a ella, la he traducido también en estos términos: no debemos dejarnos absorber por la pena y la inquietud que experimentamos por nuestra familia hasta el punto de volvernos incapaces de atender y amar a nuestro prójimo. Cada vez se me impone con mayor claridad la idea de que el amor al prójimo, a todo ser humano con quien nos encontremos, incluso por azar, a toda “imagen de Dios”, debería triunfar sobre el amor basado en los vínculos de sangre. Pero, por favor, comprendedme bien. Sé que algunos nos dicen que ése es un sentimiento “contra natura”. Pero me doy cuenta de que todavía me resulta muy difícil explicarlo por escrito, mientras que es muy sencillo de vivir» (Paul Lebeau, Etty Hillesun. Un itinerario espiritual, Ed. Sal Terrae, Santander 2000, pág. 192). 
UN POEMA
Mi fuerza y mi fracaso, eres tú.
Mi herencia y pobreza, eres tú.
Tú, mi justicia, Jesús,
mi guerra y mi paz,
mi libre libertad.
Mi muerte y mi vida, tú.
Palabras de mis gritos,
silencio de mi espera,
testigo de mis sueños,
cruz de mi cruz, tú.
Perdón de mis pecados,
juez de mi pobre llanto,
razón de mi esperanza,
mi tierra prometida,
tú, Jesús.
Pedro Casaldáliga
UN SÍMBOLO
Presentamos, una vez más, el icono de Jesús, con dos posibilidades: a) se lleva en procesión hasta el centro de la asamblea colocándolo en una mesa dispuesta con cierta relevancia. b) se pasa de mano en mano, desde el último banco hasta el primero, dejándolo finalmente en la mesa. En ambos casos se va cantando una canción alusiva a Jesús.

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