22 abril 2011

Poema del Viernes Santo

Por Jorge Guillén:

«Este cáliz apártalo de mí. 

Pero si es necesario ... ». 
Y el cáliz, de amargura necesaria, 
Fue llevado a la boca, fue bebido. 
La boca, todo el cuerpo, 
El alma del más puro 
Aceptaron el mal sin resistencia.

Y el mal era injusticia, 
Dolor 
-Un dolor infligido 
Con burla-
Y sangre derramada. 
Todo era necesario 
Para asumir aquella hombría atroz. 
Era el Hijo del Hombre. 
Hijo con sus apuros, sus congojas 
Porque el Padre está lejos o invisible, 
Y le deja ser hombre, criatura 
De aflicción y de gozo, 
De viernes y de sábado 
Sobre cuestas y cuestas.

¿Por qué le abandonaste si es tu Hijo?
Y los cielos se nublan,
La tierra se conmueve,
Hay fragor indignado:
Todo ve la injusticia. ¿Necesaria?
También sufren los justos que condenan
El mal
Y rechazan su ayuda.
Pero el Hijo del Hombre sí la quiere.
Él es
Quien debe allí, sobre la cuesta humana,
Cargar con todo el peso de su hombría,
Entre los malos, colaboradores,
Frente a los justos que al horror se niegan.

Culminación de crisis, 
A plenitud alzada. 
Esta vida suprema exige muerte.

Ha de morir el Hijo. 
Tiene que ser el hombre más humano. 
También 
Los minutos serenos transcurrieron. 
Hubo días hermosos con parábolas.

Es viernes hoy con sangre: 
Sangre que a la verdad ya desemboca. 
Y entonces... 
Gemido clamoroso de final. 
Un centurión ya entiende. 
Lloran las tres Marías. Hombre sacro. 
La Cruz.

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