MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid todos, nuestra más fraternal bienvenida a la Eucaristía del XII Domingo del Tiempo Ordinario. En el evangelio, San Marcos nos va a describir la conocida escena de la tormenta y los apóstoles. Sintieron miedo y abandono. Pero ahí estaba el poder de Jesús para protegerlos. El mal enfurecido se calmó con una sola palabra del Señor. Jesús nos librará de todo mal como libró a los apóstoles de la tormenta, con una sola palabra. Confiemos en el Señor a toda hora y esperemos de Él y en Él. Esto es todo un plan de vida que hoy se nos manifiesta aquí en nuestra celebración eucarística.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- La primera lectura de hoy procede del capítulo 38 del Libro de Job. Es un breve texto que nos habla de cómo Dios manda en la tormenta. Luego en el Evangelio Jesús hará enmudecer al temporal. Una vez más –como otros muchos domingos-- la primera lectura y el Evangelio guardan estrecha relación.
S.- El Salmo 106, a su vez, como la primera lectura considera el poder de Dios reflejado en su poder sobre la tormenta. Este salmo –uno de los más extensos del salterio—es una oración de acción de gracias a Dios por haber librado al pueblo judío del destierro y de las calamidades sufridas y, entre ellas, de la feroz tormenta que también les afligía.
2.- San Pablo, en el fragmento de la II Carta a los fieles de Corinto plasma perfectamente la teología del hombre nuevo, a partir de una vida llena de Cristo. Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo, dice el Apóstol.
3.- La escena de la tormenta en lago es narrada por Marcos con brevedad y gran precesión. Los discípulos se admiran del poder de Jesús igual que, poco antes, se admiraban de que durmiera mientras que olas embravecidas parecían que se iban a tragar la barca.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
El padre Leoz nos escribe una nueva plegaria para estos momentos finales de nuestra Eucaristía
¿POR QUÉ SOY TAN COBARDE, SEÑOR?
¿Por qué me asusta tanto el navegar en tu barca?
Dímelo, Señor.
Ayúdame a vencer mis miedos
A surcar los mares de tantas dificultades que me asolan
A no quejarme de que los tiempos pasados
fueron mejores que los que ahora yo vivo.
De ti me fío, Señor, y en Ti confío:
No me dejes de tu mano, me ahogaría
No dejes que palidezca mi fe,
necesito de luz para avanzar en mi camino.
No me des demasiadas seguridades
pero, Señor, sí que te pido
que Tú seas mi seguridad, mi baluarte,
mi esperanza, mi riqueza,
el mar por el que yo avance
con los remos de mi fuerte fe.
Y, si además Tú quieres, Señor,
haz que mi fe sea como una brújula
en medio de tantas tormentas.
Amén.
Exhortación de despedida
Afrontemos la vida sin miedos. El Señor Jesús nos librará de todo mal como libró a los apóstoles de la tormenta. Eso nos hace salir hoy de la Eucaristía con serenidad y alegría.
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