17 octubre 2015

La misa del Domingo: DOMINGO XXIX DE TIEMPO ORDINARIO 18 de octubre de 2015

Is 53,10-11
Hebr 4,14-16
Mc 10,35-45
1.- El pasaje evangélico que hemos escuchado se sitúa después de que Jesús haya anunciado su pasión por tercera vez. Por lo que sabemos, ninguno de estos anuncios fue tomado en serio por sus discípulos. Sus intervenciones posteriores iban en dirección contraria a lo que el Maestro les había anunciado. Recordemos el Evangelio del domingo anterior, en el que se nos mostraba cómo los discípulos, atraídos por la riqueza, eran incapaces de aceptar el mensaje de Jesús sobre la pobreza como condición del discipulado.
Hoy nos sorprende la petición de Santiago y Juan a Jesús. Han estado mucho tiempo con el Maestro y lo sorprenden con una petición que se aleja totalmente de lo que ha ido enseñando a lo largo de su vida pública. Hay una falta de comprensión en Santiago y Juan, y en el resto de los discípulos. Nos imaginamos a Jesús desalentado, pues nadie en el grupo parece entender que seguirle a Él será siempre un camino de sacrificio y de cruz. En los Evangelios se recogen muchas peticiones que la gente hace a Jesús, pero ninguna es como ésta, que viene precisamente de los más cercanos a Él.
2.- Santiago y Juan, y con ellos el resto de los discípulos, se dejan llevar del afán de poder, de la ambición que amenaza el corazón humano. En este sentido nos representan a todos, pues estamos dominados por pretensiones semejantes. Buscamos afanosamente ser valorados, ser aplaudidos, ser reconocidos… Y, si ponemos la mano en nuestro corazón, reconocemos que pretendemos esconder nuestras debilidades, egoísmos y fracasos bajo este aplauso. Por tanto el afán de poder oculta nuestras miserias, y delata nuestra hipocresía. Y, como hemos visto en el texto evangélico, este afán de poder rompe la comunión: “los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan”.

Este afán de poder y esta ambición nacen de la falta de atención a Jesús. Los discípulos oían lo que Jesús decía, pero no lo escuchaban. Nos debe hacer pensar esta falta de escucha.
3.- Pero Jesús no se deja llevar del desaliento ante su fracaso con sus discípulos. Sorprende su mansedumbre al escuchar a Santiago y Juan: “¿qué queréis que haga por vosotros?”. Podemos llevar este diálogo a nuestra oración: muchas veces pedimos al Señor lo que no es conforme a sus planes. Jesús escucha a los hijos del Zebedeo, pero reinterpreta su petición, conduciéndoles a participar de sus mismos sentimientos: “vosotros nada de eso”. A diferencia de los jefes de los pueblos y de los grandes de nuestro mundo, que tiranizan y oprimen, ellos han de ser servidores dando la vida por los demás. También en nuestra oración Él nos acompaña a dar este paso, a conformar nuestros planes a los planes de Dios, a ser participes de su modo de actuar…
A diferencia de nuestro actuar, el actuar del Reino de Dios ha de ser el del servicio: construir desde abajo, desde la humildad, no desde el poder ni desde la imposición… En este contexto nuestra vida no ha de ser valorada por nuestras pretensiones de poder, de influencia, de dominio…, sino por nuestra voluntad de servicio. Somos conscientes de la permanente actualidad de este mensaje: ¿a quiénes nos acercamos en esta vida?; ¿en qué parcelas de poder nos encerramos?… El discípulo de Jesús se acerca a los que padecen y sufren, a los pequeños…, para dignificarlos, para levantarlos de su postración… En esto consiste el servir, el ser esclavo de todos…
4.- Pero en la escena evangélica de hoy Jesús no sólo enseña, sino que Él mismo se pone como criterio. Una vez más, se refiere a su Pasión: al cáliz que ha de beber, al bautismo con el que se va a bautizar. Y finaliza su enseñanza a los discípulos con una expresión que resume su vida: “el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. En Jesús se realizan las palabras proféticas de Isaías: “mi Siervo justificará a muchos” con el sufrimiento, asumiendo sus culpas para liberarlos de ellas… Y el autor de la Carta a los Hebreos declara que Jesús “ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado”. Se trata de distintos retratos de Jesús como siervo débil. Así entiende Jesús la vida. De este modo Él contrarresta nuestros deseos de poder: lo que vale es la actitud de servicio, de humildad, de alegría, de acogida generosa, de comunión, de paz… Podríamos recordar hoy la carta de Pablo a los Filipenses: “Tened todos los mismos sentimientos que Cristo: el cual, siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando la condición de siervo… obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios lo exaltó… para que toda lengua confiese que Cristo Jesús es el Señor”. Jesús se nos muestra privado de libertad para dar libertad; privado de vida, para dar vida…
5.- Hoy el es Domingo del DOMUND. Como Iglesia, hemos de recodar que nuestra misión es proponer a este Jesús que se nos ha mostrado en el Evangelio, el Jesús que viene a dar la vida en rescate por todos. La misericordia del Padre se manifiesta en la cruz de Cristo. Y la humanidad, extendida por todos los confines de la tierra, tiene derecho a esta Buena Noticia. Por esto todos los cristianos, y, de modo singular, los que han ido a proclamarla a otras partes del mundo, somos misioneros de la misericordia del Padre.
Pero también la Iglesia recuerda hoy que sólo cabe un estilo de misión, de anunciar la Buena Noticia: la del servicio, la del ser esclavo de todos..
Que en nuestra oración de hoy, a favor de nuestra Iglesia misionera, sintamos la paciencia y la mansedumbre de Jesús; que Él nos conduzca a aceptar su planes sobre cada uno de nosotros; que nos inspire su actitud de siervo que carga sobre sí con nuestras dolencias; que, en definitiva, Él se haga presente en nosotros, para que podamos decir, como Pablo, es Cristo quien vice en mí.
Carlos García Llata

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario