Domingo de
Ramos en la pasión del Señor
Introducción a la bendición de ramos
Hoy, Domingo de Ramos, la Iglesia nos congrega para iniciar la Semana
Santa y, juntos como hermanos, pueblo de Dios, rememorar la hora de la verdad del
Hijo de Dios hecho hombre, como él decía: He
venido para que ustedes tenga vida en abundancia. Que
el ramito de olivo nos recuerde que no basta con que hoy digamos ¡Viva Jesús!, sino
que nos empeñemos en vivir como Jesús, meditando su palabra y cumpliendo sus mandatos, no sea que, después de
Semana Santa, todo siga igual que antes.
Así
entonces, comencemos cantando…
Bendición de los ramos y lectura del Evangelio
(El rito
de la bendición de ramos y la procesión sustituye el acto penitencial).
La gente de Jerusalén salió a recibir a Jesús aclamándolo como el tan
esperado enviado de Dios a salvar al pueblo. Y esa salvación continúa entre
nosotros porque Jesús está vivo y sigue ayudándonos a caminar detrás de él como
hombres nuevos, libres de egoísmos y maldades. Ayúdate que Dios te ayudará,
decimos. Y Jesús hoy recibe nuestras alabanzas y plegarias, pero también nos
pide no quedarnos en el ramito, sino en decidirnos a poner toda nuestra mejor
buena voluntad en seguirlo fielmente.
Ahora el sacerdote bendecirá nuestros ramos, luego leerá lo que nos
cuenta san Mateo sobre lo sucedido en aquel día, y después, todos juntos,
avanzaremos hacia el altar alabando al Señor con nuestros cantos. Levantamos
los ramos…
Introducción a la Santa Misa
La mesa del altar hoy nos congrega para celebrar el amor infinito del Hijo de Dios que, aunque le cueste la
vida, quiere rescatarnos del pecado y de la muerte para darnos a vivir la vida
verdadera, lo que él vive con su Padre, su misma vida divina.
Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Is
50, 4-7): El profeta Isaías, siglos antes de Jesús, sufrió las mil y una por
anunciar la verdad de Dios. Como tantos hoy en día, la gente de su tiempo no
quería saber nada de eso y le hizo la vida imposible, pero Dios no lo abandonó.
Salmo (Sal
21, 8-9. 17-20. 23-24): En medio del rechazo violento a sus palabras, el
profeta pone su angustia en manos de Dios, confiado en que no será abandonado.
Respondamos con él: Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?
Segunda lectura (Flp
2, 6-11): Con su divina omnipotencia, Jesús salvó a muchos, pero en su pasión
no movió un dedo para salvarse de sus enemigos, sino que, como cualquiera de
nosotros, impotentes ante la violencia asesina, se mostró como cordero
arrastrado al matadero, dándonos ejemplo de humildad, sacrificio y mansedumbre.
Evangelio
(Mt 26, 3-5. 14—27, 66): El Hijo de Dios vino a mostrarnos la verdad y
el amor de su Padre y lo terrible del pecado y sus consecuencias y así,
obediente al Padre, asumió su misión con absoluta y libre decisión, hasta las
últimas consecuencias. Nosotros, ¿estamos dispuestos a seguir su ejemplo?
Escuchemos y pensemos.
Oración de los fieles
Conmovidos por la lectura de la pasión y muerte de Jesús, vivamos
convencidos de que, en esta pulseada entre el amor de Dios y el pecado de los
hombres, ese amor lleva las de ganar, porque es salvación para todos
Por
eso, oremos juntos, respondiendo a cada invocación: Ayúdanos a serte fiel y a sufrir contigo.
Porque
entre tanta polvareda de errores y mentiras, a veces perdemos el sendero seguro
que nos conduce a tu hogar del Cielo. Oremos…
Porque
nuestras negligencias hacen tambalear la fe de quienes necesitan nuestros
mejores ejemplos para perseverar sin cobardías en la vida cristiana. Oremos…
Porque
hoy quieres lavar nuestra soberbia y egoísmo con tu sangre redentora, danos
sinceridad para reconciliarnos con tu Padre y entre nosotros. Oremos…
Para
que en esta Semana Santa nos animemos a dar nuevos pasos adelante y nos
comprometamos a avanzar en nuestro compromiso bautismal. Oremos…
Para que la meditación de tu pasión y muerte nos conmueva y nos mueva a
abrazarnos a tu cruz, ansiosos por resucitar a la nueva vida. Oremos…
Señor,
vida y resurrección nuestra, que el ramo bendito que llevamos a casa nos recuerde
todo el año que, si hoy decimos de palabra ¡Viva
Jesús!, jamás cedamos a la tentación de desdecirnos y gritar con nuestros hechos
¡Crucifícalo! Tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las ofrendas
Con
nuestros ramos de olivo hemos aclamado al Salvador, ahora presentamos y
ofrecemos pan y vino sobre nuestro altar, mientras rogamos que, así como se
transformarán en el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Jesús ofrecidos al
Padre en el altar de la cruz, también nosotros vayamos creciendo y madurando a
su imagen y semejanza.
Cantemos…
Comunión
Comulgar
con Cristo en el Sacramento de su Cuerpo y Sangre es infinitamente más que una
devoción, algo emocional, es fundirse en Jesús, hacerse uno con su manera de
pensar, su forma de sentir, es asumir sus criterios y proyectos, sus
prioridades y decisiones, es resucitar a una vida nueva en la verdad y la
justicia, en el amor obediente al Padre y el amor sacrificado por el prójimo.
Cantamos…
Despedida y bendición final
Un cantito dice la misa no termina aquí
en el templo, ¡ahora la empezamos a vivir! ¿Dónde
y cómo? Viviendo como Jesús, en el hogar, el trabajo, la escuela, la calle.
Busquemos santificarnos en esta Santa Semana: por eso, tratemos de vivirla
intensamente participando de las distintas celebraciones, acercándonos también
al sacramento de la Confesión y decididos a dar un paso adelante en nuestra
vida cristiana.
El
Padre de las misericordias, que en la Pasión de su Hijo nos muestra su amor,
nos conceda que, sirviendo a Dios y al prójimo recibamos su bendición. Amén.
Y que la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y permanezca para
siempre. Amén.
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