28 mayo 2015

Santísima Trinidad: Moniciones

MONICIÓN DE ENTRADA

Sed todos bienvenidos en este día –sin duda grande-- que conmemoramos especialmente al Dios Trinitario. Año tras año, al comenzar la segunda parte del Tiempo Ordinario, celebramos el domingo de la Santísima Trinidad. Ante la Trinidad Santa deberíamos abrir un silencio gozoso en nuestras almas, pues solamente con esta actitud podremos comprender que la Santísima Trinidad no es una verdad pasada de moda, sino un misterio que nos hace vivir. En esa oración fraterna y milagrosa que es la Eucaristía, aparece la Trinidad Santa continuamente. Por ello hemos de estar, también, muy atentos a la revelación clara que, en torno a la Trinidad, se nos presenta en todas nuestras celebraciones y especialmente en la administración de los sacramentos. La Trinidad es principio y fin. Es amor infinito. Además celebramos la jornada Pro Orantibus, dedicada a los religiosos y religiosas que, desde la clausura, rezan por todo y todos, teniendo muy presente a Teresa de Jesús. Es fácil relacionar este día del amor Trinitario con el amor de los consagrados. En fin, damos los primeros pasos del Tiempo Ordinario que nos acompañará en nuestro recorrido litúrgico hasta el 21 de noviembre en que invocáramos, una vez más a la Trinidad Santísima, en el Primer Domingo de Adviento.




MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- La primera lectura, que procede del Libro del Deuteronomio, nos ofrece en palabras de Moisés una gran lección de la teología del Dios único que tanto significaba para los judíos. Y para nosotros es lo mismo: porque el Señor es el único Dios en el cielo y en la tierra. Pero además Jesús nos reveló que es un Dios único, pero no solitario y alejado. Es un Dios familiar que convive en la cercanía del Padre y del Hijo. Y que es un Dios amoroso que vierte su amor, por medio del Espíritu, en su Hijo Único y, además, en toda la creación.

S.- El Salmo 32 es un himno que los creyentes dedicaban –y dedicamos—a la providencia de Dios que vela por todo lo creado. Y en sus versos se expresa el deseo y la necesidad personal de amar a Dios y situarle en el principio de todo nuestro amor y de todas nuestras obras.

2.- El breve fragmento que vamos a escuchar del capítulo octavo de la Carta de Pablo a los Romanos es un compendio maravilloso de la teología trinitaria. Jesús comunicó a sus discípulos que su nombre preferido para Dios era el de Abba y, además, ha sido el Espíritu Santo que nos ha comunicado que somos hijos de Dios. Texto, pues, muy indicado para el día que celebramos.

3.- El Evangelio de San Mateo nos muestra un encargo importante que Jesús hizo a sus apóstoles antes de irse al cielo. Les pidió –y a nosotros también—que fueran por el mundo entero bautizando en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y ello expresa perfectamente el significado de la Trinidad Santísima que hoy conmemoramos.



Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Una semana más ofrecemos esta plegaria del padre Leoz, especialmente compuesta para nosotros



¡QUIEN TE DESCUBRIERA, MI DIOS!

Como Dios verdadero, único e  indiviso

Como Dios futuro, 

pero presente en nuestras  tribulaciones

Como Dios familia, y  llamándonos a la comunión

Como Dios que busca la  unión, y no la dispersión



¡GRACIAS,  SEÑOR!

No eres un Dios solitario

No eres un Dios cerrado

No eres un Dios  independiente



¡GRACIAS,  SEÑOR!

Porque, en tu intimidad,

sabes desplegarte en tres  personas tan distintas

pero en un mismo Dios  verdadero

¡GRACIAS,  SEÑOR!
Exhortación de despedida

Salgamos felices del templo. La Iglesia nos muestra los grandes misterios del amor de Dios y uno de ellos es la Santísima Trinidad y el cuidado especial que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, nos dan siempre y a toda hora.

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