15 septiembre 2016

Muchas homilías para el domingo 18 de septiembre


Resultado de imagen de homilías

1.- EL BALANCE DE UNA GESTIÓN

Por Antonio García-Moreno

¡ESAS INJUSTICIAS! “Escuchad esto los que exprimís al pobre y despojáis a los miserables..." (Am 8, 4). Amós guardaba ovejas por los campos de Tecua; también descortezaba sicómoros. Y un día Yahvé le sacudió de pies a cabeza. Entonces el profeta sintió escocer en su propia carne toda la tragedia que sufría la gente de su pueblo, toda la tremenda injusticia social en que la gente vivía. Los ricos abusaban de los pobres aprovechándose de su situación privilegiada. Los hacían trabajar sin descanso, explotaban su trabajo, pisoteaban los derechos más sagrados de la persona.

Dios no podía quedar impasible ante esa situación. El pecado de injusticia contra los pobres enseña Santiago (St 5,4) es de los que claman al cielo. Por eso la voz de Dios se oye clara y enérgica, como un rugido, dirá el profeta. También hoy se explota al pobre por parte de ciertos poderosos, que abusan de su poder, enriqueciéndose injustamente a costa de los demás.


La Iglesia clama con la voz misma de Amós, lo vuelve a proclamar ante todos los hombres que han sido llamados a ser discípulos de Cristo y quizá no son consecuentes con su fe. Los Sumos Pontífices defienden en sus encíclicas sociales a quienes son víctimas del egoísmo y la ambición de los de arriba, recuerda con valentía los deberes de justicia que todo hombre tiene, más acuciantes y graves en los que poseen el capital.

"Jura el Señor por la gloria de Jacob que nunca olvidará vuestras acciones..." (Am 8, 7). No se puede acusar a la Iglesia de silencio, no se puede decir que haya callado consintiendo en las injusticias para con los más necesitados. No, la Iglesia nunca ha sido cómplice de los poderosos, no apoya la injusticia sino que la condena con todas sus fuerzas.

No obstante, los inicuos agentes de la injusticia siguen su marcha, no escuchan esas palabras de condena, esos consejos y normas para promover un mundo más justo. Por eso los pobres siguen oprimidos, sufriendo mientras que el corazón se les llena de odio ante el aumento de las riquezas mal adquiridas.

Pero de Dios nadie se ríe. Su palabra sigue viva, su maldición está ahí: Cambiaré en duelo vuestra fiestas, y en lamentos vuestras canciones. Si, llegará un día en que la justicia divina se impondrá y cada uno pagará con creces el mal que hizo. Ese enriquecimiento viene a ser, dice Santiago en su epístola, como el engorde para el día de la matanza.

FIELES EN LO POCO. “Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes" (Lc 16, 1). La parábola de hoy nos habla del balance de una gestión. Con ello se nos recuerda que todos y cada uno de nosotros hemos de rendir cuentas ante el Señor de toda nuestra vida, hemos de entregar un balance de nuestra gestión. Y según sea el resultado, así será la sentencia que el Juez supremo dicte en aquel día definitivo. A lo largo de nuestra vida vamos recibiendo bienes de todas clases, materiales y espirituales, vamos disponiendo de meses y de años, de horas y de minutos.

Son dones que Dios nos concede para que los negociemos, para que los aprovechemos en orden a nuestro beneficio y al de los demás. Con la ayuda de lo alto podemos, y debemos, transformar todos esos bienes terrenos en gloria eterna, conseguir que un día el divino Juez se llene de alegría al decirnos que nos hemos portado bien y que merecemos un premio inefable y eterno. Qué astuto era aquel administrador infiel, qué afán ponía en sus asuntos, cuánto se jugaba por solucionar sus problemas. El Señor da por supuesto lo inmoral de su conducta, pero reconoce al mismo tiempo la eficacia de su actuación, la inteligencia de que hizo alarde para salir de su apurada situación. Compara esa manera de proceder de granuja la actuación de los que son buenos. Y concluye que los hijos de las tinieblas son más astutos en sus asuntos que los hijos de la luz en los suyos. A pesar de que lo que persiguen los primeros son sólo unos bienes caducos, mientras que los que alcanzan los hijos de Dios son unos bienes superiores e imperecederos.

