29 julio 2015

Domingo 2 de agosto: Moniciones 2


Catequesis de la Diócesis de Santiago de Compostela

MONICIÓN DE ENTRADA

Sed todos, hermanos y hermanas, bienvenidos a la Eucaristía del Domingo 18 del Tiempo Ordinario. Hoy tiene una relevancia especial porque Jesús inicia su discurso sobre el Pan del Cielo nos ocupará varios domingos del mes de agosto. Es un avance maravilloso de la institución de la Eucaristía que Él hará durante la cena del Jueves Santo. Estamos en un tiempo especialmente apropiado para meditar en nuestras grandes verdades y la Eucaristía es una de ellas. Hoy, pues, se nos antoja que es un domingo muy especial: huele a pan fresco recién hecho, a Pan del Cielo que nos salva. Iniciemos con alegría nuestra celebración.



MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- La primera lectura procede del capítulo 16 del Libro del Éxodo y nos narra como el pueblo judío, peregrino por el desierto, recibió el alimento que Dios envía del cielo: el maná. Es un claro antecedente de nuestra Eucaristía con la diferencia –claro—que nosotros en ella, por amor de Jesús, comemos a nuestro propio Dios.

S.- El Salmo 77 es uno de los más largos del Salterio. En él, como en el Pentateuco, se narra la historia del pueblo de Israel. Proclamamos, primero, los versículos 3 y 4. Para pasar después a los versos 23, 24 y 25 que cuentan el episodio de la caída del maná, tal como dice nuestra primera lectura. Es, sin duda, un salmo responsorial muy a la medida de las lecturas de hoy.

2.- San Pablo, en la Carta a los Efesios, habla de una transformación profunda de los convertidos. Nuestra segunda lectura de hoy va a manifestar, sobre todo, el poder renovador del Espíritu, que nos otorga una nueva condición humana, creada a imagen de Dios, con justicia y santidad verdaderas.

3.- Como ya decíamos en la monición de entrada Jesús de Nazaret nos va a ir explicando hoy –y en domingos sucesivos—el llamado “Discurso del Pan”, y que no es otra cosa que un avance profético de lo que será la Eucaristía, instituida el Jueves Santo. Es el evangelista San Juan quien recoge dichas palabras que son, sin duda, de entre las más sublimes de todo el Evangelio. Escuchemos hoy, pues, con una muy especial atención.




Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Escuchemos con mucha atención la plegaria que ha escrito para nosotros –y para este momento—el sacerdote don Javier Leoz



QUÉ ME DAS, SEÑOR, A CAMBIO



¿Qué me das, Señor, a cambio?

De mi confianza cuando la deposito en ti

y me alejo de los que me prometes otros paraísos

¿Qué me das, Señor, a cambio?

De mi seguimiento y de mi fidelidad

de mi silencio o de mi reconciliación

de la ofrenda de mi vida o de mis esfuerzos

¿Qué me das, Señor, a cambio?

De mi fe,

aunque sea débil y hasta interesada

De mi constancia,

aunque a veces me quede por el camino

De mi audacia,

aunque en momentos piense más en mí que en Ti

¿Qué me das, Señor, a cambio?

¿Me darás, tal vez, la Vida Eterna,

frente a esta efímera?

Exhortación de Despedida

Salgamos felices de la Eucaristía. Jesús por medio del Pan bajado del Cielo nos muestra una lección suprema de amor. Ojalá seamos capaces nosotros de llevar a nuestra vida cotidiana tanto amor como Jesús nos da.

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