07 junio 2016

Evangelización y plataformas sociales

Para un sacerdote que a la vez es educador social y diseñador, no puede haber mayor alegría que afrontar gráficamente el tema de este mes, “Evangelización y plataformas sociales”. Desde el primer momento en el que se habló de este número, tenía claro que la imagen que iba a utilizar era la de Francisco en Lampedusa. Cuando el Papa visitó este lugar de muerte y tragedia de tantos inmigrantes, acudió con una cruz hecha a partir de la madera de un cayuco. No había mejor imagen. No había mejor representación. Los últimos acontecimientos sucedidos en nuestro país hicieron que poco a poco fuera añadiendo nuevos elementos y quisiera expresar demasiado; la vaya de Melilla, los jóvenes saltando, Jesús acogiendo… y el papa con su cruz de Lampedusa y su mano abierta… 
Personalmente estas imágenes adquieren mucha mayor significación cuando son muchos los jóvenes que me han contado su experiencia para venir a España, jóvenes que, con toda la humildad del mundo, me llaman padre con total naturalidad. Jóvenes que lloran cuando recuerdan lo que vivieron de niños, lo que sufrieron para llegar, y el miedo que tienen cada vez que salen a la calle de este lugar que llamamos estado de derecho y libertad. Hacer estos dibujos ha hecho que rezara con ellos, que recordara sus lloros, pero también sus ilusiones y sueños. Como sacerdote en medio de ellos, sé que la única palabra de esperanza y evangelio es la que les pueda dar, palabra que les niegan los políticos, los medios, la policía, los empresarios… Esperanza, palabra que dejaron de escuchar en África.
Juntar estos elementos de manera gráfica ha sido costoso, por no saber a qué dar importancia. He sido capaz de mantener el estilo de díptico, pero esta vez unido por esa valla, que en la realidad separa, pero que en la cubierta muestras dos imágenes que son la misma: Jesús que acoge y cura, y el papa Francisco el día de Lampedusa.
Ya hace casi un año, el 8 de julio de 2013, el papa Francisco dijo en Lampedusa:
“¿Dónde está tu hermano?”, la voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Ésta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestras intentaban salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un puesto mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte. ¡Cuántas veces quienes buscan estas cosas no encuentran comprensión, no encuentran acogida, no encuentran solidaridad! ¡Y sus voces llegan hasta Dios! Y una vez más les doy las gracias a ustedes, habitantes de Lampedusa, por su solidaridad. He escuchado, recientemente, a uno de estos hermanos. Antes de llegar aquí han pasado por las manos de los traficantes, aquellos que se aprovechan de la pobreza de los otros, esas personas para las que la pobreza de los otros es una fuente de lucro. ¡Cuánto han sufrido! Y algunos no han conseguido llegar.”
Estas eran sus palabras en la homilía de aquel día en el Campo de deportes «Arena». Ellas son el mejor cierre a este escrito y la mejor firma de esta imagen.
jotallorente

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