De todo ello se concluye que hemos de poner más empeño y más cuidado en nuestra vida de cristianos, que hemos de luchar dispuestos a cuantos sacrificios sean precisos por lograr que el amor de Cristo, su paz y su gozo se extiendan más y más entre los hombres. No nos dejemos ganar por los que sólo buscan su provecho personal y el logro de una felicidad pasajera y aparente, pongamos cuanto esté de nuestra parte para que el Evangelio sea una realidad viva en nuestro mundo.

Termina el pasaje evangélico con una sentencia de enorme valor práctico: quien es fiel en lo poco, también lo será en lo mucho. Se subraya así la importancia de las cosas pequeñas, lo decisivo que es ser cuidadoso en los detalles, en orden a conseguir la perfección en las cosas importantes. En efecto, quien se esfuerza por afinar hasta el menor detalle, ese logra que su obra esté acabada, evita la chapuza. Es cierto que para eso es preciso a veces el heroísmo, una constancia y una rectitud de intención que sólo busca agradar a Dios en todo. Pero sólo así agradaremos al Señor y nos mantendremos siempre encendidos, prontos y decididos a cumplir el querer divino.

2.- SER GENEROSOS

Por José María Martín OSA

1.- Que el hombre no sea explotado por otro hombre. Hoy día estas palabras de Amós resuenan con toda actualidad. Gran parte de la culpa de la desgracia que ha caído sobre Israel la tienen los mercaderes que, con su rapacidad, despojan en esta época de hambre a los más débiles. El profeta recrimina sin compasión estas lacras sociales. La ambición de los negociantes perversos llega al límite de que, importándoles poco la celebración del culto, se impacientan por las fiestas religiosas. Su corazón está sediento de dinero. Nuestra sociedad está en aspectos como éste muy próxima a aquella problemática. El creyente debe adoptar una actitud de desapego y de denuncia. Palabras como éstas aún golpean la conciencia de muchos hombres de nuestra sociedad. Es preciso decirlo sin tremendismos pero con veracidad: el que tal hace sepa que le aguarda un castigo formidable. Por eso, el día de la restauración final, se tendrá en cuenta hasta la última de las obras de iniquidad que han obrado los que tenían la fortuna y el poder. Palabras para meditar: que nuestra fe no se convierta en una opresión; que el hombre no sea explotado por otro hombre.

2.- Oración de intercesión para colaborar en la obra de Dios. San Pablo es el gran maestro de la vida cristiana. Que ha mostrado como nadie la riqueza del interior oculto del cristiano. Es el maestro de la oración y del camino de la fe. El mismo nos dirá hoy que es "anunciador y apóstol, maestro en la fe y verdad". Nos habla de la oración de intercesión universal. Lo que Dios quiere es la colaboración de los creyentes en la gran tarea de la salvación, convirtiéndonos en cierta medida en mediadores de esta obra redentora. Esta es la misión universal de la Iglesia que tiene la misión de anunciar a todos la salvación y de preparar el camino. Así somos solidarios con Cristo, que se entregó generosamente camino. Así somos solidarios con Cristo, que se entregó generosamente para salvar a todos los hombres. Orando por los hombres preparamos el terreno por el efecto de la gracia de Dios que siempre se derrama en abundancia sobre el mundo, perpetuándose así la obra de Cristo, salvador universal.

3.- Llamada a la generosidad. La parábola del evangelio ha causado, a veces, dificultades de interpretación al presentar como ejemplo a un sinvergüenza. Naturalmente que para Jesús el administrador es un hombre injusto; pero lo que se propone a modo de ejemplo es su habilidad, el saber emplear con visión el dinero que administra. En él se alaba la actitud del hábil gerente que mira al futuro y lo prevé sabiendo negociar con su actual situación. Esta es la actitud que Jesús pide al que emprende el camino del evangelio. Pero la astucia del discípulo en Jesús no consiste en prepararse una salida airosa en lo económico, sino en renunciar a los bienes materiales para entrar en el reino de Dios. Abandonando los bienes aquí, por el reino, se está ya actuando con una mentalidad evangélica. Palabras claras para actitudes valientes. La prueba de fuego viene a ser la actitud ante los bienes o, dicho de otro modo, la confianza en Jesús y su palabra. Aceptar las promesas de Jesús exige el abandono del dinero traidor. Para comprender esto, es preciso la fuerza de Dios y actitudes generosas en orden a establecer unas categorías diferentes que las que rigen nuestra propia sociedad. El dinero puede ser obstáculo real para el acercamiento y el encuentro con Dios. En una sociedad de opresión económica como la nuestra es muy difícil entender palabras como éstas. San Agustín en su comentario a este evangelio hace una llamada a la generosidad, a pesar de que a veces podamos ser engañados:

"Mammona es el nombre hebreo de las riquezas; por eso en púnico se las llama manon., ¿Qué hemos de hacer, pues? ¿Lo que mandó el Señor? Haceos amigos con la mammona de iniquidad, para que también ellos os reciban en los tabernáculos eternos cuando comencéis a desfallecer. A partir de estas palabras, es fácil de entender que hay que hacer limosnas, que hay que dar a los necesitados, puesto que es Cristo quien recibe en ellos. Él mismo dijo: Cuando lo hicisteis con uno de estos mis pequeños, conmigo lo hicisteis. En otro lugar dijo también: Quien dé a uno de mis discípulos un vaso de agua fría sólo por ser mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa (Mt 10,42). Comprendemos que hay que dar limosnas y que no hay que perder tiempo en elegir a quién se las hemos de dar, puesto que no podemos examinar los corazones. Cuando las das a todos, entonces las das a los pocos que son dignos de ellas. Eres hospitalario; ofreces tu casa a los peregrinos; admite también al que no lo merece, para no excluir al que lo merece. No puedes juzgar ni examinar los corazones..."

3.- LA ASTUCIA Y EL DINERO

Por Gabriel González del Estal

1.- El amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. En cuestiones de dinero, casi todos tendemos a ser más o menos astutos o sagaces, aunque no todos tengamos que ser injustos como el administrador infiel. Esta parábola sobre el uso del dinero no es sólo aplicable a los ricos, sino a la mayor parte de los mortales. El amo felicitó a su administrador por la astucia con que había actuado, no por su injusticia, y Jesús coloca al administrador infiel entre los hijos de este mundo, es decir, entre los hijos de las tinieblas, frente a los hijos de la luz. Debemos examinar constante y concienzudamente nuestra actitud ante el uso que hacemos del dinero que tenemos y del que quisiéramos tener. El ser hijos de la luz nunca debe hacernos ingenuos, o fáciles de engañar. Ser sagaces y previsores en cuestiones de dinero no es malo, pero ser hijos de las tinieblas sí lo es. El dinero, por supuesto, es un instrumento necesario para vivir en esta sociedad en la que nosotros vivimos. Por eso mismo, debemos procurar ser dueños del dinero que tenemos, o que tratamos de tener, pero no debemos ser nunca esclavos del dinero. El dinero debe servirnos a nosotros mismos para vivir con dignidad y para ayudar en lo que podamos a los que no tienen dinero suficiente para vivir dignamente. Lo ideal, en cuestiones de dinero, es que vivamos con sobriedad, con una sobriedad compartida y generosa. Jesús nos dice que no podemos servir a Dios y al dinero y, en una frase complicada, dice que nos ganemos amigos con el dinero injusto, para que nos reciban en las moradas eternas. Yo creo que es suficiente con que nos apliquemos esta frase en un sentido cristiano, es decir, que también usemos el dinero que tenemos para adquirir bienes espirituales, poniendo siempre los valores espirituales por encima de los valores materiales.

