Domingo XVIII del TO
3 de agosto
Lc 12, 13-21
Habitualmente, se utiliza el término “necio” como sinónimo de “estúpido”. De hecho, esa es una de las acepciones que presenta el Diccionario de la RAE. Sin embargo, en su etimología, alude directamente a la ignorancia más radical.
En latín, “nescio” es la primera persona del indicativo del verbo “nescire”, que significa no saber o ignorar. En consecuencia, el significado del término, en la parábola de Jesús, es obvio: quien se hace daño a sí mismo o hace daño a los demás es necio –“nescius”, en latín-, es decir, profundamente ignorante.