06 febrero 2016

Comentario al Evangelio de hoy sábado, 6 de febrero de 2016



Pedro Belderrain, cmf
Queridos hermanos,
Tenemos suerte. No siempre el evangelio del último día de la semana nos deja la misma sensación de dulzura y de paz que el texto que hoy se nos invita a contemplar.
Se nos permite ser testigos del encuentro gozoso de Jesús con los doce discípulos que vuelven de su experiencia misionera. El Cristo que hace dos días les enviaba con su poder y autoridad y les invitaba a la predicación valiente y desprendida escucha hoy cuánto han hecho y enseñado y exhorta a la comunidad a retirarse, a buscar un sitio tranquilo para descansar, compartir la alegría y retomar fuerzas.
Los estudiosos de Marcos nos dicen que en este evangelio sinóptico los discípulos son más bien un ejemplo del discípulo imperfecto de Jesús, de aquel que pese a gozar de su cercanía y enseñanza directa y de pasar mucho tiempo con él no acaba de comprender y aceptar la propuesta del Maestro. Pese a todo Jesús les mira y trata con una inmensa ternura. ¡Cuántas veces no sonreiría al constatar la distancia entre su buena voluntad y la calidad de sus respuestas!

En el evangelio de hoy queda patente que esa misma ternura infinita marca la relación de Jesús con las gentes de buen corazón que le buscan sin descanso: se le adelantan, no le dejan descansar ni comer, le rodean, le tocan el manto, le apretujan. Jesús, lleno de compasión entrañable, renuncia al descanso y al encuentro sosegado con los discípulos y se pone a enseñarles con calma, sin mirar el reloj: quienes se acercan se convierten para él en lo más importante.
¡Qué actual suena la expresión ‘como ovejas sin pastor’, presente ya en el Antiguo Testamento! Acabado ya ese siglo XX que prometía tanta realización, millones de seres humanos comparten esa ‘tristeza infinita’ que nos convierte en seres sin vida, en cadáveres ambulantes que han roto con su Padre, con sus hermanos y con la misma vida.
Míranos, Jesús. Quizá no hayamos venido corriendo a buscarte, pero necesitamos tu compañía y tu palabra. ¡Muéstrate una vez más misericordioso con nosotros! ¡Manifiéstate sobre todo a aquellos que ya no encuentran razones para vivir! ¡Ayúdanos a convertir el mundo en esa casa de todos que el Padre nos ha confiado!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario