08 febrero 2016

Claves para la Cuaresma

LA TIENDA DE LA MISERICORDIA
Dos textos pueden iluminar el sentido de la Cuaresma 2016, dentro del “Año de ña misericordia”: «La Palabra se hizo hombre, acampó entre nosotros, y contemplamos su gloria» (Jn 1,14); «Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo tus lonas, alarga tus cuerdas, hinca bien tus estacas, porque te extenderás a derecha e izquierda» (Is 54,2).
El Señor ha entrado en nuestras vidas, ha puesto su tienda en la historia de nuestras vidas, caminantes nómadas que “habitamos en nuestra propia patria, pero como forasteros; que tomamos parte en todo como ciudadanos, pero lo soportamos todo como extranjeros; que toda tierra extraña es patria para nosotros, pero estamos en toda patria como en tierra extraña” (Carta a Diogneto): «Mi padre fue un arameo errante…» (Dt 26, 5). Pero su tienda es presencia caminante de Dios (Éx 40, 36-38) que se hace plenitud en Jesucristo: Él, «con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios» (Misericordiae Vultus, MV 1).

Esta Cuaresma vamos a entrar en esa “tienda de la misericordia” que Dios Padre ha puesto en medio de nosotros, en nuestras vidas. En ella, en Cristo, «rostro de la misericordia del Padre» (MV 1), iremos encontrando, domingo a domingo, desde las diversas situaciones amargas o difíciles en las que vivimos, la respuesta misericordiosa de Dios. «Misericordia es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados sin tener en cuenta el límite de nuestro pecado» (MV 2), atento Él a nuestra problemática situación personal, comunitaria y colectiva de la historia presente. Misericordia y conversión son las dos caras de una misma moneda.
PRIMERA PARTE: INTRODUCCIÓN
Domingo 1º: EN TIEMPO DE DESCONCIERTO, ENSANCHAR EL CORAZÓN.
El mundo que vivimos nos va encogiendo poco a poco el corazón con las “miserables ofertas” que el “diablo” de nuestra sociedad y nuestra cultura nos presenta; consumo, dinero, poder, prestigio, nos presenta.
Son tantas las ofertas, tantas las encrucijadas, que miramos a uno y otro lado ávidamente en busca del auténtico camino de la felicidad. Y el corazón se nos encoge en estrecheces de miras. Estamos desconcertados y vacíos. El corazón se nos queda hueco entre unas y otras andanzas.
Dios nos invita a abrir de par en par “la tienda de la misericordia”. Jesús nos marca un nuevo camino que despeja nuestras perplejidades y nos ensancha el corazón: 1) «No sólo de pan vive el hombre»; 2) «Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto»; 3) «No tentarás al Señor, tu Dios» (Lc 4,1-13). Es una nueva sabiduría que nos libera de la ignorancia. Misericordia y conver- sión son las dos caras de una misma moneda.
Domingo 2º: EN TIEMPO DE OSCURIDAD, ABRIRSE A LA LUZ
Vivimos en un tiempo realmente oscuro, una especia de túnel del que no es fácil encontrar la salida ni la luz. La crisis de los refugiados de Oriente próximo y del Mediterráneo estalla en medio de nuestras calles y fronteras y nadie sabe encontrar una respuesta adecuada a la dignidad de las personas y sus derechos como humanos. El polvorín de Siria, Irán, Irak, Turquía, Afganistán, Palestina e Israel nos sumerge en una oscuridad en la que los dictadores acaban siendo los aliados y las víctimas se sacri can en aras del juego de los intereses. La guerra y la violencia vuelven a ser, paradójicamente, el nombre de la paz. La guerra es el diálogo de nuestros tiempos. Los nacionalismos llegan a oscurecer el sentido de las identidades. La bonanza económica es, al mismo tiempo, el momento de la mayor pobreza y desigualdad: somos al mismo tiempo ricos y, sin embargo, nunca tan empobrecidos como hasta ahora. Estamos absolutamente secularizados y rechazamos las antiguas creencias al mismo tiempo que no sabemos vivir sin nuevos dioses materiales ni vivir sin referencias de trascendencias: somos ateos y creyentes en una sola voz.
En medio de estas oscuridades, “la tienda de la misericordia”, abiertas ya sus puertas, nos ilumina con la alianza de Dios con nosotros, que mantiene viva la esperanza (Gén 15, 18) y nos introduce en “la nube” en la que la oscuridad se vuelve luz y nos da la clave para vivir en esperanza: «Este es ni Hijo, el escogido, escuchadle» (Lc 9,35). Las dudas desaparecen, aunque debamos atravesar la oscuridad atendiendo con la misericordia, como Jesús, a los caídos por el camino. Misericordia y conversión son las dos caras de una misma moneda.
SEGUNDA PARTE: LA RESPUESTA
Hemos abierto “la tienda de la misericordia”, las puertas están abiertas (domingo 1º) y la tienda se la llenado de luz (domingo 2º). A partir de ahora, en la tienda vamos a encontrar tres respuestas que nos da Dios, en Jesús, a nuestras fragilidades humanas, tres respuestas que nacen de la misericordia de Dios volcado sobre nuestras vidas.
Domingo 3º: FRENTE AL “ESTRES”, EL RITMO DE DIOS.
Vivimos desasosegados, inquietos, impacientes, en un tiempo de prisas, de falta de tiempo para todo. Vamos de un lado para otro, siempre corriendo, tratando de llegar a todas partes y a todos los quehaceres. La vida se nos carga de trabajos, de responsabilidades, de cosas por hacer que nunca llegamos a realizar del todo… Tenemos prisa por llegar, por crecer, por madurar, por vivir, por saber, por conocer… ponemos imprudentemente la mano sobre la zarza ardiendo, sin tiempo para re exionar… (Éx 3, 3).
Y Dios nos da la respuesta: el “tiempo de Dios” no es nuestro tiempo. Vivimos a contrapié de la naturaleza, que tiene su propio ritmo, el rit- mo de Dios. La misericordia de Dios nos ofrece el regalo de su paciencia:
• «Para ti mil años son un ayer que pasó, una vela nocturna» (Salmo 90, 4)
• «Para el Señor un día es como mil años y mil años como un día. No retrasa el Señor lo que prometió, aunque algunos lo estimen retraso; es que tiene paciencia con vosotros porque no quiere que nadie perezca, quiere que todos tengan tiempo para enmendarse» (2 Pe 3,8-9).
• Dios “paciente” frente a nuestra impaciencia: «que baje fuego» (Lc 9,52-55)
• El trigo y la cizaña (Mt 13,24-30)
• «La semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola…». (Mc 4,26-29).
• «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña…Pero el viñador le contestó: Señor, déjala todavía este año…». (Lc 13,6-9)
Misericordia y conversión son las dos caras de una misma moneda.
Domingo 4º: FRENTE A LA COMPETITIVIDAD, EL ABRAZO DE DIOS
Vivimos en un tiempo de competitividad, en la vida pública (políticas de economía competitiva) y en la vida personal: hay que trabajar mucho para ser “el primero”. Hay que dar codazos, pisar, llegar antes, conquistar el futuro, ser los primeros en todo. Es la cultura de “tú eres un triunfador”, “has nacido para triunfar”… Desarrollo, progreso, ciencia, tecnología, esfuerzo, conquista…
Vivimos en un tiempo de derrotas conocidas: las conquistas de las armas no construyen la paz (Irak y la derrota de Sadam Hussein). Los ideales de una Europa construida sobre la base del euro y la economía competitiva están lejos del sueño de Schuman y del Tratado de Roma. Tantas personas fracasadas queriendo conquistar el mundo a base de puro esfuerzo y trabajo. Proyectos fracasados.
La ley, las obras, el mérito no son fuente de paz, de alegría ni de plenitud. Construimos el mundo y nuestra vida personal sobre la base de la ley del esfuerzo, del salario y el trabajo para vivir. Y no vimos, o vivimos para trabajar. Un mundo “sin hogar”, como el del hijo mayor de la parábola: «tantos años que te sirvo sin desobedecer…» (Lc 15, 29). O un mundo de “siervos” como el del hijo pequeño: «ya no merezco llamarme hijo tuyo» (Lc 15, 21).
En “la tienda de la misericordia” Dios nos ofrece su abrazo incondicional, su ternura, su acogida, su compañía, su paz, su absoluta gratuidad: «tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo!» (Lc 15,31). La vida es amor y misericordia. La verdadera vida es gratuidad de hijos. Si Él se nos acerca y nos abraza, también la ternura debe habitar en nuestro corazón, porque hay muchos “hijos” que necesitan un abrazo de misericordia que cure sus heridas del camino. Misericordia y conversión son las dos caras de una misma moneda.
Domingo 5º: FRENTE A LA INTRANSIGENCIA, EL PERDÓN DE DIOS
Intolerancia, intransigencia, rechazos y pre- juicios. El mundo de “los nuestros”, los puros, los auténticos, los sanos, los normales, los “de buena familia”… Es evidente para nosotros el problema de los inmigrantes, las etnias, las culturas y religiones diferentes. ¡Estábamos tan tranquilos! Pero nuestras intransigencias van mucho más allá, o mucho más acá: en nuestra familia: con el marido o la mujer, con los hijos que ya van creciendo, con los suegros, con los abuelos… Y con el modo de pensar de quien nos lleva la contraria o no piensa como yo…
La “tienda de la misericordia” nos abre el tesoro de nitivo del perdón y de ella misma, la misericordia, un mundo verdaderamente nuevo, alegre, abierto y vital: «mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?» (Is 43, 19). Frente al mundo oscuro de los prejuicios culpables (Jn 8, 7-9) Jesús nos trae el regalo del perdón incondicional, de la misericordia que de a luz una nueva vida, que nos recrea y nos descubre la verdadera realidad de nosotros mis- mos, pecadores perdonados e hijos amados y libres: «tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más» (Jn 8, 11). Un futuro abierto para mí y un futuro que debo abrir también en nuestras relaciones personales para que hasta mis enemigos puedan encontrar una nueva vida. Misericordia y conversión son las dos caras de una misma moneda.
Donaciano Martínez Álvarez, Pelayo González Ibáñez y José Luis Saborido Cursach

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