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08 octubre 2015

Ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres…

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Ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres.
Después, ven y sígueme
Señor Jesús,
esto es lo que le dijiste un día
al joven rico
y esto es también lo que continúas ofreciendo
como estilo de vida a muchas personas.
El ideal que Tú nos propones es seguirte:
“Ven y sígueme”.
Esto es para Ti lo fundamental.
Seguirte en la oración, en la pobreza,
en la entrega, en la humildad,
en la valentía por defenderla justicia y la verdad,
seguirte en la solidaridad y en el apostolado,
seguirte en la búsqueda de la voluntad de Dios Padre,
en la escucha de la Palabra de Dios.
Seguirte a Ti es lo que quieres,
no para convertirnos
en unas marionetas en tus manos,
sino para realizarnos,
sino para vivir plenamente
como seres humanos.
Y para que ello sea posible nos invitas a renunciar,
que no quiere decir despreciar,
sino poner en su lugar,
a las riquezas, las cosas,
las personas, el mundo, todo.
Tú, Señor Jesús,
quieres que quede bien claro
que lo primero y fundamental
es seguirte.
No es la primera vez que nos lo dices.

Tu Proyecto es conseguir
una relación personal
con cada uno de nosotros
para encontrar en Ti nuestro destino,
nuestra plenitud.
El dinero, las propiedades,
los títulos, los honores…
son un estorbo en el proceso de seguirte,
como le sucedió al joven rico.
Es a cada uno de nosotros
a los que nos toca ver,
en nuestra vida,
lo que puede impedir que te sigamos.
Señor Jesús,
ayúdame a que sepa descubrir
lo que me puede dificultar
a que te siga de verdad.
Hoy, Señor Jesús,
quiero darte las gracias
por tantas personas,
hombres y mujeres,
jóvenes y adultos
que han hecho de tu seguimiento
el ideal de sus vidas
y a causa de ello
han dejado: honores, dinero,
propiedades, casa, patria,
lengua, amigos …
Gracias, Señor Jesús,
por todos ellos que son un estímulo
para nuestras vidas.
Ayúdanos, Señor Jesús,
a que fundamentemos nuestras vidas
en tu seguimiento y en la cooperación
en tu Proyecto.
Señor Jesús
haz que sepamos renunciar
a todo lo que nos pueda impedir seguirte.
Gracias, Señor Jesús.
No te canses de hacer hoy en día
a las personas de nuestro mundo
la misma invitación que al joven rico:
“Ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres.
Después, ven y sígueme.”

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