03 junio 2016

Comentario Domingo X de Tiempo Ordinario

Oración
Señor Jesús:
Tú dijiste: “mi madre y mis hermanos son los que
escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”. 
Abre nuestro corazón y nuestro ser entero a tu Palabra, 
para que seamos hermanos tuyos, tu familia.
Danos el corazón abierto, confiado y obediente de María tu madre.
Y que escuchando tu Palabra, podamos decir, como ella:
“haz tu voluntad en mí, en nosotros”. AMEN.

Lc 7, 11-17
11Y sucedió a continuación que se fue a una ciudad, llamada Naín, y sus discípulos y mucha muchedumbre iban de camino con él.
12Pero cuando se acercó a la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre y esta era viuda, y una muchedumbre considerable de la ciudad estaba con ella.
13Y, al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: “No llores”.
14Y, acercándose, tocó el féretro; pero los que lo llevaban se detuvieron, y dijo: “Muchacho, a ti te digo, despiértate [levántate]”.
15Y el muerto se incorporó y comenzó a hablar.
Y se lo entregó a su madre.
16Pero el miedo los sobrecogió a todos y glorificaban a Dios diciendo: “Un gran profeta ha sido levantado entre nosotros”; y “Dios ha visitado a su pueblo”.
17Y esta palabra sobre él se extendió por toda la Judea y por toda la región».
¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO
La perícopa de Lc 7,11-17 no tiene paralelo en los otros evangelios. El relato contiene rasgos típicos de Lucas, pero también algunos elementos que no le pertenecen. Lucas debió tener a su disposición un modelo que procede de una fuente propia. Como más tarde afirmará Jesús delante de los enviados del Bautista que los muertos resucitan (7,22), antes, hay que cumplir lógicamente este programa (el v. 21 dice explícitamente que Jesús hizo muchos milagros). Si tomamos juntas la curación del paralítico (5,17-26), la del leproso (5,12-16), nuestra perícopa (7,11-17), las bienaventuranzas (6,20-22) y la mención general de los milagros (7,21), constatamos que el evangelista hace exactamente coincidir la respuesta que da Jesús al Bautista con la realidad de sus obras mesiánicas.

TEXTO
El evangelista respetó el plan general de su modelo: 1. Introducción (vv. 11-12a); 2. Exposición: el caso trágico del hijo difunto y su madre viuda (v. 12b); 3. Episodio central: el milagro realizado por la compasión del taumaturgo (vv. 13-15); 4. Conclusión: reacción de la gente, aclamación (vv. 16-17). Hay que observar dos particularidades respecto al esquema habitual de los relatos de milagro: a) el encuentro entre el cortejo de la vida (Jesús y sus discípulos) y el cortejo de la muerte (el difunto, su madre y los que participaban en el entierro; b) la acción del taumaturgo se sitúa al comienzo de la escena central y no al final de la exposición (v. 13a). Esta resurrección es, con la de la hija de Jairo, la única que nos refiere Lucas: aquí es una relación madre-hijo; allí era padre-hija.
El relato de Lucas tiene el carácter de una epifanía: la viuda no hace más que recibir, no lucha con toda su fe por su hijo. Este milagro tiene como única motivación la compasión y el poder del mensajero de Dios. De ahí, el título de Señor (v. 13) tiene tanto peso como el adjetivo «grande» al lado de la palabra «profeta» (v. 16). Mientras que en la perícopa anterior (7,1-10) el creyente ocupaba el centro, aquí lo ocupa el omnipotente vencedor y señor de la muerte.

ELEMENTOS A DESTACAR
• Un momento significativo en el texto es cuando Jesús dice a la madre: “No llores.” Podemos mirar ahora nuestra vida y preguntarnos, con verdad y sencillez, ¿He llorado? ¿De dónde viene mi llanto, qué lo causa?.
• Aunque estamos vivos, también nos ocurre que a veces hay dimensiones de nuestra vida que se han ido muriendo. ¿Qué ha ido muriendo en mi vida, la alegría, la esperanza, la paz, la confianza? ¿Qué es aquello que Jesús puede reanimar?
• El joven muerto, una vez resucitado, comienza a hablar. Parece que la falta de diálogo, la incomunicación es una forma de muerte. ¿Soy capaz de dialogar? ¿Sé escuchar y hablar? ¿A quién he dejado de hablar? ¿A quién debería volver a escuchar?
• Fue la compasión lo que llevó a Jesús a resucitar el hijo de la viuda. El sufrimiento de los demás ¿Produce en nosotros la misma compasión? ¿Qué hago para ayudar al otro a vencer el dolor y crear vida nueva?
• Dios visitó a su pueblo. ¿Percibo las muchas visitas de Dios en mi vida y en la vida de la gente?
• Los verbos de los v. 13 y 14 muestran a Jesús saliendo de su grupo: ve, se compadece, se acerca, toca, da vida. Entra de lleno, pero progresivamente, en el problema de la viuda: toca el féretro. ¿Cómo abordo los problemas? ¿Toco su núcleo? ¿Salgo de mi grupo-ámbito de seguridad, desprotegiéndome, hacia realidades de muerte en la vida de los demás? ¿Cuándo y cómo dar vida en estas situaciones?

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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