2.- Escuchad esto, los que exprimís al pobre. El profeta Amós es, dentro de su brevedad, uno de los profetas que denuncia con mayor dureza el pecado social que los ricos de su tiempo estaban cometiendo contra los pobres. Compraban por dinero al pobre, poniéndoles en la disyuntiva de, o someterse a sus fraudes e injusticias, o morir físicamente de hambre. Desgraciadamente, también hoy tenemos nosotros razones para afirmar que el pecado social que denuncia el profeta Amós sigue estando muy vivo entre nosotros. Los grandes ricos de hoy –empresas, multinacionales, países ricos respecto a países pobres, etc.- siguen explotando al pobre sin misericordia alguna. Pero no nos conformemos con pensar en los más ricos, pensemos cada uno de nosotros en los posibles pecados sociales que cometemos, por acción o por omisión. Como ya hemos dicho arriba, el dinero debemos usarlo siempre no sólo en beneficio propio, sino en beneficio de los demás. Vivamos sobriamente y procuremos que nos sobre siempre algo para dar a los que no tienen ni lo necesario para vivir. Ya decía insistentemente san Agustín que es mejor necesitar poco que tener mucho. Si somos sinceros, debemos reconocer que muchos de nosotros podemos vivir gastando algo menos de lo que gastamos habitualmente, para así poder dar algo a los más necesitados. Que los profetas Amós de nuestro tiempo, que los hay, nunca puedan decirnos que exprimimos al pobre tratándole injustamente y sin misericordia.

3.- Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. En estos tiempos electorales que vivimos en España es bueno que todos los que deseamos el bien de nuestra patria recemos por todos los que ocupan cargos y por los que desean ocuparlos. El autor de la carta a Timoteo dice que de la recta actuación de los gobernantes depende en gran parte el que nosotros, los ciudadanos de a pie, podaos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Unos políticos pueden caernos más o menos simpáticos que otros, pero no hay duda de que de la actuación de los gobernantes depende en gran parte nuestro bienestar y nuestra paz. Dios quiere, sigue diciéndonos san Pablo, que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues vamos a pedirle a Dios eso: que los políticos nos ayuden y no nos pongan trabas para llegar al conocimiento de la verdad y a salvarnos. Pues de todos los españoles depende, en mayor o menor medida, el bien de todos y de cada uno de nosotros. ¡Que Dios ayude a los políticos y nos ayude a todos a encontrar y a vivir en la verdad!

4.- ¿ASTUTOS O PRUDENTES?

Por Javier Leoz

Hace ya años, el Papa Benedicto XVI, decía que “la prudencia es algo muy distinto a la astucia”. Al leer y meditar el evangelio de hoy vemos que, la prudencia, además de ser la primera de las virtudes cardinales, nos indica el camino que nos puede llevar a la verdad; a enjuiciar con serenidad los acontecimientos; a situarnos con sosiego y con claridad frente a las cosas. Incluso, la prudencia, se puede convertir en criterio para actuar como Dios manda.

1.- ¿Astutos o prudentes? El Señor nos quiere prudentes. No es bueno engancharse al último tren de la salvación cuando, por ejemplo, durante toda nuestra vida hemos dejado que pasara de largo. Es decir; no sería lógico justificar con el evangelio de hoy una vida sin Dios. Pensar que, al final, con unos halagos o con unas carantoñas al Señor y a los demás, todo nuestro pasado va a quedar resuelto de un plumazo. Ser siervos de Dios implica buscar con todas nuestras fuerzas la verdad y razonar con criterios de fe.

2.- La vida se nos da no para malgastarla. Alguien, con cierta razón, ha llegado a decir que nuestra vida es un cheque que Dios pone en nuestras manos para que pongamos la cantidad que necesitemos. Pero ¿qué ocurre? No siempre la administramos bien. En muchos momentos nos convertimos en “ladronzuelos” de nuestra propia existencia; quitamos tiempo a nuestra felicidad, paz a nuestras almas, sensatez a nuestros pensamientos o ilusiones a nuestro futuro. En vez de sumar ceros a ese cheque, lo emborronamos con nuestro afán de todo y de nada.

La bondad del Señor, y de sobra lo sabemos, es ilimitada. Pero ello no quita para que, aún a sabiendas del corazón gigantesco que Dios tiene, nos planteemos de vez en cuando en realizar un discernimiento o un análisis de cómo andan nuestras cuentas con Dios.

3.- En la realidad que nos toca vivir andamos demasiado pendientes de estar a bien con los negocios, con los bancos, con los amigos o con los enemigos pero –no siempre- hacemos balance de cómo está nuestra relación con Aquel que nos creó, con Aquel que nos hizo sus hijos por el bautismo.

Qué bueno sería que, en esta celebración, nos preguntásemos: ¿Somos astutos o prudentes con todo lo relativo a Dios? ¿Lo tratamos con dignidad? ¿Estamos interesados en su reino o, por el contrario, somos muy interesados de cuando en vez? ¿Procuramos ajustar nuestra vida, nuestra conducta, nuestras actitudes con el evangelio?

4.- El Señor no pide imposibles. Tal vez, la mayoría de nosotros, no tengamos una gran empresa, ni seamos doctos o ni tan siquiera poseamos un remunerado puesto profesional pero, el Señor, nos ha concedido talentos, aptitudes, mentes prodigiosas, corazones rebosantes de afecto o manos inclinadas al bien que pueden dar el ciento por uno allá donde nos encontremos.

¿Seremos tan necios de no ponerlo al servicio del Señor? ¿Podrá más la astucia que la prudencia a la hora de volcarnos en pro de la construcción del reino de Dios?

5.- HAZME, SEÑOR, PRUDENTE

Que me  ofrezca sin esperar nada a cambio

Que exprima  lo mejor de mí mismo

aún,  aparentemente, no viendo fruto alguno

Que trabaje  los talentos que Tú me has dado

y puedan  servir como camino que me lleven hacia Ti

Que, de tal  manera viva yo en Ti,

que disfrute  viviendo y cumpliendo tu voluntad



HAZME, SEÑOR, PRUDENTE

Distante de  lo efímero, para buscar lo eterno

Crítico con  aquello que me paraliza

y dinámico  para buscarte en el silencio

Abierto a  negarme entregándome

y cerrado a  todo lo que me impide

dar y  regalar lo mejor de mí mismo.



HAZME, SEÑOR, PRUDENTE

Que no te  busque por interés

Que no te  quiera porque me esperas

Que no te  ame porque es mucho lo que me aguarda



HAZME, SEÑOR, PRUDENTE

Para que te  busque porque eres lo mejor

Para que te  quiera porque siempre esperas

Para que te  ame porque, Tú antes, me amas

Amén

5.- EL DINERO ES VIL, DESPRECIABLE, INDIGNO, TORPE, INFAME…

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Las lecturas que acabamos de escuchar tienen una enorme actualidad. La primera lectura y el evangelio hablan de dinero y ese tema está –en nuestro tiempo—en la boca de todos. La segunda –escrita por San Pablo hace casi dos mil años—forma y conforma nuestra liturgia en la forma de oración de los fieles o las preces. Y las tres nos han sonado mucho cuando las escuchábamos. ¿A que sí?

2.- La lectura del Profeta Amós parece, casi, un alegato sindical, muy adecuado para estos días. Es un golpe duro contra los empresarios de entonces. Pero no es mentira lo que se dice, ni tampoco exagerado. El afán por enriquecerse sin medida y sin piedad es una constante de todos los tiempos. Ya he dicho muchas veces que la crisis financiera provocada en Estados Unidos por la las llamadas hipotecas subprime tuvo su origen en un afán coordinado de avaricia, de pura avaricia, no de búsqueda legítima de lucro Y no era habitual, hasta entones, en el proceder correcto de quienes hacen negocio en el mundo financiero, que tiene sus topes por ley o por convicción. Y de ahí surgió una crisis que está haciendo mucho daño y, sobre todo, a las personas más desfavorecidas… como siempre.

Como no es muy extenso el párrafo del profeta Amós merece la pena que os lo lea. Dice: “Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: ‘¿cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?’ Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la Gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones”.

Pocos comentarios más merece. Esas palabras son como aldabonazos, como fuertes golpes del mazo sobre el bombo. Y está claro que el Señor no puede estar de acuerdo con ese proceder que hace daño a los más débiles, a los que hay que ayudar y proteger muy especialmente. Amos vive en ochocientos años antes del nacimiento de Cristo y los reinos judíos del Norte y del Sur viven una gran prosperidad, que, aunque no duró mucho, fue superior a la de los tiempos de Salomón. Pero esas riquezas –Amos se asombra de la magnificencia de los edificios públicos—se habían obtenido de manera injusta y clama contra ellas. Como veis la historia se repite.

