26 agosto 2015

Liturgia, 26 agosto



¡HIPOCRESÍA, NO!
(1 Tes 2:9-13; Mt  3:27-32)

Introducción
    Dichosos nosotros si podemos decir, con San Pablo, que no hemos hecho nada solo para agradar a la gente, sino que nuestro único propósito es agradar a Dios y cuidarse delicadamente de la gente.
    Evangelio. Probablemente estamos de acuerdo con la fuerte  condenación de Jesús de la hipocresía de los fariseos. Pero la hipocresía nunca murió:  todavía la tenemos aquí con nosotros hoy. El encalar y blanquear las tumbas es moda hoy  todavía, y desde una corrupción inicialmente individual ha penetrado y se ha extendido en la sociedad misma. Los errores del estado, y los de la Iglesia también, son encubiertos. Se pasan por alto y en silencio las injusticias y la explotación, o bien se las condena en términos tan generales que incluso los opresores están de acuerdo con la condena. Cerramos nuestros ojos,  y nuestras conciencias se quedan tranquilas, porque pensamos que no participamos ni contribuimos al mal que continúa activo y destructor. Nuestras acciones no están a la altura ni de nuestras palabras ni de nuestra fe.

Oración Colecta
Oh Dios justo y misericordioso:
Tú conoces lo que hay en nosotros.
Perdónanos,  por que con frecuencia estamos tan ocupados
que no tenemos tiempo para pararnos, mirar atrás 
y ayudar a los que se sienten demasiado cansados 
para seguir adelante.
Perdónanos porque muchas veces
condenamos a los demás
sin haber intentado comprenderles. 
Que la justicia, la misericordia y el servicio
no sean asunto exclusivo de otros                                      
sino que sean nuestra preocupación y nuestra vida,
motivados por aquél que nos dijo 
que teníamos que buscarle y acogerle en los otros, 
Jesucristo nuestro Señor
que vive y reina por los siglos de los siglos.

Intenciones
  • Por los que dan testimonio de la verdad, para que el Espíritu Santo ponga en su boca las palabras sabias y justas, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros, para que sepamos hacer nuestro trabajo y  cumplir nuestra misión en la vida con toda conciencia y con todo celo, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros que celebramos la eucaristía, para que Jesús, el Señor, nos haga personas auténticas y dignas de confianza, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo pagó con su vida
porque no pudieron convencerle
de abandonar su propósito
de hacer al pueblo verdaderamente libre en ti;
pero tú le resucitaste a una vida nueva y eterna. 
Al unirnos a él ahora en su sacrificio,
haznos sinceros y comprometidos con él,
en honestidad y en verdad, cueste lo que cueste,
para que podamos superar sin temor
la prueba de tu escrutinio
y vivir en tu luz, 
ahora y por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Las palabras de Jesús que hemos oído hoy
eran duras y dirigidas no solamente a otros,
sino también a nosotros, 
para que las pongamos en práctica.
Por la fuerza de esta eucaristía 
ayúdanos a vivir coherentes con nuestra fe
y a ser honestos con nosotros mismos y con los demás.
Haz que no solamente hablemos de paz y amor,
sino que seamos de verdad hombres y mujeres de paz
y constructores de comunidad por el amor
en y por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
    Hermanos: ¡No cedamos nunca ante la tentación de intentar aparecer ante los demás mejor de lo que somos, hasta intentando quizás, de alguna manera, impresionar al mismo  Dios! 
    Pidamos humildemente su bendición. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario