13 agosto 2015

Comentario al Evangelio de hoy, 13 agosto



Queridos amigos:
Esta fecha del trece de agosto nos invita a recordar a unos jóvenes héroes, a quienes la Iglesia elevó en 1992 al honor de los altares. Nosotros los Misioneros Claretianos mantenemos vivo su recuerdo. Era el mes de agosto de 1936. En la ciudad de Barbastro (Huesca, España) sufrieron el martirio. Y sus reliquias y sus escritos se conservan en el Museo de los Mártires de esta ciudad.  Es un lugar especialmente emocionante porque nos hace revivir la actualidad de su entrega al Señor en la flor de su juventud. Antes de ser asesinados consiguieron dejar escritos que expresan su amor fiel a Jesucristo y el perdón a sus verdugos.
A lo largo del año son muchos los peregrinos que vienen a conocer la historia de estos jóvenes héroes Misioneros y rezan ante sus reliquias. Existe una película  titulada “UN DIOS PROHIBIDO”, que narra con mucha fidelidad histórica la grandeza y generosidad de su entrega.

Hoy justamente el texto del evangelio nos habla del perdón. La venganza era una ley sagrada en todo el Antiguo Oriente y el perdón, humillante; pero para el cristiano sólo es válido el perdón. La parábola que narra Jesús expresa la raíz más honda de la vida comunitaria: la misericordia infinita de Dios nuestro Padre que siempre nos perdona por pura gracia. Quien ha experimentado la misericordia del Padre no puede andar calculando si tiene que perdonar o no a su hermano.



La grandeza de corazón de nuestros jóvenes Misioneros Mártires justamente se muestra en las palabras de perdón que continuamente dirigían a quienes les torturaban y les quitaban la vida. He aquí una pequeña muestra de lo que nos han dejado escrito: “¡Señor!, perdono de todo mi corazón a todos mis enemigos y os pido que mi sangre, que sólo por vuestro amor he derramado, lave tantos pecados como se han cometido en esta Barbastro mártir. ¡Viva Cristo Rey y el Corazón de María! Eduardo Ripoll”.
“Perdono de todo mi corazón a todos los que ya voluntaria o involuntariamente me hayan ofendido. Muero contento. Adiós y hasta el cielo. Juan Sánchez Munárriz”.
“Barbastro, 12 de agosto de 1936. Así como Jesucristo en lo alto de la cruz expiró perdonando a sus enemigos, así muero yo mártir perdonándolos de todo corazón y prometiendo rogar de un modo particular por ellos y por sus familias. Adiós. Tomás Capdevila Miró”.
“Pasamos el día en religioso silencio y preparándonos para morir mañana; sólo el murmullo santo de las oraciones se deja sentir en esta sala, testigo de nuestras duras angustias: si hablamos es para animarnos a morir como Mártires; si rezamos, es para perdonar a nuestros enemigos. ¡Sálvalos, Señor, que no saben lo que hacen!... Faustino Pérez”.
Vuestro hermano en la fe.
Carlos Latorre
Misionero Claretiano

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