3.- El Señor no acepta ese abuso, ni entonces, ni ahora, porque se aleja de su sentido de la equidad y, sobre todo, del amor por sus criaturas. La frase final del párrafo de Amos lo dice claramente. Hace dos mil ochocientos años el problema del enriquecimiento injusto e ilegal a los ojos de Dios ya estaba presente. Son muchas las citas de Jesús de Nazaret contra el dinero o contra los temas de propiedad. Como se inhibe de arbitrar en una disputa por una herencia o, igualmente, cuando dice que el amor al dinero es una especie de idolatría y cuando se confiesa pobre: “No tengo donde reposar la cabeza”. Eso está claro. Hoy nos dice que “No podéis servir a Dios y al dinero”. Ha dicho antes que no se puede servir a dos amos. Y cuando “enfrenta” al dinero con Dios está, sin duda, dando una importancia mayúscula a la seducción por el dinero, por las riquezas. Jesús es claro en esto y demuestra su conocimiento total de la psicología humana.

4.- Pero desde esta perspectiva sorprende –siempre ha sorprendido—la parábola del administrador infiel, pero sagaz. Ese administrador se asegura, mediante pactos bien urdidos, no caer en la mendicidad tras la amenaza de despido de su amo, conocedor de su tendencia irregular. El mismo amo defraudado felicitará, después, al administrador injusto por su astucia. Y “suelta” unas frases que han venido inquietando de generación en generación a muchos cristianos: “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas”. ¿Nos pide sagacidad por encima de todo? ¿Nos pide contemporizar con el dinero injusto? En otro lugar nos aconseja que seamos astutos como las serpientes. ¿Qué es todo esto? Pero, Él habla, creo yo, de la importancia de aquel que es capaz de no dejarse emborrachar por la avaricia o la codicia. Y hay otra frase digna de ser meditada: “Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras?”

5.- No existe un mundo sin dinero y está claro que a todos nosotros, en mayor o menor cantidad, nos toca administrar dinero. Proceder adecuadamente con el dinero nos asegurará que somos capaces de administrar con justicia esos otros dones de la vida, como pueden ser el amor, la solidaridad, la sabiduría… todo ello dirigido al bien común. Porque sería cobarde como en el caso de la parábola de ese otro amo que confía grandes cantidades en custodia a sus siervos, que por miedo, las guardáramos en un agujero y queden improductivas para siempre. La cobardía o el miedo jamás debe frenar ninguna acción nuestra y mucho menos inspirarla. Pero en fin, apuntemos, asimismo que habla de vil dinero y de la palabra vil el diccionario de Real Academia Española de la Lengua da los siguientes significados: bajo, despreciable, indigno, torpe, infame. La advertencia es más que suficiente porque a muy pocos de nosotros nos parece que el dinero sea así. Y sin embargo lo es, porque lo dice Jesús.

6.- Y respecto a lo que dice San Pablo en el fragmento de su Primera Carta a Timoteo pues fijaros que la Iglesia sigue ofreciendo oraciones por los que ostentan algún tipo de poder, para que Dios influya en sus conciencias y actúen de acuerdo con el sentir de Cristo Jesús. Pablo pide estas oraciones para que podamos llevar una vida apacible y tranquila. Y lo dice en tiempos de las primeras persecuciones y cuando reyes y emperadores del mundo pagano –o, incluso los dirigentes religiosos judíos—perseguían implacablemente a los cristianos. Y es que todo crece en buen ambiente, en tiempo de paz y de concordia. Ahora mismo –en muchos países—hay cristianos que se ven perjudicados gravemente, en sus convicciones y en sus vidas, por ciertas formas de legislar de las autoridades. Pues recemos para que Dios cambien las conciencias de los que tienen el poder y podamos vivir en paz. También esto tiene su miga.

Por eso os decía, al principio, que hemos escuchado una Palabra de Dios muy certera y muy en consonancia con nuestros tiempos y nuestras costumbres. Merece la pena que no nos limitemos a su escucha en la Eucaristía y que volvamos a leerlas en casa y profundicemos en su enseñanza.

LA HOMILÍA MÁS JOVEN

ASTUCIA

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- El texto evangélico de la misa de hoy, mis queridos jóvenes lectores, podríamos dividirlo en dos partes. La primera es un relato que acaba en reflexión. La segunda un consejo enigmático. La historieta que cuenta el Señor parece sacada de la actualidad, con tal que cambiemos los cargos que aparecen en el texto, por otros términos de actualidad. Vaya por delante que de ninguna manera pretendo mejorar la doctrina, se trata exclusivamente de traducir el ejemplo, que tampoco estoy seguro de que acierte.

2.- Sería algo así. El consejero delegado de una sociedad anónima, veía aproximarse una segura quiebra. Debería por tanto someterse a dictamen de la junta de accionistas, que con seguridad le condenarían al descubrir sus artimañas y le expulsarían de la entidad, exigiéndole que rindiera cuenta de la administración del capital y descubierto el fraude, sancionarían su labor que había conducido a tal ruinosa situación. Le echarían a la calle como mínimo y exigirían que respondiera con sus bienes de lo defraudado. Dirigir, mandar, firmar y autorizar era lo único que había hecho en su vida.

3.- Se dio cuenta de que no tenía oficio ni beneficio. Si quería continuar viviendo de acuerdo con lo que él llamaba su status, necesitaba emplear capital del que nadie tenía noticia, ni debía tenerla. Acudió entonces a ocultas cesiones en vida, pisos y almacenes. Simuló ventas, sin en la práctica, exigir cobros. Condenado al paro y sin subsidios, viviría no obstante, gracias a los trapicheos fraudulentos que legalmente no podría descubrir nadie.

4.- Le contaron al presidente de la entidad la pillería que había demostrado en sus funciones aquel mal consejero delegado y las trampas con que había preparado el momento en que se descubriera todo el mejunje. Su enojo evidentemente fue grande, pero no dejó de admirarse de la astucia con que había obrado aquel malvado ejecutivo a sus espaldas. Si vosotros, mis queridos jóvenes lectores, estáis ojo avizor a los avatares económicos de nuestros tiempos, no os extrañara tal proceder. Seguramente habréis tenido noticia de algún caso semejante. Estoy seguro de que no pretenderéis imitar al personajillo, pero que sentiréis cierta admiración por su taimado proceder...

5.- El Maestro, nos legó esta historieta. No aprobaba la conducta, pero proponía el bien hacer en la empresa del Reino, con astucia, que es sabiduría y oportunidad. Muchas veces se quiere ignorar que en la evangelización es preciso acudir a resortes nuevos y atractivos, a prácticas simpáticas, a generosidades oportunas. La ocasión la pintan calva, dice el refrán. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas, dice en otra ocasión el Señor. (Mt 10,16). Reconoce el Maestro que no ponemos suficiente empeño en seguirle e imitarle. Ahínco y gracia. Hay que aprender. Tener picardía, sin perder la honradez.

6.- Os adelantaba que el relato acababa con una frase enigmática y a ello voy. Dice así: y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. Recuerdo perfectamente cuanto me intrigó la frase, era durante el verano de 1957. Pese a que la misa la celebraba en latín, aquellos fieles disponían de su misalito en lengua vernácula y me preguntaron. ¿No le parece que es una injusticia? ¿En el Cielo se puede entrar fraudulentamente? Les prometí estudiarla y darles respuesta acertada. No se me ha olvidado. La tradición, los comentarios patrísticos, unánimemente dicen que ya que toda riqueza tiene alguna dimensión injusta, nosotros sus fieles, con nuestro dinero, debemos ayudar a los pobres. Cuando llegada la hora de nuestra muerte nos presentemos ante Dios, estos indigentes, que no lo fueron tanto gracias a nuestra ayuda, nos abrirán las puertas de la Gloria.

No es nueva la doctrina, ya en el libro de Tobías se dice que los cimientos de la religión se asientan en la oración, el ayuno y la limosna. El Señor da nota alta a la limosna. Matrícula de honor, no lo olvidéis, mis queridos jóvenes lectores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario