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13 febrero 2016

Jesús, lleno del Espíritu Santo, fue tentado por el demonio

Señor Jesús,
sabemos que te hiciste uno de nosotros, 
con todas las consecuencias. 
Sabemos que tomaste
la condición humana
y que incluso fuiste tentado,
como “todo hijo de vecino”.

Bien es cierto que no estabas solo, 
esto es muy importante. 
¡Cuánto bien nos hace la compañía 
de gente que nos quiere,
y sobre todo la compañía
de la fuerza de Dios!

El Espíritu Santo estaba contigo.
Señor Jesús,
que jamás pierda de vista que tampoco 
yo estoy solo, también el Espíritu 
está con nosotros
y los miembros de la comunidad 
también nos acompañan.
No una sino muchísimas veces fuiste 
tentado a lo largo de toda tu vida.

Pero el tentador se fue de vacío, 
sin conseguir nada de Ti
de todo lo que pretendía.

Tú, Señor Jesús, fuiste siempre fiel 
a Dios Padre.

¡Que claro está lo que el evangelista 
nos quiere mostrar!:
tu fidelidad al Proyecto del Padre, 
pasase lo que pasase.
Dios, en tu vida, siempre estuvo 
por encima de todo.

Gracias, Señor Jesús, por tu ejemplo.
El texto dice al final:
“Completadas las tentaciones,
el demonio se marchó
hasta otra ocasión”.
Es como diciéndonos que
a lo largo de tu vida,
en distintas ocasiones, fuiste tentado.

No fue sólo cosa del tiempo 
que permaneciste en el desierto, 
sino a lo largo de toda tu vida 
fuiste tentado.
Tú, Señor Jesús,
sabes que en múltiples ocasiones, 
a diario, soy tentado
por la comodidad,
por el qué dirán,
por los celos,
por el orgullo,
por los prejuicios,
por la pereza, por el egoísmo… 
y lo mío es diferente a lo tuyo. 
Ya lo sabías Tú bien cuando en tu oración nos invitas a pedirle al Señor:
“no nos dejes caer en la tentación y líbranos de mal”.

Señor Jesús,
que, como Tú, trate en cada momento de mi vida
de mostrarme como hijo e hija de Dios, que viva siempre a tono
con esta realidad.
Y sabiendo que las tentaciones
son propias del ser humano
que si caigo, que caeré,
en las tentaciones me levante.

Ah y otra cosa importante 
que ayude a otras personas a levantarse. 
Sabiendo que Tú, Señor Jesús,
siempre nos perdonas y que el Espíritu 
nos acompaña para que no caigamos 
en la tentación.

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