A ti, María, Madre nuestra, mujer resucitada, luz que ilumina nuestra espera, te presentamos nuestras peticiones y deseos:
• Que la Iglesia, siguiendo la huella de tus pasos y en medio de los graves problemas de nuestro mundo, sea siempre abanderada de esperanza y aliento para el camino.
• Que, a lo largo de los días y los años, se vaya cumpliendo la justicia que tú proclamabas en nombre del Dios que levanta del polvo a humillado y sacia el hambre de los empobrecidos.
• Que todos nosotros, creyentes y fieles hijos tuyos, sigamos tus pasos comunicando esperanza a los desesperanzados, no solo con palabras bonitas sino con gestos concretos y reconocibles.
• Que sepamos quererte como Madre nuestra, vecina de todos nuestros pueblos y ciudades, y sentirte como compañera solidaria en todos nuestros problemas.
• Que amemos nuestro cuerpo y nuestra vida, sabiendo que, como te pasó a ti, Dios quiere asumir toda nuestra vida y nuestra historia, con nuestras todas debilidades, para convertirnos, como tú, en una humanidad nueva.
Escucha, Madre nuestra oración, y llévanos de tu mano, con nuestra carne sana y nuestra carne herida, a la gloria de los resucitados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario