05 agosto 2015

Domingo 9: recursos

LOS CRISTIANOS HOY APUESTAN POR
CONOCER A JESÚS Y CREER EN ÉL, QUE ES EL “PAN DE VIDA”.
SENTIDO DE LA “APUESTA”
Jesús el “pan bajado del cielo”, pero no como el maná. Su “pan” es un pan que da vida, un pan que comunica una sabiduría nueva, porque es el pan de la Palabra: “Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí” (Jn 6, 45). La Tradición y el Magisterio son esenciales para ir por el camino correcto por donde ha ido la fe de los cristianos a lo largo de los siglos. La teología es muy bella y clarificadora. Pero nada puede sustituir a Jesús mismo, el evangelio desnudo y vivo. Él es el “pan de vida” bajado del Padre hasta nosotros.
Al celebrar la Eucaristía, no sólo recibimos el pan –y el vino- materiales en quienes se realiza la presencia sacramental de Cristo resucitado. Él se hace presente también en la comunidad reunida en su nombre y en la Palabra de Dios -.”pan de vida” (Vaticano II, Sacrosanctum Concilium 7). A la hora de anunciar el evangelio, que sea Jesús mismo lo que transmitamos, su vida y su palabra. Todo lo que no es Jesús es sólo -¡y nada menos!- que Juan Bautista, que no era la luz, sino testigo de la luz.
UN TEXTO
“Tragarse” a Jesús Por más que lo he intentado, no he conseguido encontrar otro verbo menos áspero que éste, que al menos tiene la ventaja de ser familiar en nuestro vocabulario: “no trago a tal persona”; “ese disgusto aún no me lo he tragado … “; “todavía lo tengo aquí” (y señalamos la garganta) … Nos es fácil sacar la lengua o poner la mano para comulgar, tragarnos el Pan y volver luego a nuestro sitio con recogimiento y dar gracias lo mejor que podemos. Pero, de vez en cuando, tendríamos que cambiar la expresión “comulgar” por la de “tragamos a Jesús”, para caer un poco más en la cuenta de lo que significaría “tragamos” su mentalidad (es el metanoeite, “cambiad de mentalidad” de Mc 1,15, o el “tened los mismos sentimientos que Cristo Jesús”, de Flp 2,5), sus preferencias, sus opciones, su estilo de vida, su extraña manera de vivir, de pensar y de actuar.

Recuerdo una devota costumbre que me inculcaron de niña y que se llamaba “hacer una comunión espiritual”: consistía en mandar el corazón al sagrario (se recomendaba mucho hacerlo en los viajes al ver un campanario) y desear recibir a Jesús espiritualmente, ya que no podía hacerse sacramentalmente. Se me ocurre que podría ser un buen ejercicio hacer algo parecido abriendo el Evangelio por donde nos salga y, cuando leamos, por ejemplo: “El que quiera ser el mayor entre vosotros, que sea vuestro servidor” (Mt 23,12); “No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18,22); “Me dan compasión estas gentes, dadles vosotros de comer” (Mc 6,34.37); “No atesoréis tesoros en la tierra” (Mt 6,19); “Las prostitutas os precederán” (Mt 21,31); “Prestad sin esperar nada a cambio” (Lc 6,35) … , hacer el gesto interior de “tragamos” eso, de comulgar con ello, de desear al menos ir poniéndonos de acuerdo con Jesús, creciendo en afinidad con él, pidiendo al Padre con la pobreza de quien se siente incapaz desde sus fuerzas, que “nos ponga con su Hijo” y nos haga ir teniendo “parte con él” (cf. Jn 13,8), con las consecuencias de que sea el “Primogénito de una multitud de hermanos … “ (Dolores Aleixandre, “Caminos de acceso a la Eucaristía”, en “Bautizados con fuego”, Ed. Sal Terrae, Santander 1997, pp.78-79).
UNA CANCIÓN
“Yo sí creo en ti” (Misa de la alegría) https://www.youtube.com/watch?v=U_QKbSqx4GA
Sí, yo sí creo en ti.
Yo sí creo en ti, Jesús.
Yo te puedo ver, tocar y sentir.
Sí, yo sí creo en ti.
Yo sí creo en ti, Jesús.
Cuando te busqué estabas ahí.
Siempre que gocé, siempre que sufrí.
Creo en ese amor del que tú me hablas.
Yo sí creo en ti porque estás aquí,
porque estás en mí, porque estás en mí.
Porque cada día te puedo sentir.
En la belleza te puedo sentir,
en la alegría y en la tristeza,
en mi familia, en mi existencia,
porque viviste para enseñarnos
que sólo se ama sin nada a cambio.
Creo en ese amor del que tú me hablas
yo sí creo en ti porque estás aquí
porque estás en mí.

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