Domingo XXVIII – tiempo Ordinario – Ciclo B 11 de octubre de 2015
- Lectura del libro de la Sabiduría (7, 7-11)
- Sal 89, 12-13.14-15.16-17
- Lectura de la carta a los Hebreos (4,12-13)
- Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-30)
Las cosas importantes de la vida: la centralidad de Dios
La Palabra de Dios de este domingo parece trazarnos un itinerario en la vida del seguidor de Jesús, esto es, de nosotros como cristianos. No sólo esto, sino que recuerda y pone el acento en la centralidad del Señor y de su Reino, todo lo demás se ordena y se coloca respecto de este eje de coordenadas que es el Reinado de Dios. Es por eso que el libro de la Sabiduría nos hablará de cómo toda riqueza es considerada nada al lado del don de sabiduría. El Evangelio va a ahondar en esta radicalidad frente a las cosas proponiéndonos el pasaje del Joven Rico.
Discernir la voz de Dios
La primera lectura presenta la sabiduría como un don precioso, el más valioso. La Sabiduría en la Biblia es necesario entenderla como la presencia del Espíritu en uno, como la capacidad o el don de discernir entre el bien y el mal, entre lo que es de Dios y no es de Dios. Recordad que es el don que pide Salomón y por el que es recordado.
El pasaje de hoy me trae al recuerdo la historia de aquel hombre anciano que en un sueño vio un tesoro escondido en una ciudad lejana bajo un puente. Partió hacia la ciudad y allí descubrió un guardia en el puente. Al principio temeroso no se acercó, pero acabó confesándole la historia y el guardia se burló de él un poco contándole que él había tenido un sueño parecido en el que aparecía un tesoro escondido bajo la casa de un anciano en una ciudad lejana. Lo que el guardia no sabía es que la ciudad lejana y la casa en la que estaba el tesoro escondido eran las del anciano que tenía delante. El anciano sí comprendió el mensaje y volvió a casa… el resto de la historia la podéis imaginar.
Dios nos habla a todos, Dios está continuamente diciéndonos a través de la vida, de nuestro día a día, de su Palabra, de tantas personas. Lo único que necesitamos es escucharle y el lugar para escucharle es nuestra conciencia. Lo único que nos va a diferenciar, lo único que nos acercará o alejará a Dios es que seamos capaces de ponernos en movimiento, que realmente consideremos lo más importante lo que Dios nos pide y lo antepongamos a otras cosas.
Deja todo y sígueme
El relato del joven rico, como solemos llamarlo, es de sobra conocido por todos. A mi hoy simplemente me gustaría acentuar un par de ideas desde la luz también de las otras dos lecturas. En nuestra vida de fe podemos escuchar muchas llamadas, sentir muchos impulsos de ser mejores, más fieles, más auténticos, más coherentes,… y sin embargo las más de las veces se quedan en nada. Nos puede pasar un poco como a este joven que era bueno pero le faltaba algo, había cosas más importantes en su vida que seguir a Jesús.
En contraposición el Evangelio presenta a los discípulos y las palabras de Jesús. Vivir en cristiano se trata de poner en la vida como centro y eje el Reino de Dios, el mensaje de Jesús. No se trata de una perfección o de cumplir de maravilla los mandamientos, sino de ser capaz de encarnar y poner en primer lugar lo que nos pide el evangelio. Los discípulos de Jesús no eran perfectos pero lo habían dejado todo por él. Eso es ser cristiano, ser discípulo, cuando la opción fundamental de la vida es el servicio, el amor, el darse a los demás y eso lo preferimos a cualquier comodidad, a las riquezas, a los compromisos,… Esto es lo que hace creíble la vida de tantos santos y santas, modelos de vida porque pusieron a Jesús en el primer lugar. En ellos, la radicalidad de la llamada encontró la generosidad de la respuesta. Ojalá sea así también en nosotros.
Pedro Hernández, sdb
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