23 junio 2016

Domingo 26 junio: Homilías


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AHORA NO, QUE NO TENGO TIEMPO

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- JESÚS CONDENÓ LA VIOLENCIA POR MOTIVOS RELIGIOSOS

Por Gabriel González del Estal

1.- Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos? Jesús se volvió y les regañó. En varios pasajes de la Biblia podemos leer frases en las que judíos piadosos le piden a Yahvé que extermine a sus enemigos y que acabe con ellos. La intención primera, claro está, es que los enemigos se conviertan e Israel pueda ser el auténtico trono y reino de Dios. Hoy, en este relato evangélico, según san Lucas, los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, le piden a su Maestro que les permita mandar fuego del cielo contra los Samaritanos por no haberles permitido a ellos alojarse en su territorio, por el simple hecho de que se dirigían hacia la ciudad enemiga de Samaria, Jerusalén. Jesús les regaña y no accede a su petición. Hoy, en nuestro siglo 21, leemos casi todos los días noticias de actos de terrorismo realizados en nombre de principios religiosos. Aunque sabemos que en estos casos el motivo religioso está siempre unido a otros motivos políticos, étnicos, o de cualquier otra clase, los cristianos debemos condenar siempre, radicalmente y sin excusas, todos estos actos terroristas. El Dios cristiano es un Dios de amor y no de odio, de reconciliación y no de venganza. El texto lucano del evangelio de este domingo nos puede servir para fundamentar nuestra condena del terrorismo. Ya han pasado, afortunadamente, los tiempos de las cruzadas y de la Inquisición y hoy los cristianos debemos ser hombres que prediquemos la paz y la armonía entre todas las personas y entre todos los pueblos, siempre y radicalmente.

2.- La vocación religiosa exige radicalidad: “el que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios”. No es necesario pensar que los que hemos sido llamados a la vocación religiosa tengamos que ser necesariamente mejores personas que los demás. Es verdad que el seguimiento de la vocación religiosa exige radicalidad, es decir, exige renunciar a muchas satisfacciones y exigencias que se encuentran en la vida familiar, al desapego del dinero y de otras ambiciones del mundo, pero también es verdad que las personas que hemos seguido la vocación religiosa tenemos ciertas ventajas, espirituales y sociales, que no se encuentran en la vida familiar, tal como hoy se vive generalmente. Los casos de los que hoy nos habla el evangelio son de personas que no se atrevieron a aceptar la radicalidad del seguimiento que Jesús les exigía. Hoy día, no podemos pensar que la escasez de vocaciones a la vida religiosa tenga siempre que ver con la falta de disposición a aceptar la radicalidad que, como decimos, exige el seguimiento a la llamada de Jesús. Hay otras muchas causas, sociológicas y religiosas, que explican este hecho y que aquí no podemos ni enumerar. En cualquier caso, sí debemos decir que a la hora de seguir el llamamiento a la vocación religiosa no debemos fijarnos tanto en nuestra propia fuerza interior, sino, sobre todo, en la fuerza del Señor que nos llama. Quizá, a la hora de decidir, lo mejor será pensar con san Agustín, que Dios nunca nos va a pedir que demos más de lo que, con su gracia, podremos dar. Pidamos, pues, al Señor, con frase agustiniana, que “nos dé lo que nos manda y que nos mande lo que quiera”.

3.- Elías se marchó y encontró a Eliseo… Elías pasó a su lado y le echó el manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo. Elías le dijo: ve y vuelve; ¿quién te lo impide? La disposición de Eliseo para seguir la vocación de profeta a la que Dios, por medio del profeta Elías, le llamaba, era una disposición radical, tal como demostró después durante toda su vida. Renunció a seguir viviendo con sus padres y a todas sus posesiones materiales, incluidos los bueyes con los que estaba arando. El amor a los padres era un deber sagrado para todo judío; algunas frases de Jesús que pueden dar a entender lo contrario, como alguna frase de las que hemos leído en el evangelio de este domingo, debemos entenderlas en un contexto distinto y no deben entenderse literalmente, sino fijándonos en el mensaje que quieren dar, el mensaje de la radicalidad y de anteponer la predicación del reino de Dios y el cumplimiento de su voluntad a todo lo demás. Porque todo lo demás se nos dará por añadidura.

2.- ATRAÍDOS, SIEMPRE POR LAS PALABRAS DE CRISTO

Por Antonio García-Moreno

1.- LUGAR DE ENCUENTRO.- Yahvé dijo al profeta Elías: A Eliseo le ungirás para que sea el profeta que te sustituya el día de mañana. Fiel al mandato divino, Elías se fue a buscar a Eliseo. Y al pasar por el camino le vio trabajando en el campo, arando con bueyes. Sin dudarlo se acerca y le transmite el mensaje de Yahvé. Los bueyes quedarán solos, mientras su amo sigue decidido los pasos del profeta.

Una vez más se repite la escena. Dios se acerca al hombre cuando éste trabaja en el surco de cada día. Como si el trabajo fuera el lugar de encuentro más adecuado entre Dios y el hombre. Esto contradice esa sensación de culpabilidad que los hombres tienen a menudo ante cualquier esfuerzo laboral. No, el trabajo no es un castigo, sino algo congénito a la naturaleza del hombre, con todas sus grandezas y con toda su miseria. Y en ese lugar, normal en nuestra vida de cada día, Dios nos espera, haciendo una maravillosa encrucijada de nuestro quehacer cotidiano.

El trabajo templa el espíritu, domeña los cuerpos, los ennoblece. Cuando el hombre tiene la persuasión de haber realizado bien su trabajo, queda satisfecho, es feliz, se siente cerca de Dios. Entonces es más fácil oír la voz del Señor, responderle con prontitud y generosidad.

El decir adiós es un momento doloroso de separación, sentir en carne viva el desgarre de algo nuestro. Marcharse, dejando atrás sonrisas, miradas amigas, palabras entrañables, cosas que nos acompañaron por el camino. Todo ese mundo que llevamos muy dentro de nuestro ser, como parte integrante de nosotros mismos.

El adiós se repite sin cesar en nuestra existencia humana. Unas veces es la muerte la que rompe los lazos que nos ataban dulcemente, otras es la misma vida la que nos lleva de un lado para otro, desgajando mil veces nuestra cómoda tendencia a echar raíces.

Por eso Cristo nos invita a seguirle, a ponernos en camino tras él, a vivir siempre con la maleta hecha, a no fijar la tienda de modo definitivo en una tierra que no es la nuestra. Si logramos conseguir esa actitud de marcha no habrá despedidas tristes y definitivas. Entonces el penoso adiós se convierte en un alegre hasta luego.

2.- EL ESPÍRITU DE CRISTO.- Jesús sabía que se acercaba el momento de la manifestación de su mesianismo ante Israel y ante el mundo entero: la hora de su inmolación como víctima expiatoria en favor de los hombres. Por eso no duda ni por un momento en dirigirse hacia Jerusalén. Allí tendría lugar la última escena del drama, allí derramaría su propia sangre, hasta la última gota. Su decisión anima a sus discípulos, que le siguen hacia el lugar de su muerte.

Perdieron el miedo a quienes acechaban al Maestro y nos enseñaron con su actitud cuál ha de ser la nuestra en los momentos de la prueba. El evangelista narra luego el paso de Jesús hacia la Ciudad Santa. Por el camino irían ocurriendo diversos sucesos que darían pie al Maestro para enseñar a sus discípulos. La luz divina resplandece en sus palabras e ilumina aquellos senderos con la paz, la comprensión y el aliento. Otras veces sus palabras son de reproche. En esta ocasión los hijos del Trueno querían arrasar aquel poblado samaritano con fuego venido de lo alto. Jesús se apena y les recrimina porque todavía no han entendido cuál es el espíritu que ha de animar a un seguidor suyo.

Como siempre que contemplamos el Evangelio hemos de sentirnos interpelados, atrapados por el vigor y el encanto de las palabras de Cristo. Muchas veces arde la cólera y la indignación en nuestro interior, los deseos de justicia implacable, los sentimientos del odio y el rencor, el afán de venganza. Incluso esos impulsos internos suben a la superficie como sucia espuma sobre el agua clara. De alguna manera dejamos escapar una palabra hiriente, una sonrisa maliciosa...

Hay que tener cuidado, vigilar nuestros movimientos, ahogar cuanto suponga de malevolencia hacia los demás. Somos discípulos de Cristo y hemos de comportarnos según su espíritu. Apagar el odio y encender el amor, terminar con la guerra y sembrar la paz. También en los detalles y pequeñeces que se dan con frecuencia en nuestras relaciones con los demás. A veces descuidamos ciertos detalles, sin darnos cuenta de que lo que para nosotros no tiene importancia, pueda tenerla, y mucha, para el prójimo. Es cierto que la broma y la ironía contribuyen a quitar monotonía a la vida, pero al mismo tiempo hay que ser lo suficientemente delicado, para no divertir a los demás a costa de ridiculizar a otros.

Tendríamos que crear a nuestro alrededor un clima de cordialidad y de simpatía, que significa etimológicamente "padecer con". Procurar en todo momento alegrar la vida de los demás, quitar aristas y esquinas a las palabras y los gestos, lubricar con nuestro sacrificio y amabilidad el engranaje, a veces complicado, de la convivencia humana.

3.- NOS INVITA A SEGUIRLE

Por José María Martín OSA

1.- Vocación y misión. La misión del profeta pasa de Elías a Eliseo. Este es un pobre labrador, pero en medio de su humildad siente la llamada del Señor, a través de un mediador: Elías impone su manto sobre Eliseo para significar que le transfiere la misión profética. Es como una imposición de manos: el vestido era considerado como parte de la persona que lo vestía. Por lo tanto, el gesto de Elías significa que Eliseo participa desde este momento del espíritu de Elías. Esta concepción acerca del vestido la vemos claramente en el caso de Jonatán que, queriendo expresar su amistad con David y hacer un pacto con él, le entregó su manto y David, vestido con el manto de su amigo, participó de su fortaleza, de suerte que tuvo éxito en todas sus empresas bélicas. También, cuando David mostró su arrepentimiento por haber cortado fraudulentamente un trozo de manto a Saúl, entendiendo que eso era una injuria a la misma persona sagrada de su propio rey. Todavía hoy entre nosotros se considera una grave injuria el cortarle a uno el remate de su boina o la punta de la corbata, pues es como si esto afectara a la misma persona.

2.- Somos de Cristo. Los gálatas han vuelto a encerrarse en preocupaciones religiosas estériles pues lo que cada uno quiere únicamente es evitar los reproches de Dios, y eso tiene mucho de egoísmo. La vida cristiana, sin embargo, no es así. El que tiene el Espíritu de Cristo no se preocupa por no pecar, sino por amar. Lo que a Dios le importa es que salgamos de nuestros pequeños problemas para que nos anime su Espíritu. Es lo que dice ahora Pablo. El creyente realmente libre es el que se considera "esclavo" de Cristo. Esa es la manera de "tener fe" en la vida diaria: solucionar todo pensando que soy de Cristo y estoy al servicio de mis hermanos. De ahí nacen alegría y paz. Espíritu y carne no son dos partes del hombre, sino sólo dos orientaciones divergentes de toda persona.

3.- La radicalidad del seguimiento de Jesús. Es hermosa la disposición del escriba. Quiere seguir a Jesús a todas partes. Jesús no contesta con una negativa ni con una aprobación. Solamente muestra lo que aguarda el que le quiera seguir. Porque llegar a ser discípulo de Jesús significa compartir la vida propia de Jesús. Los hombres tenemos un hogar, o por lo menos el anhelo de llegar a tenerlo. Nos es natural buscar la seguridad en nuestra propia casa. Jesús no tiene en donde reclinar la cabeza. Para él la seguridad de su vida es el Padre del cielo. Después del escriba viene un discípulo y pide a Jesús que antes de reunirse con él pueda cumplir los deberes de piedad con su anciano padre. Esta espera podría también durar un prolongado período de tiempo. La respuesta de Jesús parece sumamente rigurosa. Sígueme. Este seguimiento es mucho más importante y urgente que cualquier obligación filial. Deja a los muertos que entierren a los muertos. El seguimiento de Jesús lleva de la muerte a la vida.

4.- Y TÚ ¿QUÉ QUIERES?

Por Javier Leoz

1.- Yo quisiera que…

La Palabra de Dios (y no la mía por supuesto) moviera de tal manera el interior de los oyentes que les hiciera saltar de un antes tortuoso a un después lleno de felicidad

La Eucaristía (aquella que se necesita y a la que no se asiste con el piloto automático o por simple obligación) fuera la presencia real y misteriosa de un Jesús que alimenta los deseos de vivir según El.

Las catequesis se convirtieran en encuentros personales y comunitarios con la vida del Resucitado. Trampolines de un descubrimiento impresionante de Aquel que dio el todo por los hombres y no pasos obligados para comulgar, confirmarse o casarse por o en una iglesia.

Yo quisiera, como nos recuerda el Papa Francisco, que anunciásemos la misericordia del Señor más allá de códigos de conducta moral.

2. Yo quisiera que…

Los sacerdotes fuésemos juglares y heraldos de un evangelio que ni se compra ni se vende sino que, a favor y en contra, se presenta tan y cual es. Que pregonásemos con convencimiento, y sin rubor alguno, un mensaje que desata reacciones de pasión y de odio, de interés e indiferencia, de vida o de sufrimiento. Que huyésemos de aquellas seguridades que, a veces, nos convierten en simples funcionarios o dispensadores de servicios.

La religiosidad popular (esa que expresamos exteriormente empujada por una fuerza interna) no se quedase reducida a los parámetros de la cultura, identidad, folclore o de las características de un pueblo.

El mundo (mi parroquia y mi pueblo, mi familia y mis amigos, mis compañeros y mis amistades, etc.,) acogieran a Jesús con la misma alegría y el mismo encanto que aquellos primeros apóstoles que dejaron todo por seguirle.

3.- Yo quisiera que…

Los medios de comunicación social se hicieran eco del mensaje del Evangelio como la mayor novedad para sus audiencias

Yo quisiera, como decía Santa Teresita del Niño Jesús, que este mundo fuera un pedazo de cielo. Porque a veces, también yo pienso en recurrir a esas “llamaradas” que pedían los entusiastas y cabreados amigos de Jesús ante la dureza y cerrazón de los samaritanos… y de nuestro propio mundo.

¿Cómo puede vivir este mundo tan de espaldas a lo que le podría hacer  feliz?

¿Cómo pueden vivir en permanentemente ceguera los que intentan dirigir?

¿Cómo con tanto esfuerzo y trabajo no vemos aparentemente fruto?

Esta es nuestra misión; descubrir y hacer descubrir que JESÚS sigue siendo vital para un nuevo orden y una nueva situación de la humanidad. ¿Qué lo tenemos difícil? ¡Cuando ha sido fácil presentar sin fisuras e íntegramente su proyecto!

Este es nuestro empeño; hacer llegar a nuestras asambleas que, aquello que oyen y comen, rezan y practican, tiene una causa y un efecto, un poder y una realidad, un fin y un futuro: CRISTO

El Señor, aunque nos parezca todo lo contrario, nos sigue llamando. ¿Cómo le respondemos?

Que este verano, recién estrenado lejos de empujarnos a ser pirómanos de situaciones complicadas nos haga recuperar el sentido del evangelio como el mejor tonificante y refresco para tantas personas y almas quemadas.

4.- YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR, CONTIGO

A esa  Jerusalén, lugar de entrega y de esfuerzo

aunque, en  la calzada, no todo sea compresión y abrazos

Quiero ser  cristiano, y contigo Señor,

saber y  sentir que –avanzar junto a Ti-

no siempre  es fácil, no todo es aplauso

YO TAMBIÉN DESEO ASCENDER A LAS ALTAS CUMBRES,

y, desde las  alturas,

llamar a la  fe y a la esperanza a mis hermanos

compartir  aquello que llevo dentro

y, lejos de  detenerme en el sendero,

empujar a  los que quieran vivir con aires distintos

YO TAMBIÉN ASPIRO A IR CONTIGO, SEÑOR

A la  Jerusalén que en el cielo aguarda

A la  Jerusalén que en el cielo se levanta

Con la  fuerza de la Eucaristía

Con el  cayado de tu Palabra, Señor

Con la  infusión de los sacramentos

Con la voz  de tu Iglesia, Señor,

quiero ir  yendo, a una contigo,

y disfrutar  de tu Reino prometido.

AYÚDAME, SEÑOR,

a estar  siempre en decidida marcha

a pesar de  las piedras

que salen o  se arrojan a mi paso

Amén

5. - EL YUGO SUAVE DE JESÚS

Por Ángel Gómez Escorial

1. - En el Evangelio de San Lucas de este domingo se presentan varios diálogos de Jesús con gentes que quieren seguirle. Parecen muy radicales los planteamientos del Señor a no dejar que uno entierre a su padre o que otro ni siquiera pueda despedirse de su familia. Ese radicalismo podría parecer que estaba en contra de la libertad personal de cada uno. No es así. La "petición fuerte" sorprende y trae, sin duda, un camino de reflexión. Y ahí es donde todo se hace grande, porque una misión que ni siquiera permite seguir unos legítimos compromisos familiares da idea de su enorme dimensión. Y, también, obliga al análisis personal, porque no se puede aceptar nada que lleve una petición tan importantes, si no es mediante la reflexión y la decisión personal.

2. - El Señor va a decir también que no tiene lugar donde reposar su cabeza, ni lugar alguno de descanso. Sus discípulos, al seguirle, deberán tomar conocimiento de otras de las características del trabajo propuesto. Los consuelos habituales que puede dar el entorno, o la familia, no son posibles. El único consuelo –y no es poco-- es saberse que uno va en pos de Jesús. Pero todo esto es posible. Es una opción, no un camino imposible. La semana anterior Jesús nos pedía que cargáramos con nuestra cruz y le siguiéramos. Hoy es lo mismo. El seguimiento es sin condiciones, porque la misión es muy grande.

3. - La Cruz no es una búsqueda masoquista de dolor a ultranza. Es la aceptación de la vida como viene. Y a veces en nuestra vida no hay dolor, hay otras cosas también difíciles, como la mediocridad de un ambiente. En arameo, la lengua de Cristo, cruz y yugo tienen la misma raíz y no olvidemos que el mismo Jesús nos ha dicho que "su yugo es suave y su carga no es pesada". Tras aceptar el camino de seguir a Jesús, él mismo nos va a dar fuerzas. Lo radical, sin duda, está en la decisión de agradecimiento a Dios y de encuentro con los hermanos. Todo lo que queráis hacer por Dios, ofrecerle o entregarle, que sea por amor y desde la libertad. Y también con valentía, porque “el que echa mano al arado y sigue mirando para atrás no vale para el reino de Dios”.

LA HOMILÍA MÁS JOVEN

AHORA NO, QUE NO TENGO TIEMPO

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Es lo que más oigo. La jornada personal tiene 24 horas. Siempre digo que es fundamental durante ellas beber agua, descansar durmiendo y rezar. Comer, entre nosotros, no es estrictamente necesario hacerlo cada día. Se nos dice y repite que nuestra civilización sufre pandemia de obesidad. En otros sitios mucha gente muere de hambre. Es la paradoja, o la injusta realidad de la que se nos pedirá cuentas. El tiempo que queda lo debemos emplear en cumplir con nuestras responsabilidades, de acuerdo con criterios específicos. Es lo que comúnmente se llama valores.

2.- Sería mejor empezar diciendo que se debe tener y aceptar y ser fiel a una escala de valores. Es un deber de los padres y de los pedagogos inculcarlos, respetando, a medida que se va madurando, la libertad individual. Comprometerse es la consecuencia de todo ello. Me gusta decir que el hombre es el único animal capaz de comprometerse. Descubrir cuál debe ser el porvenir, es vuestra principal responsabilidad, mis queridos jóvenes lectores.

3.- Sin que os lo digan explícitamente, el ambiente, los medios, los núcleos interesados, sean políticos o comerciales, incitan y atraen, pretendiendo que progreséis de tal manera, que gastéis de tal forma, que resultéis provechosos a sus intereses. En otros casos, ilusiones, impulsos o fanatismos, pretenden de igual modo aprovecharse. Dios respeta la libertad del hombre., no lo olvidéis, pero reclama el provecho que podáis y debéis obtener de los valores, cualidades y oportunidades que os facilita.

4.- La actualidad invita a que seáis emprendedores. Dios a que le seáis fieles. El Maestro llama. Es la vocación. Por tierras latinoamericanas, me parece que dicen que es el llamado, en masculino. He comprobado que los dos términos son correctos. Preguntarse preguntando a Dios es honesto proceder. Es preciso retirarse en silencio, sin auriculares, sin el móvil, pidiendo, si es preciso, ayuda. O estar dispuesto a aceptar lo que se nos ofrece, sin pensar en las mejores salidas profesionales que os pueden ofrecer unos estudios o una ocupación inicial.

5.- Las lecturas de hoy tratan de esto. Del llamado o la llamada, como mejor os suene. El primer solicitante o vocero es Elías. Quien le oye es un labrador llamado Eliseo. Elías no tiene prisa. Eliseo no pierde el tiempo. Se despide de sus padres y, de inmediato, intuyendo que la llamada es de Dios, ya que le llega por boca de un profeta, recoge lo que tiene y ofrece un sacrificio. La victima sagrada serán sus bueyes, entrar en comunión con la Divinidad, será el banquete que comparte con los suyos. De alguna manera se parece al santiguarse antes de comenzar un acto importante, gesto de adoración y súplica que algunos observamos hacen. O el bendecir la mesa antes de comenzar, dando gracias y pidiendo por los que no disponen de alimento.

6.- (Antes de pasar al episodio evangélico, os recuerdo la antipatía que sentían entre sí judíos y samaritanos. Hoy, os lo he dicho en otras ocasiones, toda la comunidad samaritana habita en la cima del Garizín, un barrio de reciente creación, incluido en la municipalidad de Naplusa. Paradójicamente, ellos que consideramos secta judía, viven en tierra palestina y reciben apoyo del gobierno israelí. Así me lo han contado. En total, los de la montaña, algunos, muy pocos, cerca de Tel Aviv y creo también que alguna familia ha emigrado a EEUU, sumando, pues, en total, no llegan a 700 fieles. Ignoro si sienten simpatía o no, ni por quien. Aunque, lo digo por diversas experiencias, tratan con amabilidad al forastero)

7.- La llamada de Jesús es exigente. También otorga más provecho. El joven debe acceder de inmediato. Quien pone la mano en el arado y mira atrás no es digno del Reino de los Cielos. Pero vosotros, mis queridos jóvenes lectores, seguramente desconoceréis lo que es un arado, o lo que era un arado hasta hace poco tiempo. Hoy los agricultores laborean sus campos con tractores. Tal vez el Señor os diría: quien después de escuchar la voz que os invita a dirigirse a un gran horizonte, se matricula para encaminarse a aquella llamada y poco después empieza a dudar y deja de ir a clase… no sirve para participar en su programa. O quien decide responsablemente ir a prestar un servicio a lugares que precisen su ayuda, sea técnica o espiritual, debe de inmediato comprar y pagar el billete de avión que le llevará al país al que quiere ayudar.

8.- Un día, al acabar uno de nuestros encuentros, un chico de 23 años, labrador de profesión, de los que cavaban, sembraban y beldaban sin máquinas, de estudios académicos elementales, me confió: quiero ser misionero y sacerdote. Me sorprendió, evidentemente. También a su familia que quiso consultarme si su hijo estaba en su sano juicio. ¡Y tanto que lo estaba! Ha pasado mucho tiempo y hace algo así como un año, ha muerto. Pasó su vida de servicio en el Mato Grosso, en Brasil. Fue sacerdote, salesiano, maestro y agricultor entusiasmado ayudando a los aborígenes. Un buen servidor del Reino, que le supuso primero abandonar su pueblo, ganarse la vida por su cuenta en la capital, mientras estudiaba y completando su aprendizaje, marchar sin cálculos y casi sin despedirse, sin tomar precauciones. (Si a alguien le interesa algo más respecto a mi amigo, no tiene más que acudir a google y poner: miquel gaya timoneda, sabrá bastante más cosas).

9.- Cualquiera que sea vuestra edad o situación, tratad siempre de estar atentos. Hay vocaciones definitivas, matrimonio, sacerdocio, vida religiosa, y hay vocaciones transitorias: peregrino, servicio temporal en una misión, voluntariado durante vacaciones etc. Donde Dios nos plantó, es preciso saber florecer, se decía San Francisco de Sales cuando le nombraron obispo católico de Ginebra, núcleo insigne de la Reforma, en su apogeo.

LA HOMILÍA DEL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA

¿CON EL MANTO PERO SIN JESÚS?

Por Javier Leoz

--Atrás quedó la Pascua... y en el amanecer de aquel gran día nos regaló rescoldo de VIDA que se impone sobre la muerte

--Atrás quedó Pentecostés... y nos dejó como secuela la fuerza, el empuje del Espíritu para el apostolado

--Atrás vislumbramos la Trinidad... y nos quedamos sorprendidos ante ese Misterio que es familia y amor en el Padre con el Hijo y el Espíritu

Y, todavía hoy, se sostienen en el aire los compases musicales, el aroma del incienso y el tributo que se hizo homenaje a un Jesucristo que saltaba del templo a las calles en destellante custodia haciéndonos entender y comprender que la fe hay que vivirla, no entre muros, y sí comprometidamente en el mundo con la fuerza de la Eucaristía.

1.- Y, después de todo esto, viene la pregunta del millón: ¿quién dice la gente que es Jesús? ¿qué dices tú y qué digo yo sobre Jesús? ¿nos dice algo Jesús en la vida ordinaria? ¿nos preocupa de verdad, interesa al mundo el saber algo sobre la vida y la persona de Cristo?

La fiesta, de Juan Bautista, es una llamada a sentir la mano de del Señor sobre nosotros. ¿Qué será de Jesús si lo silenciamos en nuestra vida? ¿Qué será de Jesús si, tan sólo, nos quedamos en la exaltación de unos valores pero sin referencia a Dios?

Juan el Bautista, sin su despuntar hacia el Señor, se quedaría como aquel que estuvo vagando por el desierto y alentando la esperanza de un pueblo.

Muchos obispos de España nos alertan sobre un intento de “oficializar la laicidad”. Lo cierto es que resulta difícil (casi tanto como encontrar una aguja en un pajar) dar con cristianos militantes que den razón y defiendan la vida cristiana en sus respectivos lugares de trabajo. Resulta raro y extraordinario descubrir a cristianos enfrentándose con respeto, pero con firmeza, a una realidad que con pretensiones de desmoronar todo lo que suene a cristiano. Tal vez no es que muchos bautizados no demos razón de nuestra esperanza... lo peor de todo, es que, tal vez, no la damos porque no tenemos experiencia profunda y real de la presencia de Jesús en nuestras vidas.

2.- Tal vez, la vida de muchos de nosotros los cristianos, se puede parecer un poco al instinto del avestruz que esconde la cabeza bajo su plumaje o incluso entre la tierra creyendo que así pasará el peligro.

No nos podemos contentar ni quedar satisfechos con una referencia cultural al hecho religioso. Es la hora de provocar, en sentido positivo, un interés hacia la persona (no solamente histórica y sí también divina) de Jesús. Como Juan el Bautista, en toda su vida, lo hará y lo señalará.

Es el momento de preguntarnos, a los que todavía quedamos en el interior de los templos, sobre nuestro conocimiento y sobre la idea que tenemos de Jesucristo:

¿Cómo vamos a dar testimonio de Alguien desconocido?

¿Cómo vamos hablar de aquello que desconocemos?

¿Cómo vamos a entusiasmar si primero no lo sentimos y no lo vivimos?

¿Cómo vamos a vivir de su presencia si no nos preguntamos cómo es ni hacia dónde va?

¿Cómo lo vamos a sentir si preguntamos de todo y por todo, menos las más de las veces, por aquello que es importante?

¿Cómo nos va a contestar el Señor quién es... cuando, tal vez, ni nos hemos molestado en interesarnos por El?

3.- Con más urgencia que nunca, ha llegado el momento de preguntar a quienes se acercan hasta nosotros para bautizar o comulgar, contraer matrimonio o confirmarse, recibir la unción, recibir el orden sacerdotal o simplemente confesarse; y tú.... ¿qué dices de Jesús? ¿Ya significa algo para ti o, por el contrario, te has quedado con su manto pero perdiste su persona?

Que San Juan Bautista, llamado a ser pregonero y altavoz de un Jesús que colmó de alegría su misión, nos ayude también a nosotros a interpelarnos: “qué será de mi vida cristiana si no doy testimonio de ella”.

LA HOMILÍA DE LA SOLEMNIDAD DE LOS SANTOS APOSTOLES PEDRO Y PABLO

1.- PEDRO Y PABLO: CIMIENTOS Y ROCAS DE FE

Por Javier Leoz

Al llegar la festividad de San Pedro y de San Pablo salen a flote los primeros pasos de nuestra era cristiana, tomando cuerpo y forma, criterio y testimonio en dos personas que fueron cimientos y puntales de los primeros tiempos de la evangelización cristiana: Pedro y Pablo

Era la hora de la verdad:

-De dar razón de las palabras de Jesús hasta los últimos confines de la tierra

-De pasar del dicho al hecho, incluso vertiendo la sangre

-De no seguir con miradas perdidas en el cielo

-De probar la verdad o la fragilidad de la fe en el discipulado

1.- SAN PEDRO Y SAN PABLO: SERVIR ANTE TODO

-Son columnas de ese gran edificio espiritual que es nuestra Iglesia

-Son testimonio de un Cristo vivo de, aquellos, que lo supieron escribir con sangre

-Son, tan distintos, que fueron capaces de unirse en lo esencial: ¡por encima de todo el afán evangelizador! Como recientemente nos ha recordado el Papa Francisco, fueron personas (cristianos) contracorriente.

-Son punto de referencia a la hora de tomar un camino u otro en nuestra vida cristiana. Como San Pedro, a veces, corremos el riesgo de quedarnos “con y en los nuestros”. Como a San Pablo, qué bien nos vendría si Dios nos tirase de nuestro particular, altivo y querido caballo (orgullo, hipocresía, mentira, debilidad, falsos prejuicios, cobardía.....) para aventurarnos a lo nuevo sin miedo. Muchos, hoy en la Iglesia, siguen entendiendo que el esfuerzo evangelizador ha de ir recompensado por una responsabilidad mayor, con un reconocimiento implícito o explícito por la Jerarquía Eclesial.

2.- SAN PEDRO Y SAN PABLO: DIVERSIDAD PARA UNA MISMA FE

-En uno Jesús puso la familiaridad y la cercanía, el compañerismo y hasta le leyó de antemano las contradicciones en las que caería en los aledaños de la Pascua.

-Con el otro, Dios, quiso saltar las fronteras de una Fe que podía haberse quedado encerrada en las cuatro puertas de Palestina

-En uno sobresale aquello de “ser amigo de sus amigos”. No le acompañó precisamente ni la ciencia ni las letras, pero tuvo la virtud de ser sencillo como una paloma y noble como el oro. Jesús, le hizo entrega de las llaves de esa gran familia que es nuestra Iglesia.

-Con el otro, Dios hizo el milagro de la conversión radical. Pasó de ser adversario a ser “fan” y propagandista de Jesús. Se sintió derribado de sus esquemas y de sus acepciones, de su sabiduría y de su altanería. Todo lo estimó en basura cuando lo comparaba con el amor/riqueza de Cristo. Pasó de la vehemencia a la docilidad ante su Dios.

3.- Dios no quiere a superhombres para llevar a cabo su Reino. Dios quiere respuestas. Pedro le falló en las horas más decisivas de la Pasión de Jesús. Pablo se convirtió en uno de los más sangrientos perseguidores. Pero, después, con un “sí” uno pasó de ser pescador en Galilea a ser pescador de almas. El otro, de ser un incrédulo, guerrero e intelectual, a un enamorado de la causa de Jesús. Dos personas distintas con un mismo denominador común: JESÚS... ¡TODO POR JESÚS!

3. LOS NUEVOS “PEDRO” Y LOS NUEVOS “PABLO”

Aún con nuestras historias (buenas o malas), limitaciones (que son otras tantas), con los caminos emprendidos (a veces contrarios a la fe), aun siendo como somos (y mira que somos complicados)... Dios sigue contando con nosotros: pone el tesoro de su Reino en nuestras manos aún a sabiendas que siempre serán empecinadas y constantes vasijas de barro. Y, volviendo al Papa Francisco, qué bueno sería saber, pensar y reflexionar una de sus perlas pronunciadas en los primeros mementos de su pontificado: “nunca he visto que detrás de un cortejo fúnebre vaya un camión de mudanzas”. Con nosotros, claro está, se va lo que hemos dado, trabajo, ofrecido y servido.

En esa carne (débil y pecadora) que somos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, Dios va manifestándose todos y cada uno de los días. Ojalá seamos capaces de ofrecer a DIOS nuestra vida de tal manera que nos sintamos “menos superhombres” y “más amigos de Dios”.

Con todo ello, en este día de los pilares de la iglesia, tenemos un recuerdo y oración especial por ese testigo del evangelio que nos ensambla con el primer testimonio de los apóstoles y que es signo de unidad, de caridad y de comunión en toda la iglesia: el Papa Francisco. Dios lo acompañe en su intento de renovación, profunda y espiritual, de nuestra Iglesia.

2.- PEDRO Y PABLO: DOS GRANDES INTERCESORES

Por Ángel Gómez Escorial

1- Siempre resulta atractivo y un poco enigmático que la Iglesia, desde el comienzo, haya reunido en la misma celebración a Pedro y a Pablo. Sin duda, ambos podrían tener, cada uno, una fiesta independiente. Además, lo que sabemos, con referencia histórica de la relación entre ambos, no es mucho. Ciertamente, Pablo visitó a los apóstoles en Jerusalén y se conoce como Pablo reprendió a Pedro por su giro ante las presiones de los nuevos cristianos partidarios de mantener la ley mosaica. Ambos mueren en Roma. Y siempre se ha especulado con que, probablemente, hubiera sido en la capital del imperio donde Pedro y Pablo pudieran haberse relacionado más. Ambos, asimismo fueron martirizados en Roma. Ha sido difícil datar la fecha de la crucifixión de Pedro –boca abajo—y se establece un periodo posible entre los años 54 y 67. Sin embargo, si se tiene bastante certeza de que Pablo de Tarso muriera decapitado en el 67, ya que como ciudadano romano que era no se le podía aplicar el infamante castigo de la cruz. Pedro fue enterrado en una necrópolis romana que había en la colina vaticana, y en ese lugar se construyó la basílica del Vaticano. Pablo fue ejecutado fuera de la ciudad, tal vez, también, por su condición de ciudadano romano, a unos cinco kilómetros de la Urbe, junto a la Vía Ostiense. Y allí se erigió la basílica que se llama San Pablo Extramuros, que indica esa lejanía de Roma.

2.- Y, en fin, las precisiones históricas no arreglan el “problema” y nos seguimos preguntando: ¿cómo es que la Iglesia los celebra juntos? La única explicación en la importancia capital de ambos en la historia eclesial. Pedro fue investido Papa por el propio Jesucristo. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia”. Y Pablo –sus escritos—ha producido la más importante y profunda infraestructura histórica y doctrinal de la Iglesia católica, base y origen, en cuanto a interpretación, de lo que ha venido después. Incluso se sabe que sus escritos fueron anteriores a los cuatro Evangelios. Pablo ha definido, desde entonces, la cristología. Y nadie le ha podido superar. Aquel encuentro con Jesús resucitado en el camino de Damasco debió de ser una intensidad enorme, muy grande.

3.- Las lecturas de hoy arrojan –si pudiera decirse así—un saldo positivo más a favor de Pedro. La primera lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, cuenta la liberación milagrosa de Pedro, tras haber sido encarcelado por el Rey Herodes. Tiene mucha enseñanza. La Iglesia se reúne para rezar intensamente por su liberación. Ciertamente, Pedro ya estaba al frente de la comunidad cristiana recién nacida. El relato de la caída prodigiosa de grilletes y de la apertura automática de puertas es muy sugerente y atractivo. No quiero, asimismo, dejar de citar el Salmo 33, que es uno de los hermosos del salterio, y que nos enseña –y no debemos de olvidarlo—que el Señor nos escucha en nuestras angustias y nos libra de ellas.

4.- El fragmento de la Segunda Carta a Timoteo es muy revelador. Pablo habla ya de la cercanía de su muerte –“a punto de ser sacrificado”, dice—y hace como un testamento espiritual a uno de sus discípulos más queridos. Y el evangelio, sacado del capítulo decimosexto del texto escrito por San Mateo, narra esa consagración como primero, como líder de la nueva Iglesia. Pueden caber pocas dudas sobre la primacía petrina. Además, Jesús habla de que Él será el muro de contención contra los ataques del Maligno, que abundarán, como el mismo Jesús de Nazaret sufrió constantes tentaciones.

5.- Celebrar a Pedro es celebrar al Papa y conmemorar a Pablo es tener en cuenta al mejor “analista” de la figura de Cristo a lo largo de toda la historia. Tiene sentido, pues, que cuando se produzca coincidencia dominical en el calendario entre la fiesta de los apóstoles y el domingo ordinario se opte por la primera, donde se aprovechará para hacer la colecta mundial del Óbolo de San Pedro, cuyos fondos administra el papa reinante, y que tiene gran importancia. Continuemos con la celebración de nuestra eucaristía teniendo en cuenta que tanto Pedro como Pablo son dos grandes intercesores ante el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y serán cooperadores necesarios de nuestros planes para ayudar a los hermanos que más lo necesitan, en, por ejemplo, estos tiempos de crisis. Y por supuesto para nuestros avances en la Fe, la Esperanza y el Amor